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Una Mapuche de alma Ranquel

Por Maru Vallejos

Nací en un lugar recóndito de la provincia de Chubut, en suelo Mapuche.
A mis 2 años llegué a San Luis y de mis orígenes recuerdo poco.
San Luis es el lugar que me dio todo.
Mi abuela Ñata me enseñó el amor por el lugar que la cobijó desde joven. Una señora paqueta que supo tener una de las primeras joyerías y regalarías en la ciudad.
Mi abuelo me hizo descubrir San Francisco, su lugar natal, la primera escuelita, el valle de las maestras puntanas, el noble trabajo con la tierra y sus cabalgatas eternas porque su corazón es de gaucho puntano.
Y yo aprendí a amarte en todas tus calles, tus veredas finitas y barrios de casitas con techo a doble agua.
Crecí en la plaza Pringles que me vio pasar caminando, en rollers y en bicicleta.
Ir a jugar a Todo Plástico con la chica del “legocio”.
Almorzar en Suanny y salir corriendo a Patricia Regalos donde mi abuela me esperaba con la merienda que compraba en el kiosco de José mientras repasaba las revistas.
Correr hasta la Galería Sananes, comprar el pan en Pigüi y siempre que pasaba por Doña María olías las especias que vendían a granel.
Celebro todos los días haber elegido San Luis como mi lugar.
El lugar que me vio crecer y realizar todos mis sueños.
Y celebro a toda su gente que hace de este lugar el más lindo del país.
¡Viva San Luis!

Mis abuelos: José y Ñata con mi mamá.

La chica del “legocio”.

Mi mamá, en la puerta de “Patricia Regalos”