Expresiones de la Aldea, San Luis

Será Justicia

Por Roberto Tessi

El Procurador Juan Aramayo acomodó su chalina* en los hombros y en un mismo gesto rozó el ala de su sombrero para saludar, por las dudas, a los que formaban un corrillo en la entrada del Juzgado del Crimen. El diariero, -don Frías- devolvió el saludo esgrimiendo en una mano La voz del Sud, recién llegada a su puesto, que en su primera plana anunciaba el plan de Obras Públicas del Intendente Pedro Giordano.

Hacía bastante que el Procurador estaba preocupado y de mal humor, en ese Juzgado le habían abierto una causa en su contra por “Usura”.  Aquel peoncito de patio desagradecido al que le había prestado unos pesos para construir un pieza en el lote que su madre le dejara en el Barrio Las Mirandas, lo denunciaba ante el Juez. Podía adivinar la mano de su eterno rival, el Procurador Basilio Rivero, que se la juró después de perder ese juicio por el campito de Fraga.

Aramayo sabía que lo condenaba un recibo llenado con su letra y firma y un escrito que aparecía en el expediente, -maldita la hora que entregué ese recibo, nunca pensé que lo guardaran- pensaba.  Muchas mañanas se presentaba en la barandilla de Tribunales para ver algunos expedientes, y como al pasar pedía ese que llevaba el apellido de aquel peón, un guion y en mayúscula SU DENUNCIA.

Tenía que tener paciencia, en algún momento el empleado se iba a distraer y él en un gesto rápido arrancaría el recibo haciéndolo desaparecer entre sus ropas, incluso se lo podía tragar, como lo había en otros casos. Era su última oportunidad, le habían contado que al día siguiente el Juez pediría el expediente para resolver y seguro que lo procesarían. El tema no lo dejaba dormir, se desmoronaba todo el prestigio social que tanto le costara en la pacata sociedad mercedina.

Apenas entró, se encontró que el Secretario del Juzgado Molinari estaba parado al lado del mostrador, algo se maliciaba, pues no le sacaba la vista al expediente que había pedido. Al Procurador le temblaban las manos de la furia que le generaba la situación, como buen caudillo conservador no estaba acostumbrado a que lo contradigan. Pasaban los minutos y era evidente que Molinari no se iba a mover  de allí… Después de un largo rato, cuando se habían retirado un par de abogados con sus pesados portafolios, Juan Aramayo levantó su mirada, tocándose levemente la montura de sus anteojos, encaró al impertérrito Secretario…

-¿Y VOS NO TENÍS TRABAJO QUE ESTAS AHÍ COMO LECHUZA….??

– No me falte el respeto Aramayo-dijo Molinari casi susurrando.

Esa contestación lacónica lo enfureció aún más, y soltando los papeles le tiró un sopapo que desparramó el peinado engominado del funcionario..

-SALI P’AJUERA QUE TE VOY HACER CAGAR, PETIMETRE..!!-

A los manotazos salieron por el pasillo que daba a la calle Junín y de pronto todas las voces callaron al unísono por el estampido… Aramayo le había disparado con su 32 corto a quema ropa, al cuerpo, el tiro había rozado la imponente humanidad del Secretario, que pese a ello, no se detuvo y con sus manos agarró de la cabeza al Procurador y la estrelló repetidas veces contra el capot del flamante Fiat 1500 allí estacionado.El griterío de los testigos ocasionales dio marco a los comedidos que separaban a los contendientes. El rostro de Molinari tenía el color de la ceniza, pero estaba con los ojos abiertos… Al frente, en la banquina, Aramayo yacía inconsciente, con la ropa desacomodada, y la Chalina hecha un bollo… De la comisura de su boca asomaba un pequeño pedazo de papel romaní que decía: SERÁ JUSTICIA…!

Localismos

Chalina : Poncho corto de hilado fino, que doblado en varias partes se usa sobre los hombros.-

P’ajuera : para afuera.-

Petimetre : tilingo, fanfarrón, pura pinta.-