Las reservas de oro, la deuda pública y el silencio
Alejandro Olmos Gaona
Debido a una denuncia efectuada por el diputado Palazzo, se tuvo conocimiento del envío de reservas de oro al Banco de Inglaterra por parte del ministro Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, todo lo cual había sido realizado en el mayor secreto. Ante la denuncia de Palazzo, Caputo no tuvo otra alternativa que admitir el envío, para obtener rentabilidad. Hay que ser un ignorante para creer que estos envíos sirven para obtener rentabilidad y no para garantizar una operación crediticia, como en realidad es, siendo el oro la garantía que se entrega. Esto lo hizo con anterioridad el gobierno de Macri, siendo Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, por lo cual no cabe asombrarse de las acciones de estos sujetos, siempre dispuestos a negociar con los bienes públicos. Las reservas entregadas por el gobierno de Macri debieron ser recompradas por Alberto Fernández en 2020, pero ahora la “casta” vuelve a hacer de la suyas, con la complacencia del presidente Milei.
Algo que cabría preguntarse es ¿el porqué del secretismo, si se trató de una operación que nos iba a dar rentabilidad? Ya que en este gobierno se publicitan hasta las nimiedades, y el vocero presidencial cuenta hasta lo que se hace diariamente, ¿por qué solo admitieron el envío del oro, cuando se hizo pública la denuncia con datos muy concretos del envío? Cuando hay secreto es porque existe algo que esconder y las cosas no son transparentes, y nada debe asombrarnos de la dupla Caputo – Milei (hay que leer la dupla Caputo-Bausili), porque ya hicieron de las suyas durante la gestión de Macri lo que llevó al fiscal Federico Delgado a imputarlos penalmente por los negocios con bonos. Como el actual gobierno sostiene que el Estado es una organización criminal y debe ser destruido, y solo los intereses privados deben ser beneficiados por las políticas públicas, porque solo ellos nos van a “salvar”, no es extraño que se entreguen bienes públicos para garantizar operaciones oscuras. Lo que es inadmisible es que se pretenda justificar con argumentos insostenibles una decisión que compromete las reservas del país, sin mostrar las modalidades de la operación que siguen siendo materia de un silencio sepulcral. Además, existe el riesgo que tales reservas sean embargadas, debido a litigios que tiene la Argentina en tribunales del exterior y en el CIADI.
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El Banco de Inglaterra era, a inicios del siglo XX, el símbolo del poder económico del Reino Unido. La institución había sido fundada en 1694. Es el banco central y el encargado de dictar la política monetaria del país a través de su Comité.
Lamentablemente, en esto de negociar en secreto y entregar reservas de oro, sin dar a conocer las razones, hay un largo listado de gobiernos que lo han hecho, por lo cual, pareciera que son prácticas comunes, que se esconden al conocimiento público. En muchos casos, porque darlos a publicidad rompería ciertas auras de progresismo y del carácter supuestamente revolucionario de ciertos gobiernos, que llegado el momento negocian con las reservas y las comprometen imprudentemente. Lo hizo Correa en el Ecuador, Lula y Dilma en Brasil, Evo en Bolivia, como un ejemplo de personajes que hablan contra el imperialismo, pero siempre terminan negociando con él.
En este momento Perú, Brasil, Ecuador, Bolivia, Venezuela, México, tienen reservas de oro en el Banco de Inglaterra, quien se ha negado a entregar a Venezuela sus reservas, por pedido de los opositores al gobierno.
Otra de las cuestiones de las que no se habla es del enorme crecimiento de la deuda pública en los últimos seis meses: 10.662 millones de dólares en enero, en febrero aumentó 5.259 millones de dólares, en marzo 16.501 millones en el mes de abril 11.019 millones, y al 30 de mayo 21.606 millones de dólares, lo que hace un total en seis meses de 65,047 millones. El 48% está en moneda local y el 52% de la deuda en moneda extranjera. Hay vencimiento de aquí a diciembre por 7.000 millones de dólares, y en el 2025, por más de 15.000 millones.
Cómo es posible que ante una deuda de semejante magnitud que se está acrecentando al trasladar los pasivos del Banco Central se guarde silencio, y el locuaz presidente y sus ministros no digan una palabra, como tampoco el presidente del Banco Central.
Solo se exhibe el superavit financiero de estos seis meses que no llega a 1.500 millones de dólares, después del pago de intereses de la deuda, pero de el crecimiento desmesurado de esta, hasta llegar a 442.505 millones de dólares, no se dice nada. Ni de su aumento, ni de cómo se va a pagar, y así vamos, en un gobierno cuyas ficciones se van cayendo una a una.
Es interesante como el ocultamiento de informacion como la deuda publica es utilizado a favor para imponer su impronta en la narrativa nacional usando en favor a los gobernadores cuyas provincias tiene imagen positiva del oficialismo de nacion.