Por Pablo Fischbein (*)

Como dos recién nacidos.
Como pájaros a punto de volar
por primera vez.
Vos y yo, o mejor, sin duda alguna,
nosotros
aprendiendo a hablar un lenguaje nuevo
un lenguaje de señas
una lengua sin palabras
sin forma ni prospectos
maravillados como niños
sin poder salir del asombro
soldados de nuestros deseos
asomados al abismo
de nuestra desnudez
de la belleza indescifrable de dos planetas ignotos
que se chocan y se encuentran.
Temerosos y a la vez valientes
arrojados hacia el otro
sin resistencia posible
sin posibilidad de control ni remedio
hablando con los ojos, las manos, los labios, los brazos
hablando hasta por los poros
hablando un idioma de continentes desconocidos
aunque tal vez no tanto.
 
Hablame, vos hablame.
Hablame como si fueras a dominar este lenguaje nunca.
Yo, en el mismísimo plan, te hablo.
Te hablo. Te hablo.

(*) Me llamo Pablo Fischbein. Nací en Buenos Aires hace 47 años pero San Luis me adoptó en 1999. Navego placenteramente entre el oficio docente, la matemática, la física, la química, la música, la poesía y mi corazón viajero. Hace ya seis años que soy parte del taller literario Silenciosos Incurables, que me devolvió el placer de la escritura y las alas al alma.