Expresiones de la Aldea, San Luis

Por mi ventana

Por Viviana Bonfiglioli

El taller literario que coordino tiene una ventana que da a la calle Bolívar, una calle asentada en la pendiente de la sierra, allí en tiempos amables nos reunimos a escribir. En ese espacio también funciona  mi zona de estudio, de escritura, de clases online, de corrección y de lectura. A veces levanto la vista de los libros, o de mi computadora y miro hacia la ventana para descansar la vista, o porque busco fuera de mi una palabra que me esquiva y se cruza en el campo visual un paisaje que muta y nunca es el mismo.

He aquí algunas de las recolecciones en estos tiempos de pandemia:

Encapuchados

Es una mañana fría de agosto, por mi vereda pasa una monja. De su cuerpo solo se asoma su cara, todo lo demás está bajo unas telas blancas y grises. Mira hacia adentro. Me pregunta algo con los ojos. Sigue. Dos pasos atrás viene un muchacho. Repite el viaje de pasos y de miradas de la mujer que va delante. De su cuerpo solo se asoma su cara bajo una capucha gris.

Rueda dentada

Un hombre viejo camina por la vereda de enfrente, trepa. Cuenta sus pasos para confirmar que avanza. Otro viejo camina por mi vereda, aprovecha la pendiente que baja. Sincronizados como el engranaje de un reloj van en distinto sentido, pero al mismo lugar.

Callejeros

Varias veces al día y en el mismo sentido ellos dan una vuelta a la manzana. Uno es muy bajito y cauteloso, el más grande es impulsivo, joven y se cruza hacia la vereda de enfrente, sin mirar. El bajito y yo lo miramos con temor. Esperamos que vuelva a esta vereda para continuar el paseo. El más bajito tiene el morro afelpado de canas. Nunca los vi ladrar a nadie.

Compacto

Un rectangular Chevrolet azul, modelo setenta y cuatro, con los vértices del capó oxidados, pasa veloz. Adentro van tres pasajeros con barbijo y el conductor. Todos leyendo en su celular, ni frenan en la esquina.

Intrépido

Él es un héroe, mira el mundo entre telarañas, por los dos tajos de su máscara roja. Su madre lleva barbijo, y mientras habla por celular estira su mano libre, tal vez de manera automática, para alcanzar la del hijo. Pero él es el hombre araña y le retira la mano y cruza la calle en dos saltos.

“Retrato de una monja”, por Gabriel von Max. (1840/1915)