La larga Huelga Ferroviaria del 61
La huelga de los ferroviarios y los rompehuelgas compartían un espacio que para los niños era de juego, y para los adultos un campo de batalla. En Villa Mercedes, el paro del 61 enfrentó a sectores que, de uno y otro lado, querían ofrecer resistencia.
Por Roberto Tessi
El tango “Paciencia” cantado por Alberto Echague con D’arienzo desde los parlantes de la pista del Club San Martín, le daba un toque de ambientación al drama que se vivía a metros del club, cruzando la Aviador Origone.
La huelga ferroviaria ya llevaba 35 días consecutivos, y en los corrillos se decía que en la ciudad y el barrio el aire se podía cortar con una “yilet”*, la tensión se potenciaba todas las tardes cuando se iban juntando ferroviarios de toda jerarquía frente al local de la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, cada uno que llegaba comentaba que había escuchado por las radios de Buenos Aires, incluso algunos que lograba sintonizar Radio Colonia del Uruguay, confiaban más en esa voz peronista de Américo Barrios que no los engañaría. Una mezcla de impotencia y temor sobrevolaba a todos, las más intransigentes eran las mujeres que en poco número y con niños de la mano alentaban a esposos, novios, hijos y hermanos. NO AFLOJAR… ¡VIVA LA HUELGA..!! eran las consignas.
Nosotros, a su vez, nos juntábamos a tirar al aro en aquella cancha de básquet de tierra todas las tardes, previa regada para asentar el polvo, éramos espectadores privilegiados de lo que sucedía cruzando la calle, frente al Club y sin entender mucho escuchábamos los discursos, los aplausos y las puteadas cada vez que lo nombraban a Frondizi y su plan Larkin que querían levantar ramales enteros. La mayoría de nuestros padres trabajaban en la “Empresa”, y esas noticias nos angustiaban.
![](https://laopinionsl.com.ar/wp-content/uploads/2023/08/Huelga-Ferroviaria-796x1024.jpg)
Al atardecer apareció “el Gringo”, nuestro entrenador, después de muchas ausencias. Nos organizó un “picado” como siempre, pero al rato, dejó a uno de los más grandes a cargo y se metió debajo del escenario que había en la pista de baile. Por curiosidad fuimos a buscarlo y a ver qué lo demoraba,… al asomarnos lo vimos en la penumbra manipular unas latas de pintura y bombitas quemadas de la iluminación de la cancha. Estaba tan absorto que cuando advirtió nuestra presencia se sobresaltó y nos increpó con una severidad inusitada.
-Que carajo hacen acá,..¡quién los llamó..!!
Cuando estábamos por pegar la media vuelta, nos llamó con un tono más amigable:
-Vengan, les voy a explicar,…esto lo hacemos para escarmentar los rompehuelgas
Después de jurarle no comentar con nadie lo visto, volvimos al entrenamiento totalmente impresionados.
Días después, una fría mañana, camino al Colegio Nacional, nos quedamos asombrados del frente de la casa de aquél señor de apellido inglés que era jefe de personal en el Ferrocarril, y se distinguía por mirar a todos sus vecinos del barrio por encima del hombro, con desdén… La leyenda “CARNERO**” y el estallido de la bomba de alquitrán que aún chorreaba iba dejando hilos negros en la vereda…
Nosotros apuramos el paso sin hablar y sin darnos vuelta. En algo nos sentíamos cómplices…
- *Yilet : Hoja de afeitar
- **Carnero : Rompehuelga