Reportajes

Florencia Meineri-28-11-2021

Mi nombre es Florencia Meineri, soy nacida en la ciudad de Villa Mercedes, en 1992. Mi familia de origen está conformada por mi padre Daniel Meineri y mi madre Mónica Quiroga. Tengo tres hermanos menores: Macarena, Bromatóloga, Caterina, estudiante de Derecho y Emilio, Ingeniero. Resido actualmente en el barrio que me vio nacer, La Estación. 

Recuerdo mi niñez con mucho cariño. Como mi madre, de profesión docente, pasaba muchas horas fuera de casa, fui criada por mi abuela paterna, a quien le debo en gran parte lo que soy. Conocida por muchas generaciones de estudiantes como “La seño Lola”, mi abuela Emma Tavecchio, que había sido de muy jovencita maestra rural, llegó a ser directora de la Escuela N° 30 General Pedernera, la más antigua de la ciudad. De ella recibí el libro con el que aprendí a leer y escribir a mis cuatro años, el ¡Upa! Desde entonces, no he dejado de dedicarme a alguna de las formas de la escritura.

De mi abuela paterna tengo presente también sus comidas, muchas de ellas europeas pero también criollas, todos sabores difícilmente igualables. El barrio en el que crecí tuvo para mí una influencia notable. Recuerdo que hacia mis nueve o diez años, mi cuadra estaba dominada, literalmente, por niñas como yo. Éramos mayoría, y mis días transcurrían en las casas de ellas o en mi casa.

De chica era muy curiosa, (lo sigo siendo), no había cosa que no me atrajera. Tuve la suerte de contar con una biblioteca en casa, algo muy poco común para una nena de aquel momento. Otro recuerdo muy nítido que tengo de mi infancia es el tren. Al vivir en la intersección de las Avenidas Origone y Presidente Perón los vagones de carga formaban parte del paisaje más cercano, diría familiar. Cada vez que lo escuchaba salía a verlo, hasta que se perdía sobre los rieles en el horizonte. 

Mis estudios primarios y secundarios los cursé en el Instituto Sagrado Corazón donde en último año fui becada, gracias a mi promedio, por la empresa EDESAL, para financiar mi primer año de universidad. Seguí Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de San Luis, graduándome de Licenciada en Administración. En 2016 fui becada nuevamente, esta vez por la Universidad de Buenos Aires para formarme en ciencias gerenciales con perspectiva ética, de responsabilidad social, desarrollo humano e integración regional.

Me influenció bastante la orientación de economía del colegio al que asistí, también la búsqueda de una carrera que combinara números con materias más humanísticas o sociales. Creo que haber visto la crisis del 2001 en primera persona a pesar de haber sido muy chica (tenía 9 años) me llevó a querer hacer algo por las personas, para que salgan de su atraso económico que es al fin de cuentas, un atraso en todo sentido. El que no cuenta con recursos monetarios no puede desarrollarse en ningún ámbito. 

Actualmente llevo adelante mi carrera profesional en diferentes ámbitos. Integro el equipo de trabajo de una empresa local de la rama siderúrgica; soy mentora del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, donde a través del Programa Comunidad de Mentores brindo asistencia técnica a emprendimientos radicados en la ciudad. A su vez, desde 2020, soy columnista de Finanzas San Luis, un medio digital de investigación y divulgación de contenidos específicos. En la órbita de la Universidad de San Luis me desempeño en el marco de un proyecto de extensión que busca gestionar emprendimientos en formación. También conformo la Comisión Asesora de Administración del Consejo Profesional de Ciencias Económicas.

El paso por la universidad constituye sin dudas un momento bisagra en mi vida. Haber obtenido en 2016 la beca del Programa Amartya Sen de la UBA terminó de consolidar lo que ya venía diciéndome a mí misma cuando cursaba: que quería hacer ciencia económica en beneficio de las personas. 

Me considero una persona polifacética, que apuesta contra todo pronóstico, optimista nata, obstinada hasta el tuétano y muy curiosa. 

Creo que hay ciertas situaciones que mueven mis fibras más íntimas. Me ha pasado de ver niños juntando de la basura o cartoneando, a veces con sus padres, pero a veces solos. Esas cosas me despiertan sentimientos encontrados y me digo “No puede ser”. Pero no debería quedarse en una frase, hay que pasar a los hechos. 

Escucho música de todos los géneros, pero prefiero el rock nacional e internacional y para ciertos ratos donde quiero más tranquilidad Chopin o Bach. En cuanto a libros, disfruto de los clásicos: Chejov, Kafka, Borges, pero además, me encanta degustar textos de escritores jóvenes, sobre todo si son locales o argentinos. Cuando encuentro el momento, me dedico a construir mis propias historias. 

Mis padres y abuelos me han legado algo muy valioso, y es el rigor y la ética en cada paso que doy y en cada decisión que tomo. Las enseñanzas de mi mamá y abuela, profesoras las dos, me han dejado una moraleja que intento replicar cada día de mi vida.