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Miguel Angel «El Negro» Guzmán, «El Caudillo»

Su pasión fue el fútbol. De niño jugó en el Sporting Club Victoria y en Sportivo Pedal Club de San Rafael. Su regreso a San Luis y su paso por el fútbol grande de Mendoza y Córdoba. En dos oportunidades estuvo a punto de jugar en el exterior. Su pasión por San Luis lo hizo desistir. Su amistad con Raymundo “Mumo” Orsi y su pasión por las pizzas

Miguel Angel Guzmán, nació el 29 de setiembre de 1943 en San Luis capital, hijo de doña Elena Orellano y don Tuco Guzmán, tuvieron seis hijos, Juan, Antonio, Pepe, Marta, Miguel y Virginia.

De origen humilde y de gente trabajadora, la infancia de Miguel transcurrió en la zona centro de la ciudad, en la calle Caseros entre 25 de Mayo y Balcarce.

Muchos lo conocen como el barrio Paul Harris debe ser por el nombre del pasaje que corre paralelo a la Caseros y que tiene una cuadra de extensión.

De niño, Miguel o “El Cholo” como lo llamaban sus padres y hermanos, mostró su pasión por el fútbol, “se pasaba todo el día con la pelota, a menudo doña Elena tenía que salir a buscarlo cuando llegaba la noche porque no volvía a su casa. Era incansable y seguro que en algún potrero lo encontraba.

Su pasión por el fútbol rápidamente le hizo olvidar el barrilete, las bolitas (canicas) y las figuritas, los otros juguetes de la infancia.

Don Tuco —que había sido jugador del glorioso Sporting Club Victoria— veía con buenos ojos las condiciones futbolísticas que tenía su hijo y prestó el consentimiento para que “El Cholito” se fichara en ese club ubicado en Ayacucho y avenida Lafinur.

Poco tiempo después, su hermano mayor, Juan, que era sargento militar y estaba destinado en Campo Cuadro Nacional, una unidad que se dedicaba a las plantaciones en la ciudad de San Rafael, Mendoza, decide llevar a sus padres (tenía a toda su familia paterna a cargo) a esa ciudad en busca de nuevos y mejores horizontes económicos, “El Cholo”, —que tenía 15 años— abandona San Luis temporariamente.

Una vez ubicados en esa ciudad, Miguel ingresa a trabajar en una fábrica de envases y conservas, nunca había trabajado y esa nueva alternativa lo hizo sentirse importante —ahora podía aportar algo al hogar—.

Pero su pasión estaba intacta, el fútbol le corría por sus venas, y vivía preguntando dónde podía jugar o al menos entrenarse y poder patear una pelota y encuentra en el Sportivo Pedal Club un lugar para darle rienda suelta a sus ilusiones.

Cuando finalizaba su jornada laboral, se subía al camión que la empresa tenía para llevar y traer al personal y cuando pasaba por las puertas del club, golpeaba el techo del vetusto camión para indicar que en ese lugar tenía que parar porque él se bajaba para entrenar. Allí dio sus primeros pasos en el deporte que era su pasión.

Fue un año que pasó como un reguero de pólvora en su vida deportiva, San Luis “tiraba” a los Guzmán y deciden pasar unas cortas vacaciones en su terruño natal. Miguel era todo alegría, estaba más que feliz, volvería a San Luis y podría juntarse con sus amigos del barrio entre ellos los hermanos Coco y Pancho Pipitone, José “Pepe” Paredes, “El Pelado” Britos, Héctor Carreño y “El Pelado” Aguilar por nombrar algunos de la larga colección de amigos que tenía.

Después de un viaje lleno de ansiedades y de inquietudes, la familia ya está en San Luis, a poco de llegar, Miguel fiel a su costumbre se adueñó de una pelota y se fue a jugar con sus entrañables amigos.

Quiso el destino que en ese potrero estuviera mirando “el partido” Roberto Castro, de profesión canillita (tenía una parada en la puerta de la confitería Ocean , ubicada en San Martín y Pringles frente a la plaza Pringles), Don Roberto, también era director técnico tenía a su cargo la primera división de Sportivo Estudiantes.

Don Castro, un “Viejo bicho” del fútbol puntano, miró con atención la figura de Miguel y su andar dentro del terreno y lo invitó a jugar —para Estudiantes— un torneo cuadrangular que se disputaría en San Martín, provincia de Mendoza.

Su actuación no pasó desapercibida para nadie, con sus jóvenes 16 años, su figura desgarbada, su altura y su voz de mando en el medio campo, lo convirtieron en un referente rápidamente.

