Expresiones de la Aldea, San Luis

Libres y soberanos para soñar

En tiempos de tanta complejidad y tanta guerra, de tanto malestar acumulado, resulta necesario luchar para que las palabras no se vacíen de sentidos, ni los vacíos los ocupe un sinsentido. Un texto que Raquel Weinstock escribiera en 2012 se cuela, indispensable, y nos invita a pensarnos y repensarnos de verdad, libres y soberanos

Por Raquel Weinstock

Se  nos vuelve imprescindible la mirada social, que nos asegure el camino, la identidad y la idiosincrasia que nos distingue. Para no gemir a destiempo, y no haber gritado a tiempo.

Desde esta provincia nuestra. Desde donde pudimos crecer de golpe, casi sin darnos cuenta, y sostenernos.

A solas.

O acompañados.

Gloriosos, o heridos, pero libres.

Libres en el hacer, elegir y decir. Libres para ganar o perder algo, pero nunca la libertad, la libertad, insisto, de elegir, de pensar en voz alta. Aquí en esta tierra donde aprendimos a besar, o simular una pena. A parir nuestros hijos, a llorar a nuestros muertos. A partir buscando nuestro proyecto y volver a nuestra tierra sin cerrojos, con un manojo de llaves para buscar nuestros sueños, y encontrarlos, sin que nadie se permitiera indicarnos, someternos al cuándo, cómo y dónde.

Sin que nadie invadiera nuestras vidas, ni decidiera en qué lugar se encontraba nuestra alegría, ni midiera nuestros llantos. Disfrutando esa libertad con aroma de jazmines o de rosas, o del pasto recién mojado.

“Un sueño de libertad”, por Darko Topalski.

Y estamos acá, por deseo, y podremos irnos de igual manera. Nada, nadie nos clausurará caminos.

Nadie encerrará los pájaros, y su canto.

Pronto, unánimes y libres, celebraremos treinta años de democracia. Y no es poco, para un país latinoamericano.

No es poco para los puntanos, que sembramos, con nuestras propias semillas, sin mendigar, ni arrodillarnos. Acá en este pequeño país, como decía el poeta Agüero, donde nacieron libres nuestros hijos. Conociéndose en alguien, eligiendo sus caminos, y moldeando, como escultores, sus destinos.

Somos custodios, absolutamente responsables de sostener, y defender la democracia que pudimos, y supimos conseguir, por nuestros niños, por nuestros jóvenes, por nuestros viejos.

La libertad, como único soporte para vivir dignamente.

No existe otra manera.