INTROSPECTANDO
Cármen Colafrancesco
Permanecí fuente para elevar mis suelos estaqueé mis bordes para liberarme descubrí escaleras para ocultar mis alambrados. Percibí mi aromo, frecuenté la lluvia para desolar mi pasión. Intuí sus músculos para negarme sendero y anduve zaguán para aquietarme en racimos de ese rocío. Te entregué mi brillo y conquisté cimientos enamorando a la que a la alondra odió. Desperdicié mi juventud acunando conjeturas pero libertando savia. Me enraicé y descubrí al cardenal y oscurecí el pastizal para soñar y soltar, y hoja amanecer.
(*) Mi nombre es Cármen Colafrancesco, nací en San Isidro, soy descendiente de italianos y españoles: combinación de fuerzas aventureras, trabajadoras, con sabores a uva e higo. Me recibí de médica en 1981; intensos años aquellos, de formación e ideales. En 1989 nació mi hija Florencia y en 2011 mi nieto Luca. En 2012 sentí que debía “juntar mis partes sueltas”, y me vine a San Luis. En 2014, en uno de esos días de mucha nostalgia de afectos, me acerqué al Taller literario y encontré una formula sanadora, no medible con métodos convencionales, sólo apreciable al ojo atento del que navega esas mismos espacios.