“1984”: una invitación a pensar en la naturaleza humana
La Opinión
“1984” cuenta la historia de un personaje ficticio, Winston Smith, y de una sociedad vigilada por “El Gran Hermano”. La trama transcurre en Oceanía y bajo un régimen en el que el control es absoluto: alcanza a la propia naturaleza humana, la dimensión del tiempo y el ejercicio de todas las libertades, incluida la de pensamiento.
“El Gran Hermano” es una autoridad que aparece constantemente en “telepantallas” y como una voz en los altoparlantes de cada rincón de la ciudad, por lo que nunca se sabe hasta qué punto las conversaciones o movimientos de los personajes son captados.
La historia de Winston comienza con un suceso que comparte con dos de los personajes principales de la historia: Julia y O’Brien. Se trata de los “Dos minutos de odio”, una transmisión que interrumpe los trabajos de quienes cumplen funciones en los distintos ministerios del gobierno, y que en general se remiten al ataque hacia un hombre: Emmanuel Goldstein. Quienes entienden el libro como una crítica al comunismo soviético interpretan que Goldstein es León Trotsky, pero lo importante en esta historia es que Goldstein es el enemigo común bajo el cual el régimen del Gran Hermano pretende aglutinar a la sociedad.
Goldstein es, en teoría, el creador de “La Hermandad”, una comunidad formada por quienes se enfrentan secretamente al gobierno y cuyos miembros son perseguidos por la “Policía del Pensamiento”.
Existen incluso delitos conocidos como el de ser un “crimental”. “El crimental (el crimen de la mente) no implica la muerte. El crimental es la muerte misma”, escribía Winston en su diario. El hecho de iniciar la escritura de un diario lo convertía en un “crimental”. Winston intuía que tarde o temprano sería descubierto.
Términos como este eran incorporados en el “Diccionario de la Neolengua”, junto a otros como vaporización (personas desaparecidas que se suponía muertas por la Policía del Pensamiento), doblepensar (saber y no saber sobre lo que es verdad) y nopersona (alguien que había sido asesinado pero que desaparecía de todo registro).
Las nuevas palabras, los registros históricos y las estadísticas acomodadas para dar la razón a los discursos del Gran Hermano, hacían que la verdad se volviera difusa. Winston no sabía en qué año vivía y dudaba de sus recuerdos.
La verdad absoluta se volvía, así, propiedad exclusiva del gobierno. “La mentira elegida pasaría a los registros permanentes y se convertiría en la verdad”, relata el protagonista.
A partir del encuentro con Julia y O’Brien en el trabajo, Winston comienza la redacción del diario en el que afirma que el proletariado se levantará contra el régimen. Mientras tanto, vive en un mundo en el que los cigarrillos y la ginebra son de mala calidad, y el chocolate se divide por raciones. El proletariado es visto por el gobierno como una clase inferior, “no humana”.
El personaje de Julia representa la rebeldía. Alguien con quien Winston, desafiando las reglas, mantiene una relación amorosa. “Era un golpe contra el Partido. Era un acto político”, relata el personaje.
O’Brien representa a la autoridad, una persona en quien Winston erróneamente confía.
La confianza y el amor se rompen al final de la historia, que trata, en resumidas cuentas, de lo corruptible que puede ser el humano en situaciones extremas.
Como en su obra “Rebelión en la granja” (1945), George Orwell (cuyo verdadero nombre era Eric Blair), realiza en “1984” (1949) una crítica a lo que entonces, piensa, podría ser el comunismo del futuro.
Pero la obra también se puede aplicar a cualquier persona que, cuando se encuentra con poder, actúa como aquellas a las que critica.