DE LA PANTALLA AL LIBRO… ¿Y VICEVERSA?
La periodista Cecilia Bona se desempeña como youtuber, y podcaster. Promueve el placer por la lectura como multicreadora de contenidos y utiliza la tecnología como herramienta
Eliana Cabrera
¿Cuáles son las estrategias más comunes para invitar a leer? ¿Desde qué lugar lo hacemos? ¿A dónde recurrimos cuando deseamos aventurarnos a la lectura o motivar a alguien a hacerlo? ¿Es posible salir corriendo a buscar un libro después de visitar las redes sociales? ¿Qué tan válida es la idea de creer que tenemos que abandonar del todo las pantallas para abocarnos a los libros?
Cecilia Bona es periodista, productora y creadora de contenido pero también una lectora apasionada. Realizó trabajos de producción en Radio Mitre y Vorterix y es Cofundadora de Academia de Remadores, donde brinda capacitaciones en comunicación digital para todo tipo de proyectos y emprendimientos. En 2018, creó Por qué leer, una multiplataforma donde promueve el placer por la lectura. Para desarrollar esta iniciativa, se desempeña principalmente como youtuber, y podcaster, y también tiene fuerte presencia en Instagram.
Recientemente publicó su primer libro-manual, Lectura y tecnología: cómo invitar a leer a nativos digitales[1], donde desarrolla con claridad y entusiasmo las distintas herramientas digitales que docentes y mediadores en general podrían utilizar para contagiar el gusto por leer.
¿Qué hay de cierto o no en una expresión tan común como ”la gente ya no lee”?
Cecilia Bona cree que “hay una tendencia a interpretar que leemos menos libros que antes. Obviamente, hay un montón de otros elementos que ahora consumimos y que antes no, cuando solamente existía el libro no te quedaba mucha opción más que leer; ahora podés usar el celular, la computadora, ver una serie… hay un montón de otras opciones pero eso no quita que las personas no deseen leer.
Una vez que entrás en este proceso de recomendar el placer por la lectura, mi tarea, creo, es incentivar a que la gente se encante y mostrar opciones en cuanto a distintos tipos de lectura”. Sostiene que quizás la gente lee menos (no hay pruebas ni encuestas concretas sobre ello) pero lo que sí hay es un trabajo cada vez más fuerte de contagio.
Propuestas inquietas
En su cuenta de YouTube, Por qué leer, Cecilia realiza reseñas sobre los libros que lee cada mes, pero eso no es todo. También realiza entrevistas a figuras reconocidas acerca de sus lecturas y bibliotecas, ofrece tutoriales resolviendo consultas (el más visto: “ventajas y desventajas del Kindle”), trasmite lecturas en vivo y le guiña el ojo a lectores y lectoras más fetichistas subiendo contenido como sonido ASMR con libros o “cosas raras que hacemos los lectores”.
La variedad de sus videos resulta atractiva tanto para quienes tienen el hábito de la lectura como para quienes desean acercarse a ella y están buscando referencias. Además, en el podcast de Por qué leer,disponible en Spotify, comparte audiocuentos leídos y editados por sí misma, ideales para ser reproducidos en cualquier momento.
El concepto de “multiplataforma” es desarrollado al máximo, y seguramente haya aun más contenido por compartir.
Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, es uno de los últimos libros que reseñó y es parte de una nueva propuesta de lectura: un clásico por mes. En esta obra literaria distópica, la función de los bomberos no es apagar incendios sino quemar y destruir libros, considerados objetos peligrosos para la sociedad. En el relato, los avances tecnológicos reemplazan a los libros y es un instrumento más para su erradicación.
Pero entonces, ¿puede la tecnología ser un “riesgo” o un obstáculo para promover la lectura?
“(…) creo que siempre tiene que ver con el punto de vista con el que se esté mirando algo, ¿no?, por eso decidí escribir el libro, en realidad, porque yo uso la tecnología en favor de la lectura y por más que sean cosas que a priori parecen incompatibles, no lo son”, comentó Cecilia, “porque de hecho mucha gente me dice que “ahora leo más” o “empecé a leer” o “volví a leer” y eso fue gracias a que están las redes sociales y gracias a que la gente me encuentra en internet, entonces le debo a la tecnología esa visibilidad y alcance”. Quizás lo peligroso tenga que ver con cómo usamos esas herramientas y cómo acompañamos.
