Por Silvina Moreno Cacace

Entre susurros de colores violetas asoman las salvias disfrazadas de mariposas, que se confunden y tropiezan en verdes laberintos.

Jardines de aventuras, cómplices del sol, amantes del arroyo que regala su agua fresca y cristalina. El perfume de las rosas invita un café, mientras los jazmines dejan caer sus hojas en el cabello de una amapola enamorada, esperando el beso del lirio mayor, convertido en príncipe.

Huelo también otros aromas, de esos que destilan los caminantes, los perdidos, los sordos de caricias, los de labios quejosos de tanto desprecio.

Hay aromas regados de amargas locuras y abrazos fuertes, aromas oscuros, con sed de miradas, con risas transformadas en carcajadas que bailan el vals del olvido.

Aromas de faldas cortas, piernas largas, tacones prominentes desafiando curiosas miradas.

Aromas de tinta en blancos cabellos, sacudiendo el paso del tiempo.

Ese perfume especial de amor propio, anhelo de gritarle a la luna un millón de secretos, pañuelos perfumados de pasión que arden de deseo. Ahí un espejo.

Olor que duerme y amanece conmigo. Sí, ese aroma que reconozco y acompaña. Aroma, acá estoy.

(*) Mi nombre es Silvina Moreno Cacace, de profesión Abogada, Agente de Viajes y  casi Asistente Social, y muchos casi en la movida del arte. Nací por allá en noviembre de 1968 en mi San Luis querido, crecí entre plazas, amigos y duendes; en una familia que se ocupó de mimarme hasta la médula. Heredé de mi padre la fortuna de la lectura desde niña, por eso me pierdo en la locura de escribir los sueños de otros y los propios, la magia de lo abstracto, la belleza de lo imaginario.Por algún contacto que la vida me presentó llegué al Taller de Los Silenciosos Incurables, (gracias profe Viviana Bonfiglioli) donde puedo reinventarme en mi mundo especial.