Un poco de historia
San Martín tuvo su primer estadio en la intersección de calle Avellaneda y Boulogne Sur Mer el cual fue inaugurado en 1922, luego se trasladó al estadio de calle Vélez Sarsfield, éste fue el escenario de mil y unas recordadas jornadas de fútbol. Allí en ese reducto se jugaron los primeros partidos cuando ascendió a la primera división de la Liga Mendocina, con el crecer de San Martín hacia otras metas de grandeza, el viejo “fortín” fue quedando chico. Era el adiós a una época de un fútbol que se jugó con viriles atributos, donde la garra y el entusiasmo plasmaron conquistas inolvidables.
En 1956 se traslada el estadio a la actual ubicación en ruta 7 y Lavalle de San Martín.

Su llegada a San Martín

“El Cholo” le había dado paso a “El Negro Guzmán”, un sobrenombre que no se sacaría nunca más. Su trabajo en el equipo estudiantil puntano llenó los ojos de los dirigentes del club San Martín que no dudaron y se lo llevaron a integrar las filas de dicho club. Tenía 17 años. En 1963 San Martín salió campeón.

San Martín lo “adoptó”. “El Chacarero” del este mendocino lo convirtió en ídolo y todo el mundo lo quería. Tenía un sinnúmero de cualidades pero resaltaban dos; su bondad y su entrega por el equipo. Miguel Angel Guzmán se ganó el cariño de la famosa hinchada llamada “Los Leones del Este” que por aquellos años se ganó un premio internacional por su “buen comportamiento”, lo apodaron “El Caudillo”.

Vale recordarlo

La obtención del Trofeo al mejor Público Deportivo fue por mejor comportamiento deportivo del público asistente en los partidos en que actuó el San Martín, durante la disputa del Campeonato Nacional de Fútbol “Edición 1974” denominado “Presidente de la Nación Teniente General Juan Domingo Perón”, organizado por la AFA.

El premio consistió en una copa que otorga la Asociación Internacional Contra la Violence Dans Le Sport, con sede en París (Francia).

Este trofeo fue recibido previo al partido entre Atlético Club San Martín y Atlético Club Alianza (San Juan) que disputaron el 20 de abril de 1975 por el Torneo Regional, para clasificar al equipo que iba al Campeonato Nacional.

Esta copa fue exhibida en varios estadios y en la Capital Federal, por el conjunto “Los Leones del Este, “a quienes le cupo una destacada intervención en la obtención de este trofeo, por la presencia musical y pacífica de entusiasta apoyo en cada actuación del equipo de San Martín, en los partidos disputados del mencionado campeonato.

Su paso por el club del este mendocino le sirvió además, para que cosechara grandes amigos, sus compañeros de equipo de la época lo recuerdan con cariño y dicen: “El Negro era ‘amiguero’, enseguida estaba rodeado de un montón de gente que ni conocía pero él charlaba como si fueran amigos de años”.

“Era un grandote bonachón y humilde que a más de uno le bajó ‘el copete’ le gustaba estar en reuniones de amigos y se pasaba horas hablando de fútbol. Dentro del campo de juego rendía porque le ponía empuje y ganas, no era un derroche de virtudes esa falencia, la suplantaba hidalgamente con una entrega total.

Era un ‘negro’ que se hacía respetar y mucho, de ésos que hoy no hay”.

En 1968 pasó a préstamo a Independiente Rivadavia junto con “Chiche” Lamelza. Y en 1969 los dirigentes del “Chacarero” lo vendieron a Belgrano de Córdoba donde juega con jugadores famosos como la José Omar “La Pepona Rinaldi”.

Después de dos años se vuelve a San Luis, y comienza a jugar en Juventud Unida Universitario con la experiencia que alcanzó el jugar por diferentes clubes, se pone el equipo al hombro, pero al “Negro” lo traicionaba su carácter impulsivo y arrebatado y justo ese año en un partido comete una falta y lo sancionan con un año de suspensión.

Fue el comienzo del final de su carrera como jugador de fútbol.

La historia de “El Negro” o “El Boya” Guzmán dice que en 1965, un club de México estuvo interesado en contar con sus servicios, pero el nacimiento de su hija Marta Alejandra, le puso freno a la posibilidad del viaje al temperamental futbolista.

