Todas las claves y la Graciela Borges
LA COLUMNA DE IRIS
Nena, nena, cuántas cosas. Viste cómo se arman entuertos por todos lados. Y cuántos burros que dicen cualquier cosa. Te soy sincera…ni entiendo, ni sé quién tiene razón, pero hay algunas burradas inadmisibles. Hablan como si fueran infectólogos especialistas y no pueden hacer la “o” con un vaso. Mama mía. Hay que apoyar, serenar los ánimos y ayudar a que se puedan conseguir más vacunas. No es tiempo de peleas. Es tiempo de generosidad y solidaridad en todos los ámbitos.
Otro drama que tengo. Mejor dicho, tenemos. Porque no estoy sola en esto. Cada amiga con la que hablo coincide en este problema, con distintos grados de dificultad. Se supone que los sistemas informáticos, las aplicaciones, las páginas y todos esos cuentos, naturalmente deben tener muy en cuenta la seguridad.
Esto lo entiendo. Si se trata de cuestiones referidas a bancos, mucho más. Se trata de la guita de la gente, y eso hay que cuidarlo. Viste que son muchos trámites, y te pueden trampear. Esto también lo entiendo. Pero poner tantos requisitos y tantas trabas para cada operación, es insoportable.
Cuando te aprendiste algo, cambian de nuevo la configuración, cambian el procedimiento y todo se vuelve imposible. Empiezan con el usuario, ahora hay que poner letras, ahora hay que poner mayúsculas, ahora cuatro caracteres numéricos, ahora ocho, ahora otro signo, ahora la clave digital, ahora pendorcho, ahora te voy a mandar un mensajito, ahora se debe tener un token. Por favor basta.
Nadie aguanta más. Unos numeritos para el cajero, otras letras para la computadora, imposible. Y menos mal que no hago transferencias y esas cosas raras. Y si metiste la pata o te olvidaste, sacá turno y que Dios te ayude. Escuchame. Menos mal que postergaron un poco la fe de vida, igual hay que estar muy atenta. La cantidad de gente que no entiende, que se confunde, que no acierta.
Después vienen los enojos, los reclamos, las peleas. Algunos empleados bancarios que no saben qué decir, otros culpan al sistema. Yo no entiendo nada. Menos mal que le doy una propinita a la hija de la Claudina y me mira todo de la jubilación, y paga los gastos de la luz, el gas, el cable y todos esos líos. Por favor simplifiquen. Traten de hacer todo más fácil.
El 10 de junio cumplió ochenta años Graciela Borges. Una personalidad más que interesante. Hace cinco años, eso decía La Nación de la Gra: “Debutó en el cine con Hugo del Carril, pero décadas después se convirtió en ícono del Nuevo Cine Argentino con La ciénaga, de Lucrecia Martel. Intervino en una notable cantidad de clásicos del cine argentino, pero es amada y venerada por los jóvenes realizadores.
La sola mención de su nombre, su mirada azabache y su voz velada marcan a fuego la escena nacional. Una marca sin tiempo de nuestro cine”. Es recontra conocida por su voz, por su fama, por su hijo. Para no aburrirte te pongo nada más que premios y distinciones: Cóndor de Plata 2019 por La quietud; Premio a la trayectoria Bafici 2017; Cóndor de Plata a la Trayectoria, 2015; Premio Salvador Sammaritano por su trayectoria, 2013; Premio Konex de Platino 2011 como Actriz de Cine; Festival Internacional de Cine de Cartagena 2007 por Las manos; Premio Sur 2006 por Las manos; Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, 2002; Cóndor de Plata 2001 por La ciénaga; Premio Konex Diploma al Mérito 2001 como Actriz de Cine; Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana 2001 por La ciénaga; Festival de Cine de Bogotá 1987 por Pobre mariposa; Premio Konex Diploma al Mérito 1981 como Actriz Dramática Radio y TV; Martín Fierro (TV); Festival Internacional de Cine de San Sebastián, Concha de Plata 1971 por Crónica de una señora; Premio Perla del Cantábrico 1963 por Los viciosos y 1968 por El dependiente.
A mí esta mujer siempre me gustó y cada vez me gusta más. La última película que vi es “El cuento de las comadrejas” en 2019, pero de las viejas recuerdo “Crónica de una señora”, “Sola”, “Saverio el cruel” y “Funes, un gran amor”.