La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

MÁS QUE LA PORTADA

Por Gabriela Pereyra

Lucía recorre la biblioteca, ha llegado hasta ella cargando una pesada mochila de prejuicios. Algunos con mayor presencia, algunos más ocultos en los bolsillos internos, otros heredados, pero definitivamente, todos han marcado su existencia con mayor o menor conciencia.

Asienta la mochila sobre una mesa y un alivio la recorre por un momento. Mira las estanterías con asombro, cada tanto frunce el ceño al ver los títulos que ofrece.

Como lectora hoy tomó la decisión, y va a solicitar un “libro humano” para “leerlo”. Una vez completado el trámite, su libro se ha sentado frente a ella, al otro lado de la mesa, y la mira a los ojos. Ese hecho ya es movilizante.

La tapa de ese libro decía: Vagabundo. Y su portada versaba: “Vivo en las calles. Vivo el día a día y no tengo techo sobre mi cabeza. No hay baños para visitar, no hay cocina para hacer un café. Poseo muy poco y debo mucho más y no tengo hogar”. Tras un hondo silencio comienza a leer el libro, le hace las preguntas que no sabía que se atrevería, algunas que desconocía que estaban allí salen con cierto pudor y pese a todo parecen no incomodar a su libro.

Ahora este libro tiene nombre, y simplemente, conversan derrumbando o al menos sacudiendo al juicio previo que ha convivido con Lucía tantos años. Cuando el tiempo transcurra el libro retornará a su estantería, esa en la que eligió ponerse, una biblioteca humana desde donde se buscan alternativas para luchar contra prejuicios y estereotipos en el diálogo uno a uno, o bien en diálogos grupales.

La situación es posible porque existe un proyecto con estas curiosas características que ya tiene sedes por el mundo. La Biblioteca Humana o “Menneskebiblioteket” como se le llama en danés, fue creada, hace 20 años, en Copenhague en la primavera del 2000 por Ronni Abergel, su hermano Dany y sus colegas Asma Mouna y Christoffer Erichsen.

Se inició para crear un espacio “donde puedes entrar, pedir prestado a un ser humano y hablar con él sobre un tema muy desafiante. Idealmente, queríamos que la gente hablara sobre temas de los que normalmente no hablarían, o de los que posiblemente no les gustaría hablar, pero de los que tenemos que hablar “.

Estos “libros” humanos son voluntarios que provienen de diversos orígenes y tienen experiencias que están dispuestos a compartir con sus lectores humanos. Al igual que los libros tradicionales, los libros humanos tienen títulos que describen sus experiencias como: Activista negro, Depresión crónica, Sobreviviente de la trata, Musulmán, Latino, Transgénero y muchos más. Prejuicios que tienen que ver por ejemplo con etnia, salud física o mental, discapacidades, estatus social, ocupación y religión, elecciones sexuales, entre otros.

Afiche “Proyecto de biblioteca humana”, diseñada para desafiar los estereotipos y los prejuicios.

Reconocerse prejuicioso es una capacidad que para muchos significa un “sincericidio” que acarrea rechazo social, lo cierto es que quien esté libre de prejuicios, que arroje la primera negación.

“Toda la gente juzga y por eso no estamos aquí para cambiar de opinión o para decirte que no juzgues. Estamos aquí para poner la información a su disposición en un entorno seguro. Para que pueda tomar sus propias decisiones, pero con suerte, decisiones mejor informadas. No basarse en un juicio rápido, sino después de una consideración más cuidadosa tras conocer a alguien que lo sabe”, explica Ronni Abergel.

Desde la página informan que las Bibliotecas Humanas en diferentes partes del mundo no solo desafían los prejuicios y los estereotipos, sino que también crean un espacio seguro y una “familia” extendida, dicen algunos, para los “libros”, que se ayudan y apoyan mutuamente.

A medida que se convierten en “libros” y ocupan su lugar en la estantería, muchos se dan cuenta de que están en condiciones similares que muchas otras personas de diferentes grupos. Desde el sitio se informa cómo postular si uno desea ser voluntario para ayudar con su historia personal. Se presenta como un espacio sin fines de lucro.

Los interesados pueden también ser depósitos y crear nuevas bibliotecas humanas con sus propios títulos. Las empresas también disponen de asesoramiento en caso de interesarse por enfoques más humanitarios y empáticos de las historias de vida. El proyecto circula por universidades, escuelas, bibliotecas y centros culturales que lo soliciten.

Por supuesto la pandemia afectó los encuentros presenciales entre lectores y libros humanos pero se adaptaron a través de eventos y encuentros en línea. En la página https://humanlibrary.org/ se consigue más información si se tiene inquietud por leer estas vidas, conocerlos y conocerse.

Más allá de la particular iniciativa es interesante reflexionar sobre cuánto mejor podría ser la humanidad si se diera la oportunidad de dialogar en la diversidad y la diferencia, uno a uno, cara a cara, sin juzgar solo por la portada.