La Aldea y el Mundo

¿Y EL MIEDO? ¡QUE ARDA!


El feminismo hermanado contra las injusticias reivindica y abraza el sentido de la palabra bruja. La historia da cuenta de miles mujeres perseguidas y asesinadas

Por María José Corvalán

¡Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar!

¡Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar!

Cada vez que cantamos esta consigna en las marchas o convocatorias feministas siento el poder de quienes nos organizamos y nos hermanamos para combatir todas las injusticias sufridas por siglos.

No es raro ver sombreros de brujas, escobas o intervenciones artísticas que rememoran círculos mágicos con talismanes y canciones en marchas de cualquier país Latinoamericano. Eso se debe a la resignificación de la palabra, donde Bruja, ya no es un insulto. El feminismo la hace propia dándole un nuevo sentido de reivindicación de derechos y de manos estrechadas.

Ya no remite a la suegra, a la esposa controladora o a la vieja mala que come niños y detesta a las jóvenes bellas según la construcción sostenida e intencional del patriarcado. El único fin: dividirnos y estigmatizarnos. Remite a asambleas donde “conspiramos” por nuestro presente y futuro sin violencias ni sumisión, y en donde nuestras madres y abuelas, nuestras ancestras, vagan libres entre el humo verde y violeta de las bengalas encendidas.

Algo de historia

La Noche de Brujas es una celebración que con el correr del tiempo cobra cada vez más popularidad. Sus raíces provienen de un antiguo festival celta de hace más de 3.000 años conocido como Samhain, «Fin del verano» en irlandés antiguo.

El fin de la cosecha daba paso al “año nuevo celta” que coincidía con el solsticio de otoño y se creía que durante esa noche los espíritus de los muertos podían caminar entre los vivos. La festividad de Halloween llega a Estados Unidos y Canadá en el año 1840 con los inmigrantes irlandeses, pero no empezó a celebrarse masivamente hasta el año 1921 cuando se organizó el primer desfile de Halloween en Minnesota.

El cine y la televisión hicieron su parte, y hoy se pueden ver golosinas terroríficas, trajes para disfrazarse en los cotillones, y hasta programas especiales sobre el tema.

Por su parte la Iglesia Católica tuvo una curiosidad, Gregorio III tomó la decisión de cambiar la fecha original del «Día de Todos los Santos» que era el 13 de mayo, al 1 de noviembre, de esta manera en el calendario se ubicaba una fecha cristiana en medio de festejos considerados paganos.

Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669.

¿Y las brujas?

En el capítulo 32 del podcast de Juana Pimienta, cuya autoría es de la periodista feminista Liliana Daunes, afirma que las brujas no eran ni feas ni malas sino mujeres con gran sabiduría e intuición, y por esta razón: perseguidas. “La inquisición acusó a las brujas de traer una peste negra y el papa Inocencio VIII avaló la fantasía que el palo de la escoba era para volar, ¡ojalá! ¡hubieran podido escapar! (…) las persiguieron, torturaron y quemaron en la hoguera porque se desempeñaban en labores como parteras, enfermeras y tenían gran manejo de las hierbas, pero además porque no veneraban el sistema religioso y patriarcal. Saludamos a nuestras ancestras, a las machis y a las chamanas, paradas en el Abya Yala que es de dónde venimos y hacia dónde vamos”.

De 1320 a 1486 en Europa se llevó adelante un genocidio por razón de género conocido como la Caza de Brujas, época en que miles de mujeres fueron perseguidas, apresadas, procesadas, torturadas y luego condenadas a morir quemadas en la hoguera.

El plan de exterminio se basó en el libro Malleus Malleficarum o Martillo de Brujas escrito por dos monjes dominicos, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. El manual sistematiza una guía teórica y práctica para el descubrimiento, examen, tortura, juicio y ejecución de brujas y se publicó en 1487 en Alemania.

«Nada hace más daño a la Iglesia Católica que las comadronas» afirmaban los inquisidores cuando las mujeres trataban médicamente casos de impotencia, esterilidad y abortos, los que eran atribuidos a la brujería.

La primera parte del libro explica que las mujeres, por su supuesta naturaleza más débil e intelecto inferior, son más propensas a la tentación de Satán que los hombres y por eso se convierten en brujas para hacer maldades.

La segunda parte del libro es una especie de guía para el clero para que supiera cómo reconocer la brujería que incluye fantásticas descripciones de hechizos y como romperlos, mientras que la tercera define cómo ejecutar la acusación, persecución y pena de muerte por brujería desde los tribunales.

La Santa Iglesia Católica quemó mujeres por hacer rituales para que lloviera, por hacer de “celestina” y ayudar a encontrar pareja, por curar el “mal de ojo” o la jaqueca, aliviar dolores menstruales o de parto, por bailar, por llevar el cabello muy largo y porque sí. Por el solo hecho de ser mujeres.

En Alemania se quemaron más de 70.000 mujeres, 3.500 solo en el pueblo Escocés de Prestonpans y miles más en toda Europa.

María de los Dolores López nació en una casa católica y desde niña fue “contestataria”. A los doce quedó ciega y se constató que fue abusada por dos de sus sacerdotes confesores, más tarde entró al convento de Carmelitas. Dolores ayudaba a los vecinos con sus enfermedades, sabía leer y escribir porque había aprendido sola de pequeña y se permitió tener amoríos incluso entre sacerdotes hasta que a los 30 le cayó la acusación por “tener relaciones sexuales con el demonio, beber brebajes y hasta poner huevos”. Luego de dos años de tortura sin que pudieran hacerla confesar la quemaron en la hoguera en España en 1781.

