La Aldea y el Mundo

El legado de Mandela

la espera de sentencia, en un momento en que las cárceles están superpobladas en la mitad de los países

Fuente: ONU

Adamu* fue condenado a dos años por robar en Nigeria, Denny cumple cinco años en Indonesia y Lauro José dos Santos cumplió una pena de 12 años en Brasil, pero los esfuerzos de reforma en curso, basados en las Reglas Nelson Mandela y en una serie de programas apoyados por la ONU, les están ayudando a ellos y a los presos de todo el mundo a tener una segunda oportunidad tras su puesta en libertad.

Cerca de 12 millones de personas están encarceladas en todo el mundo y casi un tercio está a la espera de sentencia, en un momento en que las cárceles están superpobladas en la mitad de los países, según un nuevo informe de la ONU.

El legado del fallecido expresidente de Sudáfrica, encarcelado durante 27 años bajo el régimen del apartheid, sigue vivo y apoyando los derechos de los presos.

Mandela manda

Las palabras de Mandela resuenan aún hoy entre los reclusos y el personal penitenciario en todo el mundo: “Se dice que nadie conoce realmente una nación hasta que se ha estado en sus cárceles. Una nación no se debe juzgar por cómo trata a sus ciudadanos más altos, sino a los más bajos”.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, dijo que Mandela “era un coloso de coraje y convicción, un líder de inmensos logros y extraordinaria humanidad, un gigante de nuestro tiempo, cuyo legado honramos mejor mediante acciones”.

Con el telón de fondo de los informes actuales sobre violaciones de los derechos humanos contra reclusos, desde Honduras a Irán, junto con el aumento del extremismo violento y el reclutamiento por parte de terroristas tras las rejas en algunos países, se están llevando a cabo nuevas iniciativas de reforma penitenciaria en todas las regiones del mundo. Se guían por las Reglas Nelson Mandela o, como se conocen oficialmente, las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, que ofrecen un modelo del siglo XXI para una gestión penitenciaria adecuada.

Los presos importan

El tema del Día de Mandela de este año fue “Los presos importan”, con las Reglas Mandela como guía. Estas normas ofrecen a los funcionarios de prisiones puntos de referencia claros sobre seguridad y el trato humano de los reclusos. Como custodio de las reglas, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) trabaja para promover y apoyar su adopción en todo el mundo.

Desde cursos electrónicos gratuitos de aprendizaje hasta la entrega de equipos a las instalaciones de formación, como portátiles y servicios de internet, la agencia y sus socios también trabajan en la participación de la comunidad en la rehabilitación y reinserción de los reclusos.

En Yola, Nigeria, donde la población carcelaria ha aumentado más del 25% desde el año 2000, la agencia organizó una plataforma para que los líderes de la comunidad y el Servicio Penitenciario de Nigeria fomenten un enfoque más integrado de la reinserción de los reclusos.

Iniciativas mundiales

En términos más generales, la iniciativa de rehabilitación de reclusos de la agencia abarca la educación formación profesional y empleo durante el encarcelamiento. El objetivo es contribuir a su empleabilidad tras la puesta en libertad, reduciendo así las posibilidades de reincidencia.

La agencia explicó que los presos suelen ser una población olvidada, ya que muchos piensan que están separados del resto de la sociedad. Sin embargo, los presos son un producto de la sociedad, siguen formando parte de ella y la gran mayoría de los presos obtendrán libertad en algún momento.

“Lo que les ocurre a las personas durante su encarcelamiento nos afecta a todos de muchas maneras: seguridad pública, nuestra salud, las finanzas de nuestra comunidad, la cohesión social y, en última instancia, a la dignidad humana de todos”, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). “Cuando reducimos el alcance del encarcelamiento, mejoramos las condiciones de las penitenciarías y aumentamos las posibilidades de reinserción social, todos ganamos. Los presos importan”.

Nelson Mandela.

La lucha contra el extremismo violento

El trabajo de cinco años entre la agencia de la ONU y sus socios ha llegado a miles de reclusos en Kazajstán, Túnez y Uganda en un intento de prevenir la propagación del extremismo violento en las prisiones.

Según la agencia, “las prisiones desempeñan un papel crucial a la hora de afrontar este reto al garantizar la custodia segura de los reclusos violentos extremistas, previniendo la radicalización hacia la violencia dentro de las prisiones, desvinculando a los reclusos de violencia futura y preparando a las personas liberadas para su reintegración en la sociedad”.

Entre los logros que se han alcanzado cabe citar la formación de más de 6500 funcionarios de prisiones, la puesta en marcha del primer centro de investigación sobre extremismo violento en las cárceles de Túnez, y la creación de programas de rehabilitación y reinserción para reclusos, desde la alfabetización informática hasta la fabricación de muebles.

El esfuerzo conjunto también prestó apoyo a las prisiones durante la pandemia de COVID-19, lo que incluyó la distribución de documentos de orientación, el suministro de equipos médicos y la vacunación de más de 12.000 reclusos, personal penitenciario y familiares en Uganda.

Segundas oportunidades

Para algunos presos, los resultados ameritan el sinnúmero de esfuerzos. Adamu, de Nigeria, aprendió sombrerería en la cárcel y sacó su talento adelante al quedar en libertad. Ahora es un empresario que confecciona finas gorras populares entre los líderes tradicionales locales.

Denny, quien ha cumplido la mitad de su condena de cinco años en Indonesia, espera con ansias salir y conseguir trabajo en una cafetería. Pasa los días en formación profesional y estudios religiosos.

“Mi principal motivación ahora mismo es ser mejor persona de lo que era antes”, dijo, añadiendo que hasta que llegue ese día, se centrará en preparar capuchinos perfectos en sus clases de barista.

Cuando Lauro José dos Santos salió de la cárcel en Brasil en 2019, pidió ayuda y la obtuvo de la Oficina Social, apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

“Llegué aquí y me di cuenta de que las puertas estaban abiertas”, dijo, describiendo su primera visita. “Me trataron muy bien y me demostraron que hay una segunda oportunidad”.

*Los nombres se han cambiado para proteger su intimidad.