Mi mascota
Por Ana Delia Rodríguez (*)
Evaristo y yo domesticamos la luna. Justo cuando se sumergía, la brisa la trajo de regreso.
Apretamos fuerte la soga para que no escapara y se quedó tranquila, a gusto, relajada.
Nunca más se alejó de nuestro patio y como el infinito, comenzó en mí y terminó en las nubes.
(*) Soy Ana Delia o Joha, de San Luis. Siempre fui farmacéutica y cada paseo por las calles de mi ciudad es, como dicen mis amigas, dos pasos y un saludo. A veces vuelo muy alto: cuando escribo, cuando bailo folklore, cuando estoy con mis dos hijos, mis dos nietos.