BITÁCORA DE PANDEMIA
“No, no hay paradoja: hay que reescribir lo escrito, releer lo leído, resquebrar lo pensado, hacer lugar a la duda. Mientras respiramos”. Carlos Skliar
Más de un millón de seres humanos murieron en este 2020. Un virus arrasó con cualquier expectativa que ellos hayan tenido tal vez cuando brindaban recibiendo el año. Somos un millón menos, solo entre los contabilizados desde aquel primer caso de un “virus extraño” en Wuhan, China. El 17 de noviembre de 2019 se contaba el caso cero y el 11 de marzo de 2020 la OMS declaraba la PANDEMIA. Más de 35 millones de personas en el mundo ya se contagiaron de COVID-19. Y especulan con que al menos el 10 por ciento de la población ya se haya infectado.
PARÁLISIS- ACCIÓN- REACCIÓN son partes dinámicas del panorama que enfrenta la humanidad en tiempos inesperados y tremendamente inciertos. A medida que la enfermedad llegaba a cada rincón del planeta, los países del mundo tomaron diferentes decisiones, más o menos restrictivas, para evitar la propagación. La globalización hacía su parte ahora en el ámbito de la salud, una cuestión que muchas veces se consideró afuera de todo este sistema.
Primero como individuos y luego como colectivo, cada uno está asimilando lo que pasa como puede, como quiere o como le dejan. Las sensaciones, visiones, sospechas, creencias, impotencias, indignaciones, solidaridades y esperanzas se mezclan en un mar que exige mantenernos a flote, resurgir y reinventarse para no sucumbir.
Luego que todo iniciara hace ya 329 días, hojear algunas experiencias ayuda a seguir navegando.
Mirar al otro más acá de los números
Soraida Flores Sutta y Louis Fox Liang C. Canal- Periodistas de investigación en Cusco comparten escritos reflexivos en un cuaderno de viaje:
¿Seremos iguales, mejores o peores al salir de esto? Creo que habrá cambios en actitudes, que estimo valorizan la humanidad del otro como alter ego, aunque no puedo arriesgar un pronóstico.
Por otra parte, pareciera que la nueva normalidad hablará de relaciones económicas adaptadas a nuevas exigencias, muy emparentadas con las relaciones laborales, un diferente proceso enseñanza-aprendizaje, y quizás hasta una modificación en los procesos democráticos en el vínculo individuo-autoridades públicas.
La pandemia de la Covid -19, en Cusco, al igual que en otros países, fue un suceso disruptivo. Las brechas sociales y el retroceso del estado potenciaron las otras pandemias del desempleo, la desinformación, el desabasto y la deserción escolar.
Cusco demostró sobrevivir sin el turismo, pero aquellos que vivían única y exclusivamente de éste han sido gravemente golpeados y empobrecidos.
¿Realmente estamos emancipados? no de una potencia colonial, sino de nuestra mentalidad colonial, racista y patriarcal.
Seguiremos igual si no nos cuestionamos dónde empiezan y terminan las responsabilidades de las esferas de poder y de los poderes fácticos. El crecimiento del Perú y del cusco no es para todos.
Marta Fourcade es licenciada en Trabajo Social e integrante de la colectiva feminista Ningunas Santas y en su diario de viaje enuncia: entiendo la pandemia como un cambio de época, comienza otro momento histórico. Cambia la estructura social del mundo y esto es compartido colectivamente.
Me gusta pensarla como un pulpo que estira sus tentáculos y alcanza todos los espacios de pertenencia humana. No solos los físicos y sociales sino también los subsistemas dentro de los sociales como: los laborales, educativos, familiares, y a la vez en este último el parental, de pareja o hermanos…En la vida misma de los seres humanos.
Ese desplegar de tentáculos violenta e incide en cada uno de los espacios, interpelando lo establecido y por ende provoca incertidumbre. Hemos escuchado esa palabra mucho durante estos meses de pandemia, entonces nos quedamos sin certezas, necesarias para una vida en comunidad.
De allí las sensaciones de miedo, de intranquilidad, desasosiego, depresión o de a veces no saber qué sentimos.
No sabemos qué ocurrirá mañana, obligándonos a vivir el hoy como una posibilidad concreta. Esto dificulta que nos proyectemos.
Podríamos hablar de lo que está pasando en cada una de estas dimensiones que mencioné, o qué indicios alcanzamos a visualizar. En la sexualidad, por ejemplo, sería tema de otras reflexiones…
Marina Arrieta está en Madrid, España, es Dra. En Ciencia, Tecnología y Gestión Alimentaria y su cuaderno dice: he reflexionado muchas cosas, pero sobre todo me ha sorprendido cómo la sociedad sabe o sabía tan poquito de la importancia de la salud pública y la ciencia, y la inversión en ellas. Quizás porque a los gobiernos (sin distinción de colores y/o partidos) les conviene que un poco sea así.
