La Aldea y el Mundo, San Luis

Las costumbres de un país mágico

Erika Santander Ghiggia

Soy Erika Yanina Santander Ghiggia. Nací en Buenos Aires, Sanatorio Cruz Palermo. Crecí en Quilmes con todas las costumbres porteñas, mis padres fueron un pilar muy grande para mi desarrollo. Llegó de otro país mi tío de visita. Amaba viajar, conocer y vivir experiencias con otras culturas. Quedé fascinada con ese estilo de vida.
Con 19 años fui a estudiar a Estados Unidos, en Georgia, un estado ubicado al sureste de ese inmenso país. Viajé un 5 de julio. Mi padre me acompañó para alojarme. Fui con un visa de estudiante donde pude ingresar a GA State University ubicado en Atlanta (capital de Georgia). Desde entonces soy Erika Santander en los archivos norteamericanos, estudié el Programa de Inglés Intensivo a cuyo término estudié la carrera de Administración de Empresas, y luego hice un curso de intérprete médico bilingüe. Extraño es ver mis comienzos con toda mi onda argentina, para que en unos años fuese una norteamericana más. Vivir dentro de una cultura tan fría y tan directa en donde eres o no eres, así de simple.
Algunas anécdotas que ayudaron a formarme por ejemplo fueron cuando entré a una peluquería de raza negra y pedí un corte de puntas. Se rieron y continuaron en lo suyo. Fui a una peluquería de raza blanca y me hicieron el corte. Una cultura que no abre sus sentimientos ni pensamientos como el argentino, no pregunta y no invade el espacio personal, todo lo contrario, a un latino, inclusive argentino. Estaba en la universidad cuando tuve problemas con la PC, llamé a la chica encargada, vino lo solucionó y le pregunté: ¿cómo lo hiciste? Ella respondió con una sonrisa: Eso es algo que vos no deberías saber. Yo con una sonrisa le contesté: ¡de acuerdo, gracias! Ahí aprendí que invadir el espacio personal es un NO, no hagas preguntas si ellos no comparten, no preguntes como están porque puedan que te respondan con un silencio, no preguntes cuál es su teléfono porque con una sonrisa miran a su celular y siguen caminando.

Erika con la Escultura vegetal de la diosa de la tierra en los jardines botánicos de Atlanta.


Me acostumbré a no hablar de mí, a no preguntar por el otro y a hacer mis propias averiguaciones ya que nadie comparte su éxito o su trayecto, no comparten ese espacio con nadie. Aprendí a que, ante una duda, consultar a un referente de alto cargo con seriedad y nada de risas, la pregunta es precisa y la respuesta es concisa. Las explicaciones son excusas que nadie quiere escuchar. Cumplir la palabra y respetar la puntualidad es imperativo.
Es un sistema muy estructurado donde no hay margen para errores, no hay reuniones ni debates a menos que sea por negocios. Una sociedad con un alto nivel competitivo de quién es mejor, quién tiene la tele más grande y el mejor auto. Una sociedad que siempre consume.
Yo me convertí en una norteamericana más, dejando de lado toda costumbre de mi juventud. Abrí una agencia de venta de autos, me casé y tuve tres hermosos hijos. Con ellos viví la escolaridad. Sala de 3 años van de 8 a 15, desayunan, almuerzan, hacen una siesta de 35 minutos y tienen recreo de 1 hora. Sala de 5 cursa en la escuela primaria sin siestas, aprenden a leer y escribir 100 palabras, saben sus datos personales y llamar al 911.
Durante la primaria aprenden inglés leyendo y escribiendo, no aprenden estructuras, tiene una cantidad máxima de libros para leer y analizar desde 1º grado. En 3º grado mis hijos sabían escribir en el PC sin mirar el teclado, sabían del universo, motores de avión, ángulos entre tantas otras cosas. Los niños son separados en categorías para no atrasar la enseñanza. Estaban los lentos, la fase normal y los dotados. Estar en las clases de niños dotados durante toda la vida escolar es el equivalente a ir a la bandera. No hay actos escolares, en su lugar hay presentaciones de entretenimiento alusivas a fechas nacionales.
No hay clubs de deportes, para jugar hay que ser el mejor, se juega en la escuela a través de una selección. Los equipos lo conforman los varones mientras que las chicas son el equipo de porristas. Para cualquiera de los deportes hay que mantener un promedio alto de otro modo es reemplazado. No hay uniformes y los chicos dejan libros y hacen la tarea en la escuela.

De izq. a der.: 1- Ciudad de Atlanta. 2- Vista desde el Parque Piedmont en otoño. 3- Calabazas de colores en el jardín botánico. Atlanta, Georgia. USA


Silencio y orden en los pasillos, lo aprenden desde niños, también a escuchar al adulto y obedecer normas que los niños no cuestionan. Las familias tienen un auto por integrante, ya que no hay veredas ni transporte público accesible a los negocios. Todo está controlado por el Tío Sam.
A fin de año se reportan los ingresos y los egresos, estado civil y niños, para ellos hay que presentar sus boletines. Si se gasta más de lo que se gana, hay un reintegro y si se gasta menos de lo que se gana hay que pagar impuestos. Mientras más tarjetas mejor, no uses efectivo, se ve mal. Un pago tarde de 24 hs se refleja en el Veraz por 3 años. Las tasas de interés no están reguladas. Los precios son fijos y el salario siempre alcanza para consumir.
No se puede abrir un negocio sin un permiso de la ciudad y nadie confía en trabajos caseros. Nadie compra lo usado por otra persona, eso solo lo hace la gente inmigrante pobre que se está haciendo de algo. Tener una Green Card da derechos limitados, un error y la revocan deportando al inmigrante.
Es un país libre donde uno hace lo que quiere hasta que lo agarran. Por cualquier tontería se aplica la pena máxima de 10 años de cárcel o 100 mil dólares de multa. Llevarse un lápiz labial sin pagar es cárcel. Completar un formulario sin respetar su instrucción es rechazado. Las palabras son muy importantes para poder vivir este bello país donde todo es lindo, limpio y armónico.
Una comida clásica es la hamburguesa (el pavo es de la cultura irlandesa). Existe una gastronomía internacional autóctona, donde cada cultura puede saborear los deleites de su país. La popularidad llega hasta Brasil, desde Colombia, Venezuela, Perú y Chile.
En un país tan retraído y a la vez, tan excéntrico en vestimenta y bienes que hablan por sí solos de quien es quien, uno puede ser feliz y vivir bien. Haber conocido y experimentado otras culturas fue lo más extraordinario en mi vida, aprendí de la gente que hay cientos de modos de vivir.
Hoy vivo en San Luis porque tengo familia. Hoy experimento una cultura nueva e interesante, su gente y sus costumbres tan distintas me albergan en paz temporalmente.
Toda adaptación sociocultural e idioma lleva tiempo. Fueron 20 años de hablar solo inglés. Aprendo de a poco a vivir la puntanidad dejando atrás un poco costumbres de aquel país mágico, Estados Unidos.