Expresiones de la Aldea

Los Ejes de Mi Carreta

Atahualpa Yupanqui 

Milonga, 1968 

Letra Romildo Risso  

Música Atahualpa Yupanqui 

Folclore argentino  

Porque no engraso los ejes 
Me llaman abandona'o 

 
Si a mí me gusta que suenen
¿Pa'qué los quiero engrasaos ? 
 
Es demasiao aburrido 
Seguir y seguir la huella

 
Demasiado largo el camino 
Sin nada que me entretenga 
 
No necesito silencio
Yo no tengo en qué pensar

 
Tenía, pero hace tiempo
Ahura ya no pienso más 
 
Los ejes de mi carreta 
Nunca los voy a engrasar 

Por Polaco Altavilla

Las buenas noticias corren rápido, como los dedos de los guitarristas virtuosos sobre el mástil, y la combinación de esos conceptos resultaron en el regreso de Luis Salinas a la provincia. “Siempre tengo algo armado pero puede cambiar en el escenario, según vea cómo viene la cosa, ¡por eso es tan maravilloso tocar en vivo, por el público!”, comentó fascinado de su instante favorito en el arte. “A diferencia del streaming, nada es tan hermoso como compartir la música con el público, el ida y vuelta es maravilloso”, contaba entusiasmado, telefónicamente desde la esquina de Corrientes y Callao, de sus expectativas por tocar, anécdotas familiares entre padres e hijos, y el cariño y respeto hacia los referentes. 

“Estoy muy feliz de hacer giras por nuestro país. Es muy especial porque voy con mi amigo Alejandro Tula en percusión y con la frutilla del postre, que es tocar con mi hijo Juan”, resaltó Luis, que hizo conciertos de manera presencial en Buenos Aires y en agosto su profesión lo llevó de viaje por San Luis, San Juan y Mendoza. “Le dije a Juan: ‘estudiá un poco, mirá que allá tocan muy bien la guitarra’, y es verdad”, dijo con una sonrisa, liberado del rol paterno después de compartir con su hija (de 11 años) el almuerzo y llevarla al colegio. 

“Cuando Tomatito iba a venir de gira por el país, le dije ‘si hay un lugar donde se toca mucho y muy bien la guitarra: es toda esa zona, todos tienen una guitarra en su casa’, para que conociera”, agregó Luis, en una de las anécdotas que también contó durante el recital. La mención del guitarrista José Fernández Torres, nacido en Almería y con herencia flamenca (es hijo del artista Tomate, nieto de Miguel Tomate, y sobrino del tocador Niño Miguel) fue una de las que le relató a la audiencia. Pidió aplausos para Alfredo Ávalos, Jaime Torres y Mercedes Sosa, y le ofreció un tributo en vivo a Raúl “El Sapo” Ávila, fundador de El Trébol Mercedino, que estuvo presente y además de cantarle el feliz cumpleaños (cumplía ese mismo día), todos los asistentes la engancharon con Calle Angosta. 

En la entrevista también recordó a su padre. “El verdadero Luis Salinas, por el que me hice músico -porque no hay antecedentes de músicos en mi familia antes que él- se me fue hace poco. Estaba mal de salud y ahora descansa (falleció el 30 de julio y Salinas se presentó en San Luis el 15 de agosto). A los 11 años tocaba el bombo, la guitarra y la armónica, era como un niño orquesta, y además de chamamé, hacía todo tipo de música. Y en esta situación de tocar con Juan, somos la continuación de él y va a estar en cada canción que toquemos.

A Juan le pido que sea honesto, que no se la crea nunca, porque si se la cree no aprende más, el ego mata al genio y te aleja de la verdad, de la música y el amor. Es tan importante que disfrute y aprenda, como yo sigo haciéndolo porque la música es tan maravillosa que uno siempre tiene algo para aprender de la melodía, la armonía y el ritmo. Mirá, no creo en la Iglesia, pero sí en Dios, y Dios me regaló esta posibilidad de tener un hijo como Juan y compartir la guitarra y la música con él. A su lado aprendo cuando tocamos, porque uno aprende de los chicos siempre”. 

“Soy la consecuencia de lo que escuché de chico. Con mi padrastro, las guitarreadas en la casa en Villa Diamante terminaban con chamamé, eso me quedó. Después fui a Monte Grande y estaba el rock sinfónico, las peñas de tango y de folclore y Dios me dio la posibilidad de conocer a los maestros de distintos géneros, como Rubén Rada, los hermanos Fattoruso (Hugo y Osvaldo), o del blues como George Benson y BB King… para mí la música es un sentimiento más allá de la forma.

Recuerdo que le dije a BB King ‘mire, maestro, yo no vengo del blues’, y me dijo ‘no: pero a mí me gusta porque sos sincero al tocar’, y eso me quedó para siempre en cualquier música que toque. Uno hace una obra de Atahualpa y puede improvisar, pero dentro de una situación que no te saque de ese paisaje”. 

En vivo, Luis es de esos guitarristas que transmiten lo que le sale del alma desde sus dedos pelados -toca sin púa- con la caricia de sus yemas en las cuerdas, incluso haciendo scat con la voz. Y también su humildad. Esa noche puntana invitó a cantar a la solista Daniela Calderón y al cantante César Blanco (su grupo Alma de Guitarra abrió la velada). 

“Mi problema es que si seguimos así ¡no sé cuándo vamos a terminar!”, bromeó Luis desde el escenario. “¡Que siga toda la noche!”, gritó alguien desde una mesa, entre risas y pedidos. “Sé cuando empiezo, pero si se pone bueno ¡no me quiero ir!”, reforzó su deseo el guitarrista.