Lo que ha ocurrido en estos días con el periodismo argentino es gravísimo, no solo por la decisión del presidente Javier Milei de cerrar abruptamente Télam, sino que también por la metodología autoritaria y dictatorial.
Con una inusitada violencia las fuerzas federales coparon las instalaciones y clausuraron su página web y a los trabajadores (755), sin ningún tipo de explicación, los “licenciaron” por una semana sin saber cuál será su futuro.
Este gravísimo hecho ubica a la Argentina en una situación incómoda por el manejo que hace el gobierno de su información. Es, ahora, uno de los pocos países del mundo que no tiene una agencia oficial de noticias.
En este caso el daño es mayor, porque Télam no solo se había convertido en el canal de difusión de las actividades de gobierno nacional. Era una vidriera de todo lo que ocurre en el país, gracias a su red de corresponsales que hacía una tarea de federalismo.

Todo eso ahora camina por un carril peligroso, la desaparición. Únicamente esto se puede torcer o evitar con una decidida intervención de la Justicia, que ya tiene antecedentes de otros intentos similares de los gobiernos de turno de derecha de querer bajar las persianas de Télam y no lo consiguieron.
En San Luis la decisión de cerrar Télam golpeó fuerte al ambiente periodístico. Porque la vidriera nacional era a través de este servicio. Por la corresponsalía han pasado reconocidos colegas como Eduardo Brovarone, Jorge Gómez Pérez, Luis Passinetti, Carlos Moreno, Lucero Suárez, Nino Romero, Omar Riera, Claudia San Martín y Nicolás Varvara, entre otros.
La disposición de Milei es ponerle una mordaza a la prensa, a las provincias y al federalismo. Por ello ha merecido el más enérgico repudio de todos los sectores.
“Ataque a la libertad de expresión. Vallan un medio público, Télam, en plena medianoche. El gobierno nacional está llevando adelante uno de los peores ataques a la libertad de expresión en los últimos 40 años de democracia”, denunciaron desde el Sipreba (Sindicato Prensa de Buenos Aires) y @somostelam.