Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

¡OTRA VEZ… SAN LUIS!

Por José Villegas

Todo comenzó a gestarse en 1814 en San Luis, cuando en la reunión de “La Aguadita”, el triángulo iniciático de la Logia Lautaro en Cuyo, se juramentara cumplir a rajatabla el plan presentado esa noche por el flamante gobernador de la región cuyana, el Coronel don José de San Martín. Aquel triángulo que sesionó a puertas cerradas, estuvo integrado por el recientemente nombrado teniente gobernador de San Luis, el porteño revolucionario morenista Vicente Dupuy y el ilustre confinado (por mandato del siniestro Rivadavia) en nuestra ínsula criolla, don Juan Martín de Pueyrredón.

A partir de aquel momento, tanto Dupuy como Pueyrredón, jamás dejarían de asistir al “Padre de la Patria” en su magna empresa.

Había sido confinado en San Luis. A su llegada a la ciudad revolucionaria (1 de enero de 1813), la primera del actual territorio argentino en acatar en un todo la conformación y las resoluciones de la Junta Provisional de Mayo, la encontró envuelta en el entusiasmo de su pueblo por la causa libertaria. Así lo vio e intuyó, como ya lo venían haciendo y lo harían los grandes próceres que se vincularon con aquella aldea inquieta. Ejemplos son Hipólito Vieytes, Bernardo de Monteagudo, Nicolás Rodríguez Peña, José de San Martín, Vicente Dupuy y, por esos primeros días de 1813, el patriota Agustín José Donado, diputado por San Luis ante la Asamblea General Constituyente del XIII, vicepresidente de la misma y creador del sello, antecedente del Escudo Nacional.

A partir de aquel momento, tanto Dupuy como Pueyrredón, jamás dejarían de asistir al “Padre de la Patria” en su magna empresa.

De esta manera, Pueyrredón vuelve, meteóricamente a la vida pública liberado de sus prohibiciones por gestión de San Martín, quién lo “propone” como diputado por San Luis ante el Congreso de Tucumán primero y, luego, como Director Supremo de las Provincias Unidas, sabedor de que aquel hombre juramentado, nunca iba a traicionar su magno plan. Y ¿cuál era el plan?: el Plan Continental, cuyos últimos “retoques” concluyeron en ¡nuestra San Luis! 

Mayor Vicente Dupuy, teniente gobernador de San Luis, designado por San Martín.

Síntesis: armar el Ejército Libertador (integrado en su mayoría por puntanos), cruzar Los Andes, liberar Chile, embarcar en Valparaíso, ir liberando pueblos por las costas del Pacífico hasta entrar triunfantes en Lima para liberar y declarar independiente al Perú. Todo en un “movimiento de pinza”. Pero para ello teníamos que ser libres, sentirnos libres. Y solo siendo independientes podríamos alcanzar la libertad. ¡Una verdadera locura!  Pero para el Aníbal americano ¡la locura era poder ver más allá! Y así, hubo dos hombres en toda la historia de la humanidad que pudieron atravesar cordones cordilleranos infranqueables: Aníbal Barca, aquel insigne general Cartaginés quien cruzó Los Alpes en el 218 a.C. para vencer a los romanos en Cannas; y nuestro Gran Capitán. Ambos magnánimos, ambos libertadores y no conquistadores, ambos traicionados.