¿UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS?
Eliana Cabrera
Instagram es una red social en la que principalmente son compartidas fotografías y videos breves (cada vez más), a veces acompañados de pequeños textos a modo de epígrafe.
Mientras en algunas cuentas personales abundan las llamadas “selfies”, fotografías de comidas y otras escenas de la cotidianeidad, existen empresas y asociaciones de todo tipo que ven en esta plataforma un gran potencial de promoción, difusión y marketing. Gestores culturales, mediadores y artistas no son ajenos a estas estrategias, de modo que en Instagram es posible encontrarse con un gran despliegue creativo para compartir producciones artísticas de toda variedad, y la literatura es una de ellas.
Desde que los y las artistas se apropiaron de las redes sociales en general, el alcance y el carácter público de estos espacios virtuales ocasionó una comunicación más rápida y directa entre consumidores y creadores.
En el caso específico de la literatura, existen autores y autoras que prefieren la autogestión y el uso de Instagram para autopromocionarse en lugar de recurrir a una editorial, con todos los gastos que eso conlleva: relacionarse con sus lectores y lectoras, pedir sugerencias, incitar a la comunidad a difundir sus obras…
Juan Pablo Andrade es un escritor que, más allá de usar Instagram como herramienta de promoción, decidió adecuar su libro a un nuevo formato: en vez de publicarlo en el formato tradicional, como pensó en un principio, optó por adaptarlo a una cuenta de Instagram independiente.
Es así como crea @boris_club, un relato fragmentado en varias publicaciones, intercaladas con dibujos de su misma autoría. También hace uso de todos los espacios posibles que ofrece el diseño de esta red social para incluir una introducción, índices, datos que usualmente van en la tapa y contratapa de libro… de modo que categorizó su obra como lo que se conoce como una #instanovel.
La aparición de la literatura en Instagram dio lugar a un neologismo: instapoet, palabra que designa a aquellas personas que hacen uso de lo que podría considerarse poesía “instantánea” en la era digital, particularmente en Instagram.
Los y las poetas exponen libremente sus textos, generan redes entre sí, comparten versos y también fragmentos de otras obras recomendables. Es por eso que al ingresar a las cuentas de instapoets como, por ejemplo, @rupikaur_, @virsammartino, @caroconinsomnio, @pibitadelsur (por mencionar solo algunas cuentas de tantas que hay para explorar), podemos encontrarnos con un feed[1] similar a un collage: una mezcla de fragmentos, citas, poemas completos, fotografías y videos.
No puede esperarse que Instagram presente obras literarias de la misma forma que lo haría un libro, que aspira a una cierta unidad en la creación. En los espacios digitales, la literatura usualmente aparece fragmentada, intervenida, expuesta por partes, incluso “incompleta”.
Keneth Goldsmith, autor del libro Escritura no-creativa. Gestionando el lenguaje en la era digital (2015) sostiene que “las palabras ya no parecen ser escritas solo para ser leídas, sino también para ser compartidas, trasladadas y manipuladas. (…)”
Posiblemente no encontremos un libro tal cual lo conocemos adaptado al formato de viñetas o imágenes consecutivas de Instagram, pero ese es el punto: el uso poético de la lengua y sus posibilidades creativas se adaptan al formato de Instagram, al consumo veloz de sus usuarios y a la multiplicidad de recursos visuales y sonoros que se ofrecen en esta plataforma.
Un último ejemplo: @anotherwriter. Alfredo Manzur es un escritor cuya propuesta sugiere seguir las instrucciones que se encuentran expuestas en el encabezado de su cuenta: “1) Pon la canción, 2) ve la foto, 3) lee el texto, 4) disfruta”. Una experiencia completa de lectura y escucha.
Mientras el arte tiende a ser categorizado según el uso exponencial o especializado en un único recurso, dando lugar a distintas disciplinas artísticas (pintura, literatura, música, escultura, etc.), los medios digitales nos proponen un uso interdisciplinar de esas expresiones, dando lugar a creaciones híbridas que provocan estímulos variados y simultáneos, y generan nuevas formas de percibir e interpretar la realidad y la ficción.
Lo ideal es recurrir a #bookstagrammers: lectores y lectoras que recomiendan libros, realizan reseñas e incluso organizan talleres y clubes de lectura. Sea como sea, la literatura está más cerca, y diversificada en sus formatos, que nunca.
[1] Así se llama usualmente al “tablero” o página principal de una cuenta de Instagram donde se pueden visualizar todas las publicaciones subidas por un usuario determinado.