Desde que Poggi y Nancy Sosa rigen los destinos de la fuerza, sus integrantes son el blanco de un oculto ataque mediante un paquete de disposiciones que los han hecho pasar una Navidad para el olvido. En el fondo se ve que todo apunta a fundamentar el arribo a la provincia de la Gendarmería Nacional.

El malestar nació a partir del conocimiento de la letra chica del decreto 150, en los artículos 27, 28 y 29. En ese documento se adoptaron disposiciones como:

El Poder Ejecutivo podrá firmar convenios con fuerzas de seguridad federales para la colaboración en el combate contra la inseguridad, el narcotráfico y el crimen organizado.

El Poder Ejecutivo podrá reasignar funciones o destino al personal dependiente de la Provincia, que directamente o indirectamente influyan en la seguridad pública.

Durante la emergencia el Poder Ejecutivo podrá disponer el pase a retiro obligatorio del personal de la Policía de San Luis y del Servicio Penitenciario que hubiese obtenido un ascenso extraordinario en dos o más jerarquías sin obrar un acto destacado de servicio. Además podrá disponer el retiro obligatorio del personal activo que hubiese cumplido 30 años de servicio efectivo. También podrá declarar su prescindibilidad cuando se presenten motivos o causas suficientes.

A estas disposiciones del Gobernador se vinculan otras adoptadas por la nueva Plana Mayor a cargo de Pablo Vieytes, que  llevaron a formar un clima de tensa calma.

De igual modo, la tropa está viendo de reojo el desembarco de la Gendarmería Nacional pese a las justificaciones del Gobernador.

La desconfianza que tienen la sostienen en un comentario que Poggi le hizo a la ministra de Seguridad, Nancy Sosa: “…no sirven para mierda… por eso traemos a la Gendarmería…”.

Esos dichos sin lugar a dudas grafican el pensamiento que el mandatario tiene hacia la Policía.

Y del otro lado, fundamentan la desconfianza que los policías tienen sobre el verdadero motivo de la llegada de la Gendarmería Nacional.