En el libro, Lectura y tecnología: cómo invitar a leer a nativos digitales, la escritora sugiere que no hay que pensar que los chicos y chicas están equivocados porque tienen un teléfono en la mano, sino que más bien se trata de decir “mirá, lo mío también está bueno, ¿cómo hacemos para entusiasmarte y llevarte a esto, que también está bueno pero no está en los mundos en los que vos te manejás?” La autora, entonces, prefiere ver a la tecnología como una oportunidad más que como una amenaza.

En su libro, además de hablar de distintas redes sociales y las audiencias (en un tono muy ameno y apto para “inmigrantes digitales”[2] que se encuentran aprendiendo a usar estas herramientas), Cecilia realiza un recorrido por otros creadores y creadoras de contenido que relatan sus experiencias y formas llevar a cabo la promoción de la lectura a través de internet.
Sugiere que cualquiera puede crear contenido, o incentivar a que otros lo hagan, siempre que se sepa manejar las herramientas digitales, haya creatividad y se adopte el lenguaje digital.
En este sentido, el libro es realmente un manual, un “paso a paso” para organizarse y realizar una producción consciente de material que logre un impacto, y las entrevistas a influencers de la lectura pueden resolver, desde su experiencia concreta, muchas dudas prácticas.
¿Qué espera lograr esta multicreadora de contenido con tantos trucos bajo la manga, no solo desde las redes sino también ahora a través de su primer obra escrita?
“A mí me gusta pensar que estoy en los lugares que habitan las personas que quiero invitar a leer”, sostiene Cecilia.
“Estar en esos espacios hablando de libros me parece que es súper valioso porque la gente termina sintiéndose contagiada o sintiéndose atraída justo en el lugar en que menos lo pensaba, porque no está en una librería ni en una biblioteca o antro aburrido, y descubre que las personas que leemos no somos nada de lo que se sospecha de nosotros.
Nos ven divertidos, felices, “normales”, leyendo en nuestra vida cotidiana, esperando que el libro nos salve un día perdido, un día triste o lo que sea, asumiendo con sinceridad que tal libro lo tuvimos que dejar porque no nos convenció, porque nos aburrió, porque no lo preferimos.” Es necesario, entonces, que el contenido que se cree sea de calidad y se adecue a quienes queremos convencer, adoptar el lenguaje de internet.
La creadora de Por qué leer se propone recircular la información y las herramientas que utiliza ella y otros creadores y creadoras de contenido.
“Por supuesto que hay una utopía previa”, comenta, “que es que se cumpla el derecho de la lectura: que todo niño, niña, adolescente tenga la opción a su alcance de poder elegir entre los libros que le llaman la atención y que quisiera leer. En ese caso podríamos decir que la tecnología ayuda a que haya libros digitales al alcance de un clic o en el teléfono, la experiencia del libro en la mano. (…)
Quien no tiene acceso a internet y no tiene libros no puede ver cumplido su derecho entonces me parece que, hablando de utopías, el acceso a la información y a la tecnología tiene que hacer realmente ecuánime, todos tendrían que poder acceder”.
Contenidos creados por una lectora empedernida, para otros lectores o lectoras entusiastas y para contagiar a quienes están observando ese fervor desde afuera. Ahora contamos con más espacios y herramientas para motivar a todos y todas a ser parte de la práctica literaria y la lectura en general. Cecilia Bona nos acompaña hacia donde están los nativos digitales, nos presenta y se convierte en una suerte de “traductora”: del libro a las redes, de las redes al libro, ese es el idea y vuelta ideal.
Para consultar por su libro (ebook) pueden escribirle a lecturaytecnología@porqueleer.com, o a través de su cuenta de Instagram @porqueleerok
[1] “Nativos digitales” es un concepto ideado por Marc Prensky, sobre el cual se basa Cecilia Bona en su libro, y hace referencia a quienes “han nacido y se han formado utilizando la particular lengua digital de juegos por ordenador, video e internet”.
[2] Otro concepto de M. Prensky que alude a quienes se forman y aprenden a usar la tecnología por necesidad, deseo u obligación, pero no han nacido inmersos en ella.