San Luis

Mirta Prieto

Soy Mirta Gladys Prieto de Imberti, tengo 73 años y nací en Santa Rosa, La Pampa, de padre español y madre argentina, Germán Prieto y Eva Díaz. Mi esposo es José Horacio Imberti, atleta y contador público. Tengo 2 hijas, Valeria, abogada, y Paula, contadora, además de 5 nietos maravillosos.

Jugaba para el club Estudiantes de Santa Rosa cuando el club Fortín Roca me preguntó si me animaba a dar clases de cestoball en ese club. Sin dudar, dije que sí. Allí tuve equipos muy buenos mientras jugaba y al mismo tiempo dirigía.

Ya viviendo en Buenos Aires, jugué en equipos de la capital, y ahí tuve la suerte de conocer a quien me enseñó a ser dirigente, Sara Closa, una leyenda del cesto que era presidenta de la Confederación Argentina de Cestoball.

Cuando llegué a Villa Mercedes, traje conmigo una carta de recomendación de la presidenta de la Confederación para una gran profesora, Laura Arias, una excelente docente. Me puse a trabajar con ella hasta que un día me dijo que el equipo era mío. Con la gran ayuda de ella, de Beba Baigorria, de Maide Luna y de Rosita Veneciano, docentes de educación física que realmente me ayudaron muchísimo, fue un gran desafío y un aprendizaje enorme, y formamos equipos excelentes.

Teníamos que participar en nuestro primer campeonato argentino que se hacía en Corrientes. Los costos del viaje eran altísimos y los padres de las chicas apenas me conocían. Entonces, pedí una audiencia con el jefe de la quinta brigada y le solicité que nos llevaran, y lo conseguimos. En nuestro primer campeonato argentino, viajamos en avión. A partir de ahí, comenzó mi historia con el cestoball en Villa Mercedes que no paró más.

La radio y la televisión de La Pampa le dieron un impulso tremendo al cesto al transmitir en vivo una final en nuestra ciudad. Conocí a un gran periodista, Tello Cornejo, quien además me enseñó mucho sobre la dirigencia deportiva y cómo ir a los organismos a gestionar ayuda para el cesto. Gracias a Dios, hicimos campeonatos en épocas de gobiernos de facto y democráticos.

Participé en el primer congreso internacional que se hizo en Suiza, donde se creó la primera confederación internacional de cestoball, donde se unió pelota al cesto con cestoball, y mi firma está en ese documento.

Nuestro cesto prácticamente siempre tuvo jugadoras en la selección argentina, como Susana Ranieri, Laura Montoya, Blanca Hollman, Helvecia Aguilera, Sonia Miranda, entre tantas otras; hubo muchas que estuvieron.

Soy una idealista total, fui una soñadora del cesto, mi sueño fue jugar algún día una final de categoría mayores y este año, cuando el equipo de San Luis jugó la final, realmente sentí que el sueño se cumplió.

La Asociación Maxi 30 de Cestoball me hizo un reconocimiento a mi trayectoria, allí me reencontré con ex compañeras de mi primer equipo. Que te mencionen con cariño, con respeto y con admiración es muy emocionante. Estoy orgullosa del crecimiento que me tocó ver en San Luis, eso te emociona, te ilusiona. Soy una fanática de La Pedrera, y siempre uno quiere más. El deporte en esa edad es fundamental, entre los 14 y 16 años, te enseña el orden, el sacrificio y te enseña todo.