Un maravilloso testimonio
Por Leticia del Carmen Maqueda
Comparto con ustedes este registro fotográfico que me alucina. Es como mirar no con los ojos de la imaginación sino a través de una fotografía que capto en una imagen de lo real, aquel lejano tiempo que algunos historiadores con la mirada desde Buenos Aires llamaron de la “organización nacional”.
En realidad, fue un tiempo brutal y confuso, en el que con dolor fue surgiendo una construcción nacional al amparo de la Constitución, pero a sangre y fuego.
Fue el tiempo de la mal llamada Guerra de Pacificación, sangriento avance sobre el interior federal, tiempo de luchas fratricidas que culminaron con el triunfo de Buenos Aires sobre la Nación en la
Batalla de Pavón.
Fue el tiempo de la paulatina desaparición de los grandes caudillos, de sus cabezas clavadas en una lanza como trofeos y expuestas en plazas públicas.
Fue el tiempo de la lucha con los Señores de Tierra Adentro cuyas lanzas no pudieron detener la devastación de sus grandes naciones araucanas y pampas, que pasaron a convertirse en la niebla que cubre retazos de nuestra historia.
Pero también fue el tiempo del incipiente desarrollo agropecuario, del inicio del trazado de las vías del ferrocarril, de la creación de escuelas, de la definición casi definitiva del territorio argentino.
Esta foto, que muestra las lanzas en las manos, los ponchos tejidos en telares en el hogar criollo lejano o en las tolderías, las botas de potro, los pañuelos al cuello para el sol implacable y los sombreros, es tal vez la imagen de un tiempo nacional que desaparecía en el silencio de la pampa aún bárbara y salvaje.
MARAVILLOSO TESTIMONIO que nos permite atesorar retazos de la historia argentina que están en lo más profundo del entramado de nuestra identidad.
REFERENCIA FOTO
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN
Lanceros del cacique Linares, en el Chichimel, a quien se distingue sentado entre dos oficiales del ejército. Este cacique colaboró con la expedición militar, combatiendo junto a los caciques Coliqueo y Cipriano Catriel, al mando del general Ignacio Rivas en la Batalla de San Carlos en 1872, donde derrotaron al Cacique de Salinas Grandes, Cafulcurá.