Reportajes

Marcelo Adrián Vivas-28-11-2021

Mi nombre es Marcelo Adrián Vivas, nací el 11 de octubre de 1966, en Venado Tuerto, Santa Fe. Mi viejo se vino de administrador a la hostería en los años ochenta. Vine a San Luis en mi adolescencia y me quedé, mis padres estuvieron hasta los noventa, se volvieron a Venado por cuestiones familiares y en 2006 volvieron definitivamente, después mi viejo falleció. Mi familia está compuesta por la “Tana” (Ilda Martinelli, mi madre), mi pareja se llama Roxana y mis hijos son Santino, Jeremías -que además de Intendente es guitarrista-, Florencia que es Fonoaudióloga, Ezequiel, que es baterista, y Lunita el Ángel que nos acompaña desde el cielo.

En Venado Tuerto terminé la escuela Industrial, acá estudié enfermería, que ejercí un tiempo en la parte privada, pero después me dediqué a la docencia ya que me recibí de Técnico de Salud y Ambiente. Enseñé en la escuela técnica de San Francisco y música en Leandro N. Alem, por entonces formaba parte del Centro de Actividades Juveniles. De mi papá heredé el tango, de mi madre el amor por el piano, los dos de cantar, muy tangueros. 

Estudié guitarra en un conservatorio de Rosario, también órgano, teoría y solfeo para poder componer, toco de oído el piano, me hubiera gustado estudiar y tocar bien. Soy de la época de la trova rosarina, allá en mi zona, de Baglietto y Fandermole, hacíamos música tipo folclore contemporáneo, con mucha lírica. Formé mi primer grupo en San Luis en 1985, donde descubrí el folclore, incursionando en ritmos nuevos para mí, sobre todo lo cuyano, comenzando a entender el sentido de la puntanidad.

El primer grupo se llamó “Los amigos del folclore”, hacíamos algo de cuyano y nacional, junto a chicos del secundario: Daniel Alcaraz, Omar Fernández, y Adolfo Pereyra (hermano de uno de los integrantes de Los Fulanos). Con el tiempo armamos una banda de rock llamada “Complot 17”, una de las pioneras del rock de las sierras, como lo llamamos nosotros. Junto a Jorge Herrera y con la gente que producía a Jorge Rojas tomamos otro vuelo, estuvimos presentándonos en los festivales nacionales por muchos años: Cosquín, Jesús María, Cafayate, Sauce Viejo, y Corrientes, de dos mil a dos mil diez. Mientras también tenía mi grupo en San Francisco “El zurdo y los derechos”, de música latina, folclore y algo de rock.

En 2008 formamos parte de la delegación puntana en Cosquín, y volvimos en 2011 y en 2019. Fue muy simbólico para nosotros, quizá no es el más grande del país, pero ahí está la magia, es un lugar diferente y de importancia tradicional con lo que significa para Argentina y el mundo, es un sueño cumplido.

También disfrutamos mucho participar y ganar el “Festival de los Pueblos” que ganamos en rock y folclore. Recordando festivales no podemos olvidar el de Cafayate, donde apenas uno prueba sonido la gente comienza a gritar y aplaudir. El festival del Hachero en Villa Unión, está en La Rioja pegado a la cordillera, y concurre muchísima gente, que aplaude permanentemente y disfruta mucho.

En lugares chicos como los pubs la gente está cerca, están otros músicos, es como que hay más adrenalina. En dos mil nos fuimos a recorrer la zona de Boedo, Almagro y San Telmo, tocamos en un bar llamado Hendrix donde el dueño se sorprendió porque se llenó. Nosotros mirábamos al público y nos dimos cuenta que eran conocidos, gente que había venido de vacaciones a San Francisco desde Tucumán, por ejemplo; además gente amiga de otros puntos del país y de la provincia, fue como tocar en San Francisco, una experiencia increíble. 

He tocado con Esteban Ortiz, un bandoneonista de San Luis que ya falleció, con Alejandro Grassano que tocó en el Zurdo y los Derechos, un gran músico bandoneonista que vive en San Eduardo, Santa Fe, se llama Guillermo Mansilla, muy versátil, sorprendente, un músico de los que uno admira.

He tocado junto a Rodrigo Ortiz un lírico de nivel internacional, y Jorge Herrera que comenzamos aquí cantando y terminó siendo de primer nivel. Existen voces muy buenas, como “Los Fulanos”, por ejemplo. Acá se aprende y se comparte mucho, es el sentimiento de la tonada, podría decirse que música de culto porque es muy rica en todo, aunque no tenga la difusión que se merece.

La tonada es rica en armonía, letra, música, en arreglos y complicada en comparación con otros ritmos, muy comparable al jazz en síncopas. He tocado con el polaco Tarasconi, Fernando Leyes, Alejandro Aguilera y dos grandes inolvidables que ya no están como Miguel Reinoso y Juan Ávila. Un cuyano tocando en cualquier escenario marca la diferencia, siempre tiene un plus. Actualmente estoy a cargo del Centro Cultural de San Francisco: hemos erigido un faro cultural que ilumina al departamento, con recitales, muestras, exposiciones, donde se puede mostrar la producción y convocar a los artistas. Con la nueva etapa de la puesta en valor de la ex escuela normal y del SUM, y además contaremos con un auditorio para obras de teatro y cine, inexistentes en la zona, un logro para la comunidad.