Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

EL CERRO EL MORRO Y LA MADRE DEL AGUA

Lugares Encantados

Por Leticia Maqueda

En nuestra Provincia hay lugares antiguos cargados de magia y encanto que, a pesar del paso del tiempo y el avance de la modernidad sobre ellos, en la memoria de antiguos pobladores todavía sobreviven creencias e imágenes que nos salen al paso como guías para ingresar al mundo encantado de nuestro Patrimonio Inmaterial.

Iluminando el olvido, puede recuperarse un pasado histórico que posee una parte lógica y otra irracional. Ambas se necesitan mutuamente por cuanto juntas determinan la especificidad de una cultura.

A la vera del cerro al que llaman El Morro, creció hace siglos un pueblito que conocemos con el nombre de San José del Morro. Él guarda recuerdos de hechos ocurridos y también de mundos mágicos ligados a su entorno natural que se van perdiendo en la desmemoria del tiempo.

El cerro le ha dado siempre su impronta, y le abraza imponente en su belleza, cargado de leyendas y encantamientos. En su interior, que semeja un inmenso y verde cráter de un volcán apagado, había una laguna.  Para llegar a ella era necesario escalar el cerro, y cuando esto ocurre y uno no es del lugar, el cerro desconoce, se enoja y se nubla. Relatan viejas leyendas, y lo he escuchado en la voz de algunos pobladores que viven cerro adentro, que en la laguna vivía la Madre del Agua. 

Cuentan que se aparecía al mediodía cuando el sol estaba “juerte” y nadie se le acercaba porque le tenían miedo. Ellos me dijeron que los hombres que se le han acercado, se los llevó al fondo de la laguna, y no volvieron más.

“Para llegar a ella era necesario escalar el cerro, y cuando esto ocurre y uno no es del lugar, el cerro desconoce, se enoja y se nubla. Relatan viejas leyendas, y lo he escuchado en la voz de algunos pobladores que viven cerro adentro, que en la laguna vivía la Madre del Agua”. 

Leticia Maqueda


He leído estos relatos en las leyendas del cerro recogidas por Berta Vidal de Battini y los he escuchado de boca de gente que dice que “la vio”. En una oportunidad en que recorría los senderos interiores del cerro en busca de historias y leyendas, tal como lo dice la gente del lugar: el cerro desconoció y la niebla nos envolvió en su manto. Casi desdibujada en la bruma, pudimos ver una humilde casa de piedra a la que llegamos en busca de resguardo. Allí, en la penumbra, teñida de hollín y conla sola lumbre del fuego de la cocina a leña, escuché relatos de la Madre del Agua.

Hablaban de ella con naturalidad y como si se tratara de un personaje real y cotidiano. Una anciana mientras cebaba mate, narraba: “…Yo a ella no la conocí, pero había una persona de la zona,… Bazán,…Don Quiterio Bazán, él nos sabía conversar que era una laguna grande peligrosa, aquí dentro del cerro, en la olla que le dicen, allí dicen que en veranosalía la sirena, la sirena es un pez, un pescado, grande gordo, un pescado, una persona, la mitad para arriba era una mujer, el pelo largo, bien rubio. Salía, dicen, y se sentaba a la ‘oria’ de la laguna en una piedra, y se peinaba bien peinadita para atrás. Y la parte ésta de atrás, es un pescado gordo, doblado así con la flechita parada. Cuando se acercaban despacito para mirarla ella se “sambuía” para abajo y no la veían más. Muchas personas la han conocido. Y después vino un temblor y se perdió la laguna y salió en Suco, así que ella estará allá, en Suco, en la laguna brava de Suco. Porque el agua de acá se fue. Se fue la laguna, se fue toda por un boquete, que es como un río por abajo y se fue ella también, porque ella es la reina del agua, la Madre del Agua. Así que me imagino que estará allá también”.

Pintura basada en la leyenda de la Madre del Agua. Por María Ibáñez Lago

Otro de los presentes decía que él había visto “a la rubia, a la Madre del Agua”, pero que ya no está más,que “se fue a otra laguna porque la del cerro se secó y la corrieron los que abrieron caminos y entraron al cerro con motos. Ya no está. Estará en otra laguna al fondo, peinándose bien peinadita”.

Los narradores en su propio lenguaje, expresaban en el fondo una triste realidad cuando decían que los caminos y las motos habían hecho que la Madre del Agua se fuera. Lo que estaban expresando es que la modernidad y un turismo irrespetuoso e indiferente a estas realidades, habían avasallado ese maravilloso universo intangible que forma parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.

Hacer presente este mundo intangible, recuperar el tiempo olvidado, es un viaje a nuestra esencia colectiva. Es un profundizar en lo que somos y en lo que en el ayer fuimos como una sociedad llena de vida, es pensarnos, más allá de una secuencia ordenada de sucesos históricos, en una única trama que configure una cosmovisión del mundo y de la vida expresiva de la identidad.