Reportajes

Andrés Scolari- 08/08/2021

Mi nombre es Andrés Scolari, tengo 43 años, soy nacido en la ciudad de Córdoba, pero casi toda mi vida viví en Alta Gracia. Soy hijo de Carlos Scolari y Diana Fernández, ambos oriundos de Alta Gracia, mi padre es Ingeniero electrónico especialista en comunicaciones, y mi madre era maestra, pero nunca ejerció la profesión. Tengo tres hijos: Julieta de 20, Genaro de 18 y Felipe de 13. Actualmente vivo en Villa Mercedes.

Tuve una niñez muy feliz, en Alta Gracia tuve mucha libertad, de muy chico andaba por toda la ciudad en bicicleta, en mi barrio vivían muchos chicos de mi edad, entonces tuve un grupo grande de amigos, tuve una libertad enorme, una infancia y una adolescencia muy feliz.

Me decidí que iba a estudiar medicina cuando tenía aproximadamente 13 o 14 años, yo estaba en un secundario técnico, soy técnico químico, pero lo de la medicina en realidad tiene que ver mucho con la militancia política, tengo un tío que se llama Sergio Fernández que siempre militó y yo lo acompañaba. Fue en el Partido Intransigente, un partido de izquierda de hace muchos años que después se convirtió en el FRAL.

Entonces empecé a familiarizarme con la militancia política, eso me llevó a una cierta conciencia social, porque allí se hablaba mucho de la justicia social, y me pareció muy interesante poder practicarla desde una disciplina como es la medicina en la que tenemos muchísimas herramientas para ayudar a la gente.

Luego me reafirmó mucho más mi vocación el empezar a leer sobre historia argentina, en ese momento comencé a comulgar con la doctrina peronista que tiene que ver justamente con la justicia social, con la soberanía política y la independencia económica.

Así llegué a estudiar medicina, me recibí muy rápido y empecé a practicarla como un rol social y no solamente como una profesión. Desde la medicina, tuve oportunidades de conocer muchas realidades distintas, he ejercido en lugares con nichos ecológicos muy distintos y eso me ayudó a conocer el pensamiento de la gente.

Me desempeño en este momento como médico en el servicio de urgencias, soy especialista en psiquiatría, y en el Policlínico “Juan Domingo Perón” ejerzo emergentología y la psiquiatría, el trabajar en un servicio de urgencia es sumamente estimulante y motivador para mí, porque se notan mucho nuestras intervenciones, el hospital es un lugar de trabajo que amo y me apasiona, un poco por la adrenalina, un poco por cómo se nota nuestra intervención en los problemas de la gente.

La psiquiatría me interesó pensando un poco en que cada vez aumentaban más los casos relacionados a la salud mental, y eso me llevó a capacitarme en la psiquiatría infantil, psicoanálisis, reestructuraciones cognitivas… realmente me apasiona conocer mucho más sobre la gente.

Hay un momento en mi vida en el que cambió mi forma de ejercer mi profesión: estábamos en la guardia y había una señora que tenía un yeso muy apretado y se quejaba mucho, yo en ese momento estaba con mucha carga de trabajo y había perdido la empatía por el paciente, todo me molestaba, en cierta forma tenía un síndrome de “burnout” que es muy conocido y se da mucho en la atención en salud.

En un momento encontré una pierna de un maniquí y le dije que ya estaba solucionado su problema, ella me preguntó si había llamado al traumatólogo para cortarme el yeso, y yo le respondí que no, que había encontrado una pierna de reemplazo, en ese momento todos nos reímos en la guardia, y ahí me di cuenta que ella se relajó y que la verdadera forma de ejercer bien la profesión es teniendo empatía con el paciente.

La realidad de la sociedad es lo que me moviliza, me motiva mucho saber que hay una posibilidad de mejorar eso, los problemas de la gente, militando la justicia social, me movilizan las decisiones políticas, las reacciones de la gente, y sobre todo me apasiona pensar que tenemos un desafío muy grande los argentinos, que tiene que ver con una barrera cultural. Me enojan y me sacan las injusticias sociales.

He recibido un adoctrinamiento muy importante en lo que es la responsabilidad, el profesionalismo, la formación, mi padre insistía mucho en la capacitación, en realizar una profesión con gusto y vocación, y como mandato familiar fundamentalmente la solidaridad para construir cualquier tipo de vínculo.

Hace 15 años, cuando vine a vivir a San Luis, tenía mucha incertidumbre, con el pasar del tiempo me di cuenta que la provincia había progresado mucho, tenía un potencial muy importante, me sentí acogido, me sentí respetado, en esta provincia tuve la posibilidad de disfrutar de buenas políticas de estado, como por ejemplo los planes de vivienda, gracias a ello yo pude acceder a una vivienda propia, y eso me dio un sentido de pertenencia muy importante.

Desde lo profesional hay mucho por hacer y por actuar, veo una conexión muy estrecha entre la política y la gente, es una de las pocas provincias donde el ciudadano puede hablar con autoridades y ser escuchado y poder participar.