Las mujeres a lo largo de la historia nos hemos ayudado a la hora de cuidar nuestros cuerpos, nuestra salud, la de nuestros hijos e hijas, en nuestras relaciones, nos hemos defendido y aunque sea en secreto hemos sabido estrechar lazos y alianzas feministas. Lo que probablemente no nos perdona el patriarcado, el poder machista, el sistema clerical y el capitalista es que violamos a lo largo de los siglos toda norma de sumisión.

Una pionera en la lucha feminista de San Luis, Lily Manini, escribe: “a partir del siglo VII a los confesores se les instruyó para preguntar acerca del control natal, en especial a las mujeres.

También recibieron instrucciones acerca de las penitencias por el sexo oral, posiciones no misioneras, abortos, sexo anal, bestialidad y acerca de todo lo imaginable en relación al sexo. Con las mujeres, las jerarquías de la iglesia solían ser más severas, así se decretó que ninguna mujer puede beber una poción que le impida concebir y cada vez que lo haga será considerada responsable de un crimen. Esta prohibición también se relaciona con la persecución de la iglesia a mujeres que aún conservaban parte de su poder espiritual como sacerdotisas y curanderas, ya que antes eran ellas quienes transmitían de generación en generación los herbarios y conocimientos contraceptivos”, concluye Manini.

Brujita Baubo Aviles es de Cuenca, Ecuador y estudió para psicóloga clínica en el Centro de Educación Continua, Universidad Católica de Cuenca. Cuenta que “esto de ser bruja realmente no es sencillo, el ir conectando con esta parte grande, sabia y fuerte que todas las mujeres tenemos, que nos legaron las ancestras es recibir la fuerza, el coraje y la alegría desde nosotras, para nosotras y hacia nosotras. Necesitamos procesos de empoderamiento espiritual para el auto-conocimiento y encontrar el sentido de nuestra propia vida.

El legado de las ancestras nos trae un reto muy importante, todo lo que no pudieron hacer en su momento por múltiples circunstancias sociales y de control lo tenemos que hacer nosotras”.

“Una mujer condenada por la Inquisición”, por
Eugenio Lucas Velázquez. 1860

La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe impulsan un espacio durante la pandemia de contención para la salud de las defensoras feministas de la región llamado: «No estás sola, estamos en Red», «Técnicas de autocuidado feminista». En la última sesión las yerbateras brindaron un taller sobre pócimas y baños herbales para el placer, pero anteriormente Briza Fresca había ofrecido sus enseñanzas sobre «rituales, velas y pócimas para el 31 de octubre» así como Paola Molina había acercado su experiencia sobre la biodanza.

Claro que esta red integrada por unas 900 organizaciones (entre ellas ADEM San Luis) organizan clases magistrales, cursos de formación, estrategias de incidencia política locales y en organismos internacionales para el reconocimiento y la ampliación de derechos de las mujeres, pero entienden la integralidad de la lucha, y quienes la llevamos adelante.

Entre ella están la Colectiva Yerbatera de Colombia, quienes se inspiran en las yerbateras que desde la Edad Media la Iglesia mal nombró “Maleficaes” pero en realidad eran y siguen siendo las sacerdotisas, las parteras, las sabedoras, las magas, las curanderas y las campesinas, y desde sus redes ponen a disposición recopilación de información y sus trabajos de investigación sobre el uso de las hierbas.

Tef es cofundadora de Yerbateras en donde se organizan para producir brebajes para las emociones, el placer, la salud menstrual y la salud ginecológica mientras que también dan talleres de salud, autocuidado, cocuidado y cartillas para abortos en el primer trimestre.

«El día de las brujas es una de las muchas prácticas que nos impusieron desde el judeocristianismo. Creo que es todo un mes que nos permite nuevohablar de quienes eran esas mujeres y trans en este rol de sanadoras y sanadores. En 1500 nos estaban conquistando aquí en Abya Yala mientras allá estaban quemado y torturando mujeres y hombres no normados, pero siento que esto no se ha terminado.

Las brujas eran mujeres científicas que tenían sus propias huertas y creación herbolaria con una fuerte conexión con la Madre Tierra, pero acá estaban las mamuchas, taitas chamanas y estos sujetos fueron estigmatizados. Hoy sigue sucediendo, hay una gran industria farmacéutica y de la salud que niegan estos saberes y el rol de las sanadoras que hacen una gran labor en la comunidad».

Sandra Castañeda, Coordinadora de la Red asegura que «el ciclo busca integrar y construir herramientas de autocuidado porque cuidando nuestra salud es que vamos a poder enfrentar esta crisis y lo que se venga después.»

Mariela Franco Palacios y Sandra Acuña Gómez dicen en su taller de «Técnicas ancestrales para sanar el cuerpo y el alma» que «la primera lucha es en el primer territorio que es nuestro cuerpo. Si soy una persona que me quedo en el hacer, pero he dejado de contactar conmigo, con cómo me alimento o cómo son mis emociones entonces hemos dejado de conectar. Hay que ver lo poco que nos conocemos cuando sentimos estrés, cuando todo el rato me estoy juzgando y siento impotencia porque quiero hacer más y no puedo».

Esto de vernos y entendernos, de acompañarnos y compartir conocimientos es lo que nos hace brujas.

¿Y ahora? Nosotras somos las que prendemos fuego y nos damos las manos para caminar libres, juntas, deseantes, fuertes, poderosas y en lucha.

¿Y el miedo? ¡Que arda!

¿Y el miedo? ¡Que arda!

¿Y el miedo? ¡Que arda!