Años después esa posibilidad se repitió pero esta vez quien lo aconsejó fue nada más ni nada menos que Ricardo Enrique Bochini el máximo ídolo que dio el fútbol de Independiente de Avellaneda. Bochini se encontraba en San Luis integrando la delegación de “Los Diablos Rojos” para jugar un encuentro amistoso. La charla aunque informal, fue bastante seria –más viniendo de semejante apellido, ocurrió durante un almuerzo servido en el desaparecido restaurant Mitchell de avenida España y avenida Lafinur (donde hoy funciona una tanguería) manifestó el interés de que “El Negro” se fuera al exterior, más precisamente Uruguay o México, y que él (por Bochini) lo ayudaría con sus contactos para que triunfara en el país hermano o donde fuera.

Pero su pasión enfermiza por su terruño natal, podía más. No se quería alejar mucho y esa rara sensación que experimentaba lo llevó a cometer hasta algunos errores como el apuntado anteriormente o como cuando fue a jugar a Belgrano de Córdoba.

En Independiente Rivadavia de Mza.

Esos frustrados viajes al exterior indicaban que ese gigantón estaba siendo visto por gente avezada y experimentada en el ambiente futbolístico que siempre viaja al interior del país en busca de nuevos y futuros valores.

Lo cierto es que Guzmán hizo prevalecer el amor por su esposa su hija y por San Luis, a un viaje al exterior que lo alejaba de sus seres queridos, sus afectos y sus amigos.

“El Negro” a esta altura de su vida ya había sido campeón con San Martín de Mendoza (1963) y tenía –pese a su juventud- sobrada experiencia como jugador.

En esa ciudad, del este mendocino, que por otra parte acuñó a cientos de sanluiseños que por una u otra razón se radicaron en ella, era para él un oasis de paz y felicidad, era –según quienes más lo frecuentaron- su segundo hogar.

Cuentan que “El Negro” era un fanático de las pizzas y en esa ciudad tenía una de su preferencia que se llamaba “Mauro” en tanto en la capital mendocina solía “parar para hablar de fútbol” en otra similar que se llamaba “Arturo” en las dos era “más que conocido”, era un verdadero ídolo “al que nada se le negaba, todo se le brindaba”.

Sus anécdotas corren como reguero de pólvora entre quienes lo conocieron, en San Martín era más “conocido que el intendente” y eran famosas sus charlas en el café o las largas sobremesas con un tema excluyente: el fútbol.

En “Arturo” solía compartir interminables charlas de fútbol con quien tenía una estrecha amistad; “Mumo” Orsi, que por otra parte había sido su técnico en épocas no muy pasadas.

“Miguel Angel era tan querido que ni siquiera le querían cobrar cuando el decidía ir de compras o salir con su esposa, lo idolatraban lo veneraban tanto que yo no lo podía creer, hasta me daba vergüenza”, dijo un amigo que por respeto prefirió el anonimato. Su paso por la institución del este mendocino sirvió para dejar un excelente precedente deportivo, los mendocinos conocieron a un puntano que los llenó de satisfacciones y dejó en las amplias vitrinas “albirrojas” un sin fin de trofeos.

San Martín tenía un patrón de juego aguerrido, con marca y mucho quite en el medio y una defensa muy sólida, adelante desequilibraban tres hombres que iban bien arriba. Formaba con un clásico 4-3-3- donde la figura de Guzmán crecía con respeto y mucho quite.

Poco después, San Martín lo cede en calidad de préstamo a Independiente Rivadavia de Mendoza donde también muestra su liderazgo para los grupos y hace una buena campaña.

A raíz de ese buen momento, un grupo de allegados lo conecta con la dirigencia de Belgrano de Córdoba y pasa a prestar sus servicios en el equipo de José Omar “La Pepona” Rinaldi, Tomas “Tito” Cuellar, Juan Carlos Mamelli y Antonio Syeyyguil, por nombrar a los que tenía ascendencia dentro del plantel.

Estando en “La Docta”, soñaba con volver a San Luis, era tanto su interés que todos sus pensamientos estaban ligados a sus sentimientos y a sus raíces puntanas, los dirigentes de Belgrano, veían que no rendía en relación a lo que jugaba en Mendoza, ésa fue una de las causales de la disolución contractual de reconocido futbolista. “El Negro”, “El Boya”… vivía enamorado de San Luis.

Los días 22 y 25 de junio de 2008 el periodista Johnny Díaz, en sus habituales páginas de El Deporte en el Recuerdo, le dedicó dos ediciones para sintetizar la vida como futbolista de Miguel Angel «El Negro» Guzmán,