Expresiones de la Aldea, San Luis

Mujeres

Dana Bruno (*)

Las mujeres nacen de las estatuas. Aquellas antiquísimas que son hogar de los pájaros y colección de los humanos. Las mujeres nacen, desarmando su construcción a fuerza de golpes de mazas, que sacuden los árboles y producen la aparición de miles de estrellas. Su material divino fosforece en la oscuridad, irradiando el cielo nocturno y opacando el sol durante el día.

Las mujeres son altas, altísimas, sus cabelleras conforman la vía láctea y algunas otras galaxias, trenzando el sinfín del universo. Sus manos tocan la luna, la madre que les da forma y protege su fiereza. Los ojos certeros, no se mueven, estoicos, con las facciones rectas, aceptando el desenlace obligatorio de su vida.

Durante años golpeamos sus estatuas, hasta que el parto por fin termina, abriendo el engranaje de su corazón y poniéndolo a correr. Nos invade el aroma de la tierra húmeda y del pasto tierno, como en los amaneceres de primavera.

Las aves, aunque dubitativas, no se van y aprovechan la bondad de su carne para anidar en los hombros y en el cuello de las mujeres. La vida nace tras sus pies, y sus talones dan hogar a todos los seres vivos, que reptan hacia arriba, se cuelgan y viven en todo su cuerpo. Dejando libre su boca que respira al compás de los árboles con los que camina y las enredaderas que adornan sus pechos.

Ilustración de Catrin Welz-Stein.

(*) Soy Dana, soy amante de las palabras con franqueza y los versos que mienten, que dicen entre líneas lo que el corazón no puede. Escribo porque busco en el arte el sosiego del alma y el descanso de la mente. Leo para escapar del reloj y de la muerte que acecha en el laberinto borgeano de la vida.