Expresiones de la Aldea, La Aldea y el Mundo, San Luis

LO QUE DARÍA…

Gabriela Pereyra


Lo que daría por saber una vez más a qué huele tu pecho, refugio de mis temores. Por dormir con vos una siesta sin sobornos, para que pudieras descansar. Lo que daría por haberte abrazado la noche que enfermaste, cómo podía saber que no ibas a volver.

Lo que daría por no haber sentido esa orfandad cuando una desubicada maestra nos ponía en rebaño a hacer regalos con nuestras manos (las mías nunca fueron habilidosas), sin pensar que algunos no tendríamos a quien entregarlos.

Lo que daría por entender cuando alguien dice que me parezco a vos por el humor y lo pujante, aunque solo te haya conocido por seis años.

Lo que daría por verte bailar feliz, sin hacerte escenas porque lo hicieras con otros hombres, si era mi papá quien no sabía ni quería bailar. Baila madre, baila, eso te diría, porque nunca el tiempo alcanza cuando uno solo quiere bailar.
Lo que daría porque secaras mis lágrimas, esas que nadie ha podido.

Lo que daría también porque mi hija entrara por esa puerta contándome qué cosas anda soñando, qué la ofusca o la pone feliz, que me dijera que no hay relojes que nos detienen, que las fechas ya no rozarán más las cicatrices.

Lo que daría por verte charlar y reír a carcajadas con tu hermano, ese ser tan mágico y noble como vos.
Lo que daría porque los dolores sin nombre, los que nacen cuando una hija muere, sirvieran para ayudar a alguien más, como un acto de amor que nos trasciende y nos salva.

Lo que daría por escuchar: la salud pública es prioridad. Los hospitales ya no juntan tapitas para mejorar su atención para las niñeces.
Lo que daría porque nadie vuelva a soportar en el parto: ¿cómo, para hacerlo no te dolió?

Lo que daría por no tener que prometer que jamás me daré por vencida, aprendí que no se trata de batallas si no de hacer que cada segundo valga las penas y las alegrías.

Lo que daría porque nadie nos creara cielos donde se guardan las ausencias y sin embargo nos llenaran de sitios donde resucitar las ganas.
Ya sean las ganas de ser mamá o de no serlo. Las ganas de respetar las decisiones de los demás.

Las formas de maternar, la vida que cada quien elija no pueden ser en molde, más allá de un día etiquetado en un calendario. No, madre no hay una sola. Y yo lo supe. Ni siquiera una es la misma con distintxs hijxs. Ni lo materno, dicen, es un instinto humano.

Observo una infinidad de personas diversas, disidentes y diferentes que viven la maternidad como se les antoja, otrxs sobreviven al mandato, están las que deciden que ser madres es su razón de ser, también hay identidades de género que vivencian maternidades de formas que antes ni se permitía pensar, y como sociedad aun queda mucho por madurar, pero no es tarde.

Por parto, fertilización, subrogación, adopción, o simple elección en la que una persona pasa por la vida de otra y viceversa…Como sea, lo que daría porque las aprensiones caigan y los dedos acusadores abandonen su impulso irrespetuoso de juzgar a las madres y sus días…


El día de las madres es una celebración existente en casi todo el mundo. Los meses y las fechas varían en cada lugar.

Antes de la reforma del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre se conmemoraba el amor hacia la Virgen María (hoy celebrado el 1° de enero) en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica.

En Argentina, si bien comenzó por esos motivos litúrgicos, terminó corriéndose al tercer domingo de octubre por motivos comerciales y ajustándose a que los sueldos se cobraran.

El Día de la Madre se festejaba en la Antigua Grecia rindiendo honores a Rhea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades, entre otros. Con la llegada del Cristianismo, la celebración se transformó en una fiesta en honor a la Virgen María.

Una curiosidad es la historia de la estadounidense Ana María Jarvis, que no fue madre, pero luchó para que se instaurara el Día de las Madres en honor a su madre Ana María Reeves Jarvis, una activista social que durante y después de la Guerra Civil Estadounidense dedicó su fuerza a trabajar por la familia y la comunidad, promoviendo cuestiones de salud y de seguridad social para las mujeres trabajadoras.

En 1914 el Congreso de Estados Unidos, encabezado por el Presidente Woodrow Wilson, aprobó el Día de la Madre como el segundo domingo de mayo y lo declaró fiesta nacional. 40 países del mundo se sumaron a este festejo.

En 1923 Ana Jarvis presentó una demanda para que se eliminara la fecha del calendario de festividades oficiales debido a que se estaba usando la celebración con fines comerciales. No tuvo éxito.


Quién sabe qué estemos pensando cada uno en este día de las madres. Una pandemia levantó muros separando y uniendo a las personas. Algunos soportando las distancias, algunos agradeciendo. Quién sabe. Como sea, hay que sobrevivirse a las insoportables levedades, de eso se trata “ser para uno mismo”, como un camino posible hacia las otredades. La única oquedad irresoluble es la de los seres vacíos. Por lo demás, todo encuentra un reflejo ancestral y significativo para la alteridad.

Anna Jarvis fue la fuerza impulsora detrás de las primeras celebraciones del Día de las Madres en 1908.