Nadar hasta la orilla y la naturaleza de las cosas
En trece canciones, Charly García levanta la emoción de sus seguidores, a quienes refuerza el mote de aliados para un pacto en donde las dos partes ceden un poco
Por Nahuel Lagos
El factor emocional que significa para una buena cantidad de argentinos que siguen a Charly García la edición de un disco con nuevas canciones debería ser más fuerte que cualquier desperfecto técnico o humano que pudiera contener esa nueva obra. “La lógica del escorpión”, entonces, es un álbum con más condimentos tácitos que concretos. Un pacto entre el artista y sus oyentes -a los que en un tiempo llamó “aliados”- en el que no habrá modulación de la voz perfecta ni una interpretación impecable, pero en el que se encontrarán muchos de los elementos que conformaron una carrera inmensa e inigualable.
En 13 canciones con su sello, el músico -uno de los más grandes que dio la cultura popular del país en toda su historia-, vuelve a mostrarse descarnadamente argentino, descarnadamente talentoso, descarnadamente García.
Para su regreso (¿y despedida?) Charly eligió contar la fábula del escorpión que pica la rana que lo ayuda a cruzar el río, lo que provoca que ambos se hundan sin remedio. Naturaleza, carácter, traición, lógica, ruego, salvación y la posibilidad latente de caer se respiran en el aire del álbum.
“La lógica del escorpión” comienza con “Rompela”, un rock and roll a lo García que es en realidad una versión en castellano de un tema que había grabado en inglés, “Break in up”, en su disco anterior. Y termina con “Rock and roll star”, otro rock and roll a lo García que versiona, de nuevo, un clásico de “The Birds” y que hace en dupla con Fito Páez.
Charly y Spinetta en el Prima Rock de 1981. Foto: Gabriel Rocca.
En el medio, hay dos canciones de “Sui Generis”, su primera banda, (el bellísimo “Te recuerdo invierno” y el censurado “Juan Represión”) y un cover de John Lennon respetado en la melodía y en la traducción literal.
Para continuar el ejercicio revisionista Charly invitó a David Lebón, uno de los integrantes de “Serú Girán”, para hacer dos temas: el blues “El club de los 27” y “Medicina N° 9”, que revisita por su introducción con piano a “El rap de las hormigas”, así como “Estrellas al caer” le roba descaradamente la melodía -aunque acelerada- a “Chipi chipi”, el tema más difundido de su ópera rock “La hija de la lágrima”, grabada hace 30 años.
La impronta de “Serú” también se escucha en “América”, el tema en el que invitó a Pedro Aznar para enumerar algunos de sus miedos: a Dios, a las réplicas, al fin, a ser feliz.
Pese a que eran amigos y se admiraban mutuamente, Charly García y Luis Alberto Spinetta solo grabaron una canción en conjunto en sus extensas carreras, la inolvidable “Rezo por vos”. En “La lógica del escorpión” aparece para tomarse revancha de una ausencia inexplicable “La pelícana y el androide”, una canción que desde el título muestra su evidente alineación a la poética de “El Flaco” por encima de la de García, que solo hace los coros y exhibe su piano.
“Autofemicidio” es una canción que demuestra la vigencia del ojo agudo con que el autor describió a su sociedad a lo largo de todos estos años. “La grieta entre los humanos/ se hace cada vez más grande/ los chicos quieren ser chicas/ las chicas quieren ser grandes”, canta con una lucidez que todavía vale la pena festejar.
Pero el tema que mejor refleja el espíritu de la obra que García construyó en todos estos años y que, justamente por eso, se convierte en el mejor del disco es “Yo ya sé”. Además de los cambios de ritmo, de una métrica casi perfecta y de una melodía pegadiza por el uso de esdrújulas, la canción juega con una constante en la carrera de Charly: la contradicción entre saber y no saber.
Si durante toda su vida Charly se dedicó a cantar su vivencias en carne cruda (desde sus primeras soledades a sus encuentros con el diablo, desde que demolió hoteles hasta que se tiró por la ventana de uno, desde que iba de la cama al living hasta que vio deambular amigos por su casa cuales bichos enfermos), no habría razón ahora para no mostrarse ante su público con las vulnerabilidades que le trajeron el paso de los años y los achaques de la salud. No es más que otra demostración de honestidad, sinceridad y dignidad de un artista que insiste en enarbolar esas virtudes, por más que ya no lo necesite.