La Carolina, un pueblo con identidad minera y poética en San Luis
La localidad fue seleccionada por el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación para participar de la competencia “Best Tourist Villages”, en la que la Organización Mundial del Turismo (OMT) distingue a los mejores pueblos del mundo para ser visitados
Por Fabricio Quevedo- Télam
Minas de oro, poesía y paisajes únicos son las características que definen a La Carolina, una localidad situada a 83 kilómetros al norte de la ciudad de San Luis que fue seleccionada por el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación para participar de la competencia “Best Tourist Villages”, en la que la Organización Mundial del Turismo (OMT) distingue a los mejores pueblos del mundo para ser visitados.
El secretario de Turismo de San Luis, Luis Macagno, destacó la nominación de La Carolina por las condiciones que reúne en un solo lugar: historia, cultura y entornos naturales únicos.
“Tenemos mucha confianza en que va a ser seleccionado porque conocemos y sabemos de las características únicas que tiene La Carolina en Argentina, inclusive también en Latinoamérica.
Tiene un estilo muy particular, con una fuerte identidad histórica, y con unos recursos naturales y culturales muy importantes”, expresó Macagno a Télam Radio, y valoró la posibilidad de participar de estos concursos que impulsan la promoción global de los pueblos, atrayendo beneficios para el sector turístico.
El funcionario remarcó que para La Carolina, una villa de unos 300 habitantes, se generan “muchas expectativas porque forman parte de una red global que va a tener promoción a nivel mundial y que realmente va a generar una expectativa en la actividad turística provincial, jerarquizando a la provincia, a la localidad, con un sello de calidad y una distinción que pocos pueblos del mundo pueden tener”.
La Carolina se encuentra ubicada en la base del Cerro Tomolasta, considerado uno de los más altos de la provincia, de 2000 metros sobre el nivel del mar.
Sus paisajes combinan cerros y arroyos cuyas aguas adquieren un tono dorado debido a los minerales presentes en la zona, logrando matices de colores únicos en este paraje que antes de 1794 llevaba el nombre de Paraje de San Antonio de las Invernadas y que el virrey Rafael de Sobremonte decidió cambiar por La Carolina en honor al rey Carlos III de España.
La actividad minera ha sido fundamental para la identidad y desarrollo de este pueblo desde que don Tomás Lucero, un vecino del lugar, descubrió oro y lo llevó a Córdoba para su procesamiento.
Este hallazgo atrajo a miles de personas de diferentes partes de Argentina y países vecinos que se establecieron en la localidad y se convirtieron en mineros, desencadenando una verdadera “fiebre del oro” en ese período.
Desde 1789 hasta 1810 más de 200 asociaciones se formaron con la intención de extraer mineral de las zonas auríferas y el pueblo llegó a emplear a alrededor de tres mil mineros y obtener 10.000 kilogramos de oro de 18 kilates.
Aunque en la actualidad queda muy poco oro, ya que los mineros y lavadores agotaron las vetas hasta las bocaminas a mediados del siglo pasado, la historia del oro dejó huellas imborrables y actualmente el principal atractivo turístico del lugar se vincula a la minería.
Una de las actividades más solicitadas por los visitantes que llegan al pueblo es explorar el interior de una mina en desuso en un recorrido guiado, equipados con elementos de protección y escuchando la historia de la zona.
También es posible realizar la extracción de oro de manera más artesanal, como se hacía en aquella época, como pirquineros en el río Amarillo, o realizar un trekking por la zona.
Además de la minería, La Carolina es el lugar que vio nacer y crecer a Juan Crisóstomo Lafinur, filósofo, educador, poeta, soldado, músico, periodista, abogado, exiliado y tío bisabuelo de Jorge Luis Borges, considerado un símbolo de la identidad puntana.
En el 2007, el gobernador de San Luis Alberto Rodríguez Saá ordenó repatriar los restos de Lafinur, que se encontraban en Chile desde su fallecimiento en 1824, y en su lugar natal se construyó el Museo de la Poesía Manuscrita “Juan Crisóstomo Lafinur”.
Este complejo incluye una plaza, las ruinas de la casa natal del escritor, el Laberinto del Sol de Piedra en homenaje a Borges, y el Centro de Interpretación Audiovisual, donde el visitante puede experimentar la cercanía y actualidad de la figura de Lafinur.
Además, se puede acceder a obras de poetas locales, nacionales e internacionales.
El pueblo ofrece tranquilidad y hermosos paisajes para que habitantes y turistas puedan disfrutar de experiencias únicas para desconectar de la rutina diaria.
Hay diferentes opciones de alojamiento en la localidad, como cabañas, camping y hosterías, y se puede llegar en automóvil o a través del servicio público de pasajeros que ofrece dos frecuencias diarias de colectivos, una por la mañana y otra a la tarde. Otra alternativa es contratar un tour a través de agencias de viajes.