Expresiones de la Aldea, San Luis

Historias pasajeras

Jorge y Eduardo Sallenave, padre e hijo, reflexionan con lucidez y humor sobre su último libro que ya se vendió como pan casero. Sueñan con una segunda parte donde recopilarán más anécdotas sobre el hotel Regidor

Por Matías Gómez

“Nunca aprendí cuál es la clave para administrar un hotel pero mi vagancia me llevó a escribir”, dice con una sonrisa Jorge Sallenave, sentado en un sillón de su hotel Regidor durante la mañana del sábado. Por las cortinas y el cartel del cerrado casi no se proyectan sombras al interior de este living que permanece afectado debido a la pandemia. Pero la imaginación de Sallenave alumbra en pleno centro puntano.

Esa reflexión humorística del autor surge luego de que se le pregunta si considera que «Historias pasajeras» también podría leerse como un manual sobre los obstáculos para mantener un emprendimiento turístico. Por eso, algunos diálogos y reflexiones cada tanto suenan como advertencias. Hay deudas, riesgos, reveses inevitables. Incluso con cierto pesimismo pero no desaliento, más bien con la claridad de que algunos desafíos no son para cualquiera. Al mismo tiempo, Sallenave ha elegido un tono que conecta con la fugacidad, la aceleración y los encantos de la capital sanluiseña. No encontramos melodrama, ni personajes abatidos, