La NASA encontró una base bajo el hielo del Polo Norte
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La NASA sorprendió al mundo con el reciente anuncio de un descubrimiento fascinante: una estructura oculta bajo los profundos hielos del Polo Norte. Este hallazgo, logrado gracias a avanzadas técnicas de radar y sensores satelitales, ha desatado teorías e interrogantes sobre su origen y propósito.
Los científicos han identificado lo que parece ser una formación rectangular con patrones geométricos claramente definidos, una anomalía en el paisaje helado y natural del Ártico. Según los primeros informes, estas formaciones son demasiado precisas para ser completamente naturales, lo que ha llevado a especulaciones sobre si podrían tener un origen artificial.
La base estaría enterrada a unos 300 metros bajo el hielo y tiene una extensión aproximada de dos kilómetros cuadrados. “Es un descubrimiento sin precedentes”, afirmó la doctora Emily Harper, líder del proyecto de análisis de radar de la NASA. “Nunca antes habíamos encontrado algo con estas características en esta.
¿Qué se sabe de su origen?
Aunque los investigadores aún están recopilando datos, se han planteado varias hipótesis. Algunas sugieren que podrían tratarse de una formación geológica única, mientras que otros apuntan a restos de una antigua civilización que habitó el Ártico antes de su congelación hace millas de años.
Por otro lado, hay quienes especulan con teorías más audaces, como la posibilidad de que sea una base militar secreta de la Guerra Fría o incluso una instalación de origen extraterrestre. Sin embargo, los expertos han pedido cautela. “No podemos sacar conclusiones hasta completar el análisis exhaustivo de las muestras y datos recolectados”, añadió Harper.
El papel del cambio climático
Este descubrimiento ha sido posible, en parte, debido al deshielo acelerado del Ártico causado por el cambio climático.
“El retroceso de los glaciares nos está revelando secretos del pasado”, explicó el climatólogo Dr. Marcus Reynolds. “Pero también nos recuerda la urgencia de combatir el calentamiento global”.
Próximos pasos de la NASA
La NASA planea enviar un equipo especializado para investigar cerca de la estructura. Esto incluye el uso de drones submarinos y perforadoras avanzadas para tomar muestras directas del hielo y la misma estructura. Los resultados de estas investigaciones podrían tardar meses o incluso años en ser analizados.
Mientras tanto, el hallazgo ya está generando un intenso debate entre científicos, historiadores y el público en general. ¿Es este un testimonio del ingenio humano de épocas pasadas o un misterio aún más profundo por descubrir?
La humanidad está, una vez más, a las puertas de un descubrimiento que podría cambiar nuestra comprensión del mundo.
El Sol se tragó un cometa
En sus noticias, la NASA y la Agencia Espacial Europea también informaron que registraron el momento en que al cometa C/2024 S1 (ATLAS) se lo tragó literalmente el Sol.
El Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO) grabó el 28 de octubre cómo el cuerpo celeste, mezcla de hielo, polvo y rocas espaciales, desapareció al aproximarse al punto más cercano al Sol, el perihelio, donde el calor es tan intenso que termina desintegrándose.
Era inevitable el desenlace, porque es común a la suerte que corren los restos de un cometa mayor que, hace siglos, se rompió en varios fragmentos y, en la mayoría de los casos, al pasar muy cerca del Sol no logran escapar del intenso calor.
Hubo sin embargo excepciones con sobrevivientes entre los cometas Kreutz, como sucedió recientemente con el famoso cometa del siglo C/2023 A3 (Tsuchinshan-ATLAS) que, tras pasar su perihelio en septiembre, continuó su trayectoria y, a simple vista, se hizo ver en el cielo nocturno durante buena parte de octubre, lo cual brindó un espectáculo visual único para astrónomos y observadores.
Entre 6 y 15 kilómetros de diámetros, estuvo a tan solo 0.56 unidades astronómicas de la Tierra, equivalentes a unos 83.774,807 kilómetros.
El cometa C/2024 pertenece a una familia de cometas conocida como “rasantes del sol Kreutz” y fue descubierto el 27 de septiembre a través del sistema ATLAS, diseñado para detectar objetos potencialmente peligrosos en el espacio.
Los cometas son cuerpos celestes compuestos principalmente de hielo, polvo y rocas, que orbitan alrededor del Sol en trayectorias elípticas.
Sus colas brillantes se forman cuando se acercan al Sol y el calor sublima el hielo, liberando gas y polvo al espacio. Estos cuerpos pueden variar en tamaño, desde unos pocos kilómetros hasta varios cientos de kilómetros de diámetro.
Se originan principalmente en dos regiones del sistema solar: la Nube de Oort, una región esférica de objetos helados que envuelve el sistema solar, y el Cinturón de Kuiper, un anillo de cuerpos helados situado más allá de la órbita de Neptuno.