Pero creo que esta situación global ha servido para que se conozca que vivimos en un mundo generalmente sano y seguro, gracias a que en el pasado hubo gente que descubrió vacunas, tratamientos, o construyó una estructura sanitaria que nos ha permitido vivir tranquilos, sin siquiera pensar en lo importante que es.
Los gestos que han llamado mi atención son más bien los positivos. Creo que la gran mayoría de la sociedad se ha volcado a enfrentar esta pandemia de manera solidaria.
Hay otros gestos negativos como la gente que quería que sus vecinos que trabajaban en sectores sanitarios se fueran de su propia casa. La buena gente trabaja más en silencio…Creo, al salir de esto, sin duda seremos mejores.
Plan… Démico o Dérmico… Expresa el escritor Fernando de Vargas desde San Luis…Por simple derivación racional, si “todo” es afectado por la llamada “crisis”, entonces los hechos han constituido al sujeto en “objeto” de la crisis.
El sujeto abdica de su condición de sujeto y transfiere al fenómeno su propia voluntad. Entonces la incertidumbre se hace carne, la piel ya no protege a la persona… ya hemos visto que la humanidad no protegió los bosques, los animales, ni el agua.
¿Al final de esta pandemia seremos mejores? ¿o volveremos a ser impertinentes y saldremos a devorar el afuera?
Aquí bien vale recordar a Cortázar y sus palabras sobre su afán por las “ceremonias de interior”. Quizá entonces, aprovechemos los minutos para crecer íntimamente, realidad que ya fue advertida a principios del siglo XX por Edmund Husserl, en su fenomenología.
Lourdes Loria es médica en Mendoza y en sus preocupaciones sobre el papel dice: Mi pensamiento es enfocado en la segunda infancia y adolescencia, qué impronta quedará en ellos, cómo serán con esa experiencia de vida, en el futuro, ¿más conscientes, más empáticos, habrá más amor al prójimo? Ellos quieren cuidar el mundo que les queda.
Alberto Jaimez es psicólogo y reflexiona desde San Luis: en la era de Acuario, signo de aire, la trasmisión de un virus acompaña la velocidad de los transportes aéreos y supera los terrestres: es la globalización llamada pandemia.
Esto es sorprendente, no obstante, pienso que lo más llamativo es el comportamiento humano que va desde la paranoia hasta la depresión, pasando por fobias o por obsesiones.
Sin embargo, más sorprendente aún, pareciera ser que nuevamente tenemos que “cruzar el Jordán”, esto es superar la grieta política y económica en la búsqueda de la “tierra prometida” de la esperanza, la empatía y el humanismo planetario que proteja nuestro Hogar Tierra para las futuras generaciones.
Natalia Mondelo es ciudadana del mundo actualmente viviendo en Tulum, México. En sus universos habitan también la comunicadora social y la fotógrafa. Ella describe: viví la pandemia en Argentina, en México y también en Estados Unidos.
Mi primera impresión es sentir que ha sido un experimento global y que ha dado resultados porque soltar un virus de estas características y que al poco tiempo se vuelva una pandemia y generar unas campañas de comunicación, tan poderosas y eficaces, que mantuvieran a todo un planeta dentro de su casa con temor.
He visto muchos gestos de solidaridad y muchos de egoísmo, veo seres humanos polarizados entre ser el buen samaritano o el que cuida su quintita. Pero hay gestos que me emocionan.
En Tulum, un pueblito que vive del turismo, donde no se exporta ni manufactura nada que no sea en pos del turismo, realmente se vio paralizado, la mayoría de los dueños de lugares siguió pagando la mitad de los sueldos, aunque nadie trabajara.
Luego esos mismos empleados junto a otros vecinos empezaron a armar comedores comunitarios en bares, restaurantes y otros sitios, protegiendo a los más afectados, como los pueblos originarios de las comunidades mayas que no podían hacer su actividad, esa solidaridad en cadena nos devuelve la esperanza en esta humanidad.
Alguien donó un terreno y se hizo un huerto comunitario, ahora están cosechando, estuvo bueno meter las manos en la tierra, conocerse…
Nos deja la pandemia la capacidad de ser solidarios, ser mejores, reflexionar sobre nuestros hábitos, es tiempo de otro paradigma y sistema: en la alimentación, el vínculo con el medio ambiente, la ropa, todo debe cambiar. Me conflictúa un poco esta guerra invisible que nos paraliza y a veces siento que somos más rebaño que nunca…la revolución deberá ser de otra manera.