La Aldea y el Mundo, San Luis

Pensarnos, un ejercicio constante

La Opinión

La Asociación de Filosofía y Liberación Argentina organizó unas jornadas nacionales en homenaje al filósofo Enrique Dussel. En San Luis el primer encuentro tuvo lugar el 5 de diciembre en el Centro Cultural José La Vía, y estará presente el 16 de este mes en Sacha Libros, de la Villa de Merlo.

“La actividad es propuesta por la Asociación de Filosofía y Liberación Argentina (AFyL) en un marco plenamente federal; compañeros y compañeras de distintas provincias van a estar proyectando la peli en instituciones educativas, centros culturales, etc. para homenajear a Dussel a un mes de su muerte”, comentó a La Opinión Pablo Monk, filósofo y docente, y uno de los organizadores y oradores de estas reuniones.

“La propuesta es darle un marco de homenaje a la proyección de la película y luego proponer un intercambio de sentipensares, un pensar en conversación, a partir de ella que es, en suma, la narración que el propio Enrique Dussel hace de su vida y de su obra a sus 80 años (2015)”, agregó Monk.

La organización del encuentro en San Luis estuvo a cargo también de Marcelo Muñoz y Hugo Morales, docentes de la UNSL. El 16 con la charla será impartida por Ramón Sanz Ferramola, también docente de la UNSL, pero a la vez músico y cantautor, “quien nos deleitará con su arte”.

En el encuentro también se proyectará el documental “Biografía intelectual de Enrique Dussel”, del director Sergio García Agundis.

La Filosofía de la Liberación

“La Filosofía de la liberación es un movimiento filosófico que surge en Argentina en los años 70”, explicó Monk. “Es una corriente de pensamiento que aglutinó a distintos pensadores (Dussel, Kusch, Scannone, Cullen, entre otros) en torno a la idea de pensar y hacer filosofía ‘desde’ Latinoamérica, pensando nuestras problemáticas y nuestras particularidades”.

Es importante conocerla porque es una filosofía que es argentina y también latinoamericana. Porque surge en respuesta afirmativa a la creencia de que Latinoamérica no es capaz de generar un pensamiento auténtico (Salázar Bondy) en virtud de su carácter de colonia. Porque implica una mirada crítica, decolonial y constructiva ante la filosofía occidental (Europa/Norteamérica). Y porque hoy día ya se ha ramificado de nuevas corrientes y nuevos pensadores.

Identificar la necesidad del otro

Enrique Dussel planteaba que “la filosofía no se hace sólo desde los libros, sino desde la realidad de un pueblo oprimido. El intelectual es real cuando está integrado orgánicamente con el pueblo”. Esa cercanía con la necesidad del otro no puede pensarse sin el contacto con esa realidad. Y es una realidad que sigue estando presente 50 años después de haberla analizado, señaló Monk. “Esta filosofía no surgió hace tanto tiempo, por lo que, en materia de pensamiento, es contemporánea”.

Más allá de eso, “su principal relevancia estriba, según mi parecer, en el hecho de que nos pone ante un dilema ético que fue, es y sigue siendo hoy urgente e interpelante: o bien nos animamos a pensar (y reconocernos) desde nuestra particularidad americana o bien seguimos reproduciendo y comentando una matriz de pensamiento extranjera que, en el marco de esta filosofía, es de dominación, de injusticia y, si tomamos en cuenta las cuestiones ecoclimáticas actuales, de muerte”, sintetizó.

“Dussel sostiene que el intelectual/filósofo sólo puede ser un maestro de su tiempo en tanto y en cuanto primero sepa ser un discípulo de su pueblo. En este sentido, el/la intelectual debe primero aprender a oír el reclamo del Otro/Otra (pobre, indio, mujer, etc.) para así poder realizar la crítica al sistema (al orden) del momento”, opinó Monk. “De no ser así, su labor es vacía; es un pensar sin raíz que o bien no denuncia las injusticias del status quo imperante (y en ese sentido es cómplice) o bien las legitima (y en ese sentido es inmoral)”.

Monk fue más allá de Dussel en su reflexión: “Ahora bien, como intelectuales, considero que nuestra integración con el pueblo debe ser constante; debe ser un ejercicio continuo (utópico tal vez) de poner el cuerpo, nuestro cuerpo, en el lugar del Otro/a. En el momento en que nos creemos integrados corremos el riesgo de erigirnos en profetas de un sentipensar que ni conocemos ni llegamos a entender”.

Y agregó: “Dussel dice que la filosofía tiene una función pedagógica (y también política, por supuesto). Y su inspiración es Paulo Freire, para quien se enseña aprendiendo y se aprende enseñando todo el tiempo”.

Enrique Dussel

Filosofía de la Liberación (fragmento)

La situación política desmejoraba a finales de la década del sesenta. Los alumnos exigían a los profesores mayor claridad política. La dictadura del general Juan Carlos Onganía en Argentina tenía cada vez mayor oposición entre los grupos populares.

En 1969 se produce el “Cordobazo” (la ciudad de Córdoba es tomada por estudiantes y obreros, reproduciéndose lo acaecido en México en Tlatelolco, en París o Frankfurt en el año anterior). En una reunión interdisciplinar con sociólogos en Buenos Aires escuché hablar por vez primera sobre la “Teoría de la Dependencia”.

Esta teoría hacía su camino, mostrando la asimetría económica Centro-Periferia, la dominación del Norte que condicionaba el subdesarrollo del Sur. Fals Borda publica Sociología de la Liberación en Colombia; Augusto Salazar Bondy daba a conocer ¿Existe una filosofía en nuestra América?, donde liga la imposibilidad de una filosofía auténtica a la situación estructural de neocolonias dominadas.

El filósofo Enrique Dussel.

Estábamos dictando un curso de Ética ontológica en la línea heideggeriana (del último Heidegger), en la Universidad Nacional de Cuyo, cuando un grupo de filósofos descubrimos la obra de Emmanuel Levinas, Totalité et Infini. Essai sur l’Exteriorité, sugerido por J.C. Scannone, miembro fundador del grupo. Mi ética ontológica se transformó en Para una ética de la liberación latinoamericana, el tránsito se sitúa exactamente entre el capítulo 2 y el 3 del tomo I.

La experiencia originaria de la Filosofía de la Liberación consiste en descubrir el “hecho” masivo de dominación, del constituirse una subjetividad como “señor” ante otra subjetividad como “oprimida”, pero ahora en el plano mundial (desde el comienzo de la expansión europea en 1492: hecho constitutivo originario de la “Modernidad”, imposible de ser descubierto por E. Levinas).

El pobre, el dominado, el indio masacrado, el afro-americano esclavo, el asiático de la guerra del opio, el judío en los campos de concentración, la mujer objeto sexual, el niño bajo manipulación ideológica (o la juventud, la cultura popular o el obrero creando plusvalor, etc), no pueden partir simplemente de la “estima de sí mismo”. El oprimido, torturado, destruido en su corporalidad sufriente simplemente grita, clama justicia: “¡Tengo hambre! ¡No me mates! ¡Ten compasión de mí!”.

El origen radical no es afirmación de sí-mismo, para ello hay que poder reflexionarse, tomarse como digno, descubrirse como persona. Estamos antes de todo ello. Estamos frente al esclavo que nació esclavo y que no sabe que es persona.

Simplemente grita. El grito, como ruido, rugido, clamor, proto-palabra todavía no articulada, que es interpretada en su sentido por el que tiene conciencia ética.