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Una cartografía de la inmigración en Argentina

Argentina es un país de inmigrantes, se suele decir por ahí. Pero, más allá de los números, hay historias particulares que merecen ser contadas. Los matrimonios rotos por la distancia y por la formación de nuevas parejas, es una de ellas

Por Agustina Bordigoni

El primer libro editado bajo el nombre “Cuadernos de MUNTREF”, del museo de la inmigración, es un compilado de autores especializados en este tema, pero sobre todo de historias mínimas. Historias que, así como particulares, también son un gran reflejo de la historia argentina.

El primer artículo, escrito por Leilo Mármora, repasa un dato muy significativo sobre la realidad migratoria en el país: mientras en el siglo XX Argentina era uno de los países con mayor cantidad de extranjeros sobre su población total (alrededor de un 30%), actualmente ese porcentaje se reduce al 4,5%. Pero lo importante de este libro no parecen ser los números, sino las anécdotas detrás de ellos.

Así, aparece la historia de una carta que disuelve el matrimonio de Rafaela Fioretto y Domingo De Bartolo, una pareja de italianos que pasa catorce años sin escribirse, después de que Domingo emigrara hacia Argentina prometiendo volver. 

En la carta, la supuesta muerte de Rafaela da vía libre a Domingo para volver a casarse, y terminar años después acusado de bigamia por sus dos esposas: Rafaela, la italiana que llegó a Buenos Aires a buscarlo, y la argentina, Justina, que se enteró de la doble vida de su esposo después de tener tres hijos con él. 

La historia de los De Bartolo es la de muchos otros hombres que por entonces viajaron solos a América Latina desde Europa, y que decidieron dejar a sus esposas o prometidas en el país de origen.

El relato continúa con los hermanos Torroba, que llegaron a Luján desde Soria, España y que instalaron en la provincia de Buenos Aires, en 1850, el primer almacén de ramos generales: “El sol”. Con el avance del negocio también crecieron las migraciones y se dio lo que en teoría se llama “cadena migratoria”, un término que hace referencia a la llegada de migrantes que planifican su viaje a partir del conocimiento de las oportunidades que ofrecen personas de su misma comunidad. 

“En la inmigración española dirigida al partido de Luján, a setenta kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, la mayoría de los emigrantes no había partido, como es habitual, de la periferia del norte de España, es decir de Galicia, de Asturias, del País Vasco. No es que no hubiera inmigrantes de ese origen, sino que en su mayor parte venían de Soria, en la meseta central castellana. Una rareza porque Soria es una de las provincias españolas de menor cantidad de población, y más estable, así como también de menor emigración externa de la provincia”, señala el autor de este capítulo, Norberto Marquiegui.

Los inmigrantes y la cuestión de la integración política a través del voto, la visión del migrante europeo entre la sociedad y en los medios de comunicación (a quien se veía, a diferencia de lo que pasa con la migración regional, como un tipo de migrante trabajador y no como una “amenaza”), y el antifascismo italiano en Argentina; también forman parte de este conjunto de relatos sobre la migración que comienza con una pregunta: 

“¿Cómo entender el complejo proceso inmigratorio de la Argentina sin caer en los tópicos trillados del crisol de razas y la facilidad para integrar a los recién llegados?”.

Las páginas logran dar una respuesta más que satisfactoria a este interrogante.