Laberinto mío
Ivana Eugenia Matilde Cabrera (*)
No es uno. Son tantos que ya no sé qué nombre ponerle a cada cual. Tal vez el que asoma por mis oídos fuera el más verosímil. Pero el que muestran mis ojos duele un tanto atroz. Si camino por el de la espalda seguro encuentro huellas de aquel pasado que es mejor no recordar. Saboreo la arena áspera del despertar en las dunas, tratando de ser quien esconde la soledad perpetua. Caben millones de tiempos en esta burbuja dormida. Despertará, como siempre, al otro lado del horizonte que susurra que hay más amaneceres disponibles. No le temo al laberinto rizoma, porque mis tiempos y los suyos son aleatorios. Entre las calles enmarañadas viajan mis sueños más deslumbrantes. Tiene colores difusos, entremezclados con grises. Transitan en una barcaza endeble la esperanza amarrada a la alegría.

(*) Casi la integridad de mi tiempo transcurre en la seducción por la escritura (por la lectura). Con algunas intermitencias, nadie puede resistirse a regresar al taller Silenciosos Incurables, de Viviana.
Genial Ivana! Me encantó!
Y sí, nadie puede resistirse a los Silenciosos…
Laberintos como carne. Muy bueno, Ivana!
Muy bueno muy poético pero suena verídico, sentido en carne propia