A 45 años de la cruenta dictadura militar
Editorial
Cuesta mucho describir un panorama tan aterrador como el que imperaba en los espacios culturales durante la última dictadura militar. El número 40, de agosto de 1980, de la recordada revista Humor presenta en su página 66 un listado que manejaban los censores de la época para restringir determinados temas: “…Los diabólicos sujetos (los censores) siempre tienen a mano una lista de las cosas que no deben tocarse en los libretos pero que manejan e interpretan a su gusto: a) la imagen familiar no se toca; b) las fuerzas armadas no se tocan; c) las fuerzas de seguridad no se tocan; d)la religión y la iglesia no se tocan; e) no puede haber separaciones matrimoniales -mucho menos divorcios- y en el supuesto de que ello suceda, el tratamiento literario que se les brinde ha de ser ignominioso; f) terminantemente prohibidos relatos que sugieran adulterio, vida en común, vida de amantes; g) prohibido recurrir a giros o expresiones que deformen el idioma; h) prohibido satirizar con los estrados judiciales; i) prohibido recurrir a efectos sensacionalistas; j) prohibido…”.
En el número 88, de agosto de 1982, de la misma revista Humor, en un reportaje que le realiza la periodista Mona Moncalvillo, Víctor Heredia describe con mucho rigor lo que le tocó vivir en los años anteriores: “…Creo que estoy prohibido desde hace años en algunos medios de comunicación…Creo que todo este tiempo lo hemos pasado como pudimos, dentro del dolor de la realidad circundante y la desesperación de ver que a uno se le va la juventud…Más cuando todo el grupo fue censurado y prohibido, lo fue por cuestionamientos políticos…La historia, después, demostró que a todos los que hablábamos de la hermandad latinoamericana, que el continente debía unirse para enfrentar ciertas cosas que nos inhibían y nos empujaban a ser países subdesarrollados, se nos prohibía, se nos tildaba de comunistas, de izquierdistas o de pro guerrilleros…”.
Fueron años de dolor y de atraso profundo. Fueron años de desaparición y muerte. Fueron momentos oscuros de desencuentro y de tristeza profunda. El vacío cultural fue oprobioso. El campo cultural en la Argentina sufrió, como tantos otros espacios, uno de los peores momentos que se recuerde. Apenas unos pocos pudieron, quisieron y supieron resistir. La mutilación de todo atisbo de creatividad fue flagrante. En rigor, hoy lo importante, es sostener como consigna y como un inevitable grito popular, que aún hoy sigue siendo desesperado, Nunca Más.