La Aldea y el Mundo, San Luis

De todo: la santita, el horóscopo y el morfi…

IRIS

Te empiezo con una cosa que dicen ahora de los signos afortunados. Los cuatro signos afortunados desde su nacimiento son: 

  • Tauro: este signo afronta los desafíos con determinación, adaptándose y extrayendo lo positivo de las adversidades. Si bien reconoce su dedicación al trabajo, Tauro evita que el ocio interfiera en sus responsabilidades. 
  • Libra: busca que el dinero fluya para disfrutar de la libertad junto a sus seres queridos. Valora las relaciones y se esfuerza por ayudar, pero no asume responsabilidades ajenas. Libra encuentra satisfacción en el trabajo, la construcción de proyectos y el continuo crecimiento personal.
  • Leo: este signo está conectado con la prosperidad, atrayendo la riqueza sin reservas. Además, con una disposición trabajadora y la capacidad de destacar en diversas áreas, Leo es ambicioso, seguro y persistente en lograr sus sueños. Su habilidad para retomar proyectos pausados y enfrentar desafíos hace que el dinero sea su fiel aliado. 
  • Aries: se destaca por su gratitud, su valentía y la disposición para asumir riesgos en lograr alcanzar sus metas con determinación y esfuerzo. Enfocado en superar sus propias expectativas, Aries trabaja sin preocuparse por complacer a los demás y la competitividad consigo mismo lo convierten en un imán natural para la prosperidad financiera.

Sabés que no creo nada de todo esto, pero que las hay, las hay…

Te aclaro me tienen podrida los que siempre hablan de comer bien, sanito, nutritivo, vegano, vegetariano y qué se yo. O sea, que cada uno coma como se le antoje o lo que pueda. Pero que cada vez que te sentás a la mesa, empiecen: sacale la piel por las grasas, retirá la sal por el corazón, la entraña tiene grasa interna, la naranja entera porque el jugo concentra el azúcar, está muy bueno este plato, pero faltan proteínas, o sobran carbohidratos. Pasas de uva sí, nueces no y es mejor una mezcla de semillas y cereales. Oíme que cada cual haga lo que pueda, lo que quiera. Si tenés un problema de salud, cuídate. Pero sin empezar una apología cada vez que nos sentamos a morfar. Que el café no, porque es negro. Que el té tiene teteína. Ya me asusta cuando voy a agarrar un producto y empiezan los letreros: exceso en azúcares, exceso en sodio, 80% reducido en grasas totales, este no es un elemento reducido en valor energético. Y otros con las grasas saturadas y las no saturadas. Te da pánico. Ya ni el edulcorante sirve, ahora es estevia o no sé qué corno.


Qué momento el de la primer santita argentina. Hagamos así, hoy te cuento quién es y la próxima te explico mucho más. Nacida en 1730 en Santiago del Estero, Argentina, la vida de María Antonia de Paz y Figueroa, así se llamaba, estuvo marcada por la vocación religiosa desde jovencita. Con quince años, emitió sus votos en la Compañía de Jesús, donde comenzó una vida retirada junto a otras beatas. Allí se dedicó a educar niños, cuidar enfermos y asistir a los más pobres y vulnerables. Su nombre y la fama de sus actos comenzaron a crecer a partir de 1767, cuando el rey Carlos III de España expulsó a la Compañía de los territorios de la Corona. A sus treinta y siete años, tomó la decisión de continuar organizando cursos de ejercicios espirituales. Según se cree, sus iniciativas surgieron a partir de una epifanía que la llamó a continuar con su misión. Desde entonces, adoptó su nombre religioso: María Antonia de San José. A partir de allí comenzó a llevar los ejercicios espirituales a Catamarca, La Rioja, Jujuy, Salta y Tucumán. A Buenos Aires llegó en 1778, donde sus enseñanzas fueron rechazadas por las autoridades del virreinato. Sin embargo, la convocatoria masiva de sus retiros llevó a que, tiempo después, el obispado le diera la autorización oficial para llevarlas adelante. Sus peregrinaciones la llevaron hasta Uruguay donde fundó una casa de ejercicios espirituales en 1784. En Buenos Aires levantó la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en 1795, que es uno de los edificios más antiguos de la ciudad y que aún hoy es un templo para los fieles. Mama Antula murió el 7 de marzo de 1799, fecha en la que se celebra su fiesta litúrgica.