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GARANTIZAR DERECHOS, GARANTIZAR SALUD

La Dra. Stella Maris Manzano, es referenta feminista, habla sobre el acceso al aborto y la reivindicación de los derechos sexuales y reproductivos

Majo Corvalán

“Soy médica tocoginecóloga, madre de dos hijos, integrante del hermoso movimiento de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, soy parte del movimiento civil de los de abajo y creo en la desobediencia civil como forma de transformación social”.

Stella Maris Manzano es referenta del movimiento feminista y una profesional que garantiza desde el inicio de su carrera los derechos sexuales, reproductivos y no reproductivos, al punto que fue la médica del caso F.A.L.

Stella realizó en 2010 el aborto a la joven F.A.L. (iniciales de su nombre) y cuando el caso llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación se emitió el famoso fallo que interpreta ampliamente el artículo 86 del Código Penal y sienta como precedente la legalidad del aborto por causales (en caso de abuso sexual, de riesgo de vida o salud integral) en Argentina.

En un diálogo extenso y profundo, hablamos de la salud sexual y reproductiva, la lucha desde hace 100 años por la autonomía del propio cuerpo, el parto respetado, la maternidad como decisión, el derecho a abortar y la objeción de conciencia como norma que permite discriminar.

Hace más de cien años que las mujeres luchamos por nuestros derechos sexuales, ¿qué instancias históricas te parecen interesantes destacar?

Nos consta que en Rusia en 1917 Clara Zetkin y Alejandra Kollontai encabezaron la lucha de las mujeres donde se conquistó el derecho al voto, el derecho al aborto, al divorcio, y se planteó la igualdad y la participación social de las mujeres.

En 1933, en la revolución española, las mujeres dejaron de estar sometidas a los españoles y se instalaron reclamos sobre los derechos sociales, políticos y civiles. Hay también otro hito importante en la historia que es el descubrimiento de las pastillas anticonceptivas en México, el 15 de octubre de 1951, porque tal como decía Sigmund Freud disociar la sexualidad de la maternidad implicó un avance hacia la autonomía de las mujeres.

¿Qué pensás en relación a reivindicar a nuestras ancestras, sus pócimas y sabiduría para la salud y también para la contracepción?

Nuestras ancestras abortaban, pero no coincido con que los abortos eran seguros cuando se practicaban con yuyos, tallos o incluso perchas. Las que sí empezaron a usar el aborto como una práctica segura son nuestras abuelas, y lo hacían con instrumental estéril, como también lo hacían con médicas y parteras, no usaban métodos ancestrales sino el avance de la ciencia y la tecnología.

Es muy interesante ver como el movimiento feminista se organizó para acompañar abortos en el mundo, aportar contenidos y estudios, ¿qué opinás de estas experiencias?

Woman on waves es una  organización  fundada por la médica holandesa Rebecca Gomperts en 1999 y trabajan llevando información y asesorando sobre anticonceptivos, educación sexual y sensibilización en torno de los peligros del aborto clandestino en distintos puntos del mundo.

Durante la I Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de 1907 en Stuttgart (Alemania), Clara Zetkin (foto) definió algunos objetivos sobre la protección social de las mujeres obreras, madres, esposas y ciudadanas.

Lo revolucionario es que buscaron un barco, subieron un equipo médico que practica abortos y visitaron países que penalizaban la interrupción del embarazo para ayudar a las mujeres, quienes eran trasladadas hacia aguas internacionales de modo tal que quedaran fuera de las leyes y abortaran sin peligro de ir presas. De este nacieron otros tantos movimientos que piensan y crean estrategias para ver cómo ayudar a las mujeres en situación de aborto a hacerlo de forma segura.

¿Cómo fue el camino que te llevó a ser médica garantista de la salud sexual y reproductiva?

Siempre estuvieron en mis principios la lucha contra el abuso sexual, el abuso sexual en la infancia, los derechos de las mujeres, la igualdad, el parto respetado, aunque no perteneciera aún a grupos feministas porque estaba lejos. Hice cuatro años en un pueblo de Chubut donde casi no vi abortos porque desde 1985 se entregaban métodos anticonceptivos, pero todo cambió cuando fui a hacer mi residencia en Orán, Salta.

Lo que descubro en esa Salta tan católica es que había 12 partos y 8 abortos incompletos por día y todo porque no se brindaba anticoncepción o les enseñaban el método Billings, que falla en muchas oportunidades. Por promedio sacábamos un útero por semana de mujeres que iban graves e incluso que morían.

Más allá de eso en Salta compartí experiencias con un grupo de médicos rosarinos con quienes luchamos mucho por estos derechos y con quienes garantizamos parto respetado. A las mujeres de las comunidades originarias las asistíamos respetando sus costumbres y hasta les dejábamos que se sacaran solas sus placentas con el método que suelen utilizar, que es usando un hilo rojo que muy despacio van manipulando.

¿Qué cambios logró el misoprostol en cuestiones médicas?

La entrada del misoprostol al país fue como mágico, a quienes somos ginecólogos nos cambió la vida porque la oxitocina en los embarazos chicos no funciona y en los embarazos con fetos muertos funciona poco, antes no sabés lo que sufríamos cuando había que hacer un aborto y pasaban los días y no se lograba. Con el misoprostol eso se acabó.

Pero nuestra lucha era para lograr la anticoncepción, es más, en ese momento pensaba que yo no iba a estar viva para cuando se lograra la ley que no criminalizara la ligadura tubaria, que en ese momento estaba prohibida.

¿Ligarse las trompas era un delito?

¡Estaba prohibida! yo me acuerdo que ligaba mujeres si tenían riesgo para su salud o su vida en un próximo embarazo, pero era una ley que muchas veces violamos los médicos para garantizar la salud de las mujeres.

En esa época nuestra gran pelea era lograr que las mujeres accedieran a la anticoncepción gratuita, porque en los hospitales lo que dábamos eran pastillas de muestra que nos dejaban los visitadores médicos. Cómo será en Orán el poder de la Iglesia que en el hospital no teníamos pinzas para agarrar el cuello del útero ni ningún instrumental para que no pusiéramos DIU (dispositivo intrauterino), así que los poníamos con cajas de legrado, ¡nos complicaban todo!

¿Se hablaba de ESI, sexualidad, higiene menstrual, derechos del colectivo LGBTIQ+, acceso a la salud?

Hablábamos mucho de sexualidad en la adolescencia, del derecho a la privacidad y también de diversidad.

En Salta hay una comunidad LGTBIQ+ inmensa y las atendíamos muy bien, pero algunos grupos de médicos los discriminaban. Incluso teníamos a colegas trans y gays trabajando en el hospital. Creo que había más confusión entre género e identidad y no se rotulaba tanto como ahora.

¿Cómo empezás a hacer abortos?

A través de mi actividad médica, porque la lucha feminista había logrado que el Ministerio de Salud de la Nación armara un programa que se llamaba Guía de mejoramiento en la calidad de la atención pos aborto, y ahí nos pasaban la guía del aborto no punible donde se detallan las causales para acceder al aborto y si no había causales les dábamos la información para que las mujeres supieran cómo hacerlo.

En 2007 cuando voy a una capacitación sobre esta guía les planteo que “todo aborto es legal”. “Noooo” me decían las abogadas y por años me refutaron, pero la verdad es que todo aborto es legal porque un parto es más peligroso que un aborto y nadie puede obligar a una mujer a pasar por todas las enfermedades que pueden surgir en el tercer trimestre y representan un riesgo para su vida.

Alexandra Kollontai es la radiografía de una feminista revolucionaria en momentos donde la palabra revolución tenía horizontes impensados.

En ese momento era la referenta en Chubut y empezamos a trabajar con un equipo en garantizar abortos sin dolor, no como en San Juan que los hacían sin anestesia. Todos me decían que estábamos locos, pero empecé a animarme a hacer abortos consignando las causales hasta el 2010 que tuvimos ese aborto que 2 años después llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación y se convirtió en el fallo FAL.

Pero el Superior Tribunal de Chubut se mandó un fallo de avanzada y estableció que la mujer no necesita denuncia previa y que en caso de violación debe acceder a un aborto igual que cuando hay riesgo de salud o de vida.

Eso cambió la mentalidad en mi provincia y en unos meses se sacó una ley para garantizar los abortos no punibles. El gobernador no la vetó a pesar de las presiones y con esa ley ya accedimos a tener misoprostol gratuito y a capacitar para sumar efectores a los equipos.

En lo personal tuve que trabajar en mí misma mucho, me planteaba por qué para fundamentar las causales había que mandar a las mujeres a la psicóloga como si tuvieran algo mal. Si yo no mando a las que deciden tener un hijo a la psicóloga, ¿por qué mandar a las que deciden abortar, no?

¿Y qué pasaba con los objetores de conciencia mientras se daba este proceso?

Fueron endureciendo su posición. Hoy somos pocos los efectores de salud que garantizamos abortos en Chubut pero no porque el aborto esté mal, sino porque la ley está mal y permite discriminar.

La violencia hacia las mujeres tiene esta cosa peligrosa que está naturalizada y se hacen leyes que permiten que haya médicos que nos nieguen métodos anticonceptivos o atención médica y nadie lo ve como violencia. Cuando se trató matrimonio igualitario recuerdo que la senadora Negre de Alonso planteó la objeción de conciencia para que los jueces que no quisieran casar a personas no heterosexuales no lo hicieran y Rossi le contestó que eso era discriminación: hoy no van a casar gays y mañana se van a negar a casar judíos o migrantes.

Pero en el debate del aborto parece no estar tan claro, de hecho las referentas del Ejecutivo incluyeron la objeción de conciencia argumentando que es un derecho institucional.

A ver, objetar es un derecho pero no negar la atención. Un médico testigo de Jehová tiene derecho a no transfundir sangre, lo que no tiene derecho es a trabajar en un servicio de hemoterapia.

Salga la ley que salga va a ser mejor que depender de las causales y eso va a hacer ver a los médicos que el aborto es un derecho, aunque no soy optimista en relación a cuánto se puede cambiar solo con capacitación. Los objetores que fuerzan partos y maternidades son torturadores y usan la objeción para oponerse a los derechos.