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El fin de un espanto

La Universidad de Harvard anunció que retiró de la piel humana que forraba un ejemplar de Des destinées de l’âme, del escritor francés Arsène Houssaye, que forma parte de su biblioteca desde hace 90 años.
El volumen pertenecía al médico y bibliófilo francés Ludovic Bouland, que lo encuadernó con la piel que tomó sin consentimiento del cuerpo de una paciente fallecida en el hospital donde trabajaba, según indica en un comunicado la universidad. Bouland había insertado una nota manuscrita que decía que “un libro sobre el alma humana merecía tener una cubierta humana”.
El libro llegó a Harvard en 1934, a través del diplomático estadounidense John B. Stetson, heredero de una fortuna de la industria sombrerera.
Hasta hace poco, los alumnos podían acceder al libro, y de hecho entre los estudiantes existía una novatada en la que los más veteranos pedían a los nuevos que tomaran el ejemplar, sin informarles que contenía restos humanos.
La universidad revisó la custodia del libro tras un informe de su comité directivo sobre restos humanos en colecciones de museos universitarios, publicado en otoño de 2022. Tras un “cuidadoso estudio”, la biblioteca concluyó que la piel usada en el libro no pertenecería más a su colección “debido a la naturaleza éticamente delicada de sus orígenes y a su historia posterior”.
Ahora, la universidad trata de hallar más datos sobre la biografía de Bouland y de la paciente anónima, y además está estudiando el posible destino de los restos humanos tanto con las autoridades competentes de Harvard como con Francia.

Ludovic Bouland era médico y un entusiasta de la bibliopegia antropodérmica, el nombre con el que se conoce la técnica de encuadernar obras en tejido humano.

La historia del ejemplar se hizo conocida tras un artículo publicado en el blog de la biblioteca Houghton en 2014, por el que la propia casa de estudios pidió perdón en el comunicado, asegurando que se elaboró con “un tono sensacionalista, morboso y humorístico que alimentó una cobertura mediática internacional similar”.
“La Biblioteca de Harvard reconoce los fallos cometidos en el pasado en la gestión del libro, que cosificaron y comprometieron aún más la dignidad del ser humano cuyos restos se utilizaron para su encuadernación”, señala. Este caso recuerda al proceso de revisionismo histórico de muchos museos en Estados Unidos y Europa, que han sacado de sus exposiciones restos humanos y objetos tomados sin consentimiento de otras culturas.
El anuncio se produjo más de tres años después de que la universidad anunciara un amplio estudio de los restos humanos en todas sus colecciones, como parte de la intensificación del ajuste de cuentas con el papel de la esclavitud y el colonialismo en el establecimiento de universidades y museos. En un comunicado, el entonces presidente de Harvard, Lawrence S. Bacow, se disculpó por el papel de la universidad en prácticas que “anteponían la empresa académica al respeto por los muertos y la decencia humana”.
Un informe publicado en 2022 identificó más de 20.000 restos humanos en las colecciones de Harvard, desde esqueletos completos hasta mechones de pelo, fragmentos de huesos y dientes. Incluían los restos de unos 6.500 nativos americanos, cuyo manejo se rige por la Ley de Protección y Repatriación de Tumbas de Nativos Americanos de 1990, así como 19 de personas de ascendencia africana que pudieron haber sido esclavizadas.
La decisión de Harvard se produce tras una campaña de presión encabezada por Paul Needham, un destacado estudioso de los primeros libros modernos, quien, tal y como permiten las políticas de Harvard, formó un “grupo de afinidad” el pasado mes de mayo que pedía que se retirara la encuadernación y que los restos de la mujer recibieran una sepultura adecuada en Francia.
La carta, firmada por Needham y otros dos líderes del grupo, decía que la biblioteca tenía un historial de manejo del libro “de manera brutal de forma regular, como un elemento de exhibición sensacionalista que llama la atención”. Citaba en particular una entrada de blog de 2014 sobre las pruebas científicas, desde entonces eliminada, que calificaba la investigación de “buena noticia para los aficionados a la bibliopegia antropodérmica, bibliómanos y caníbales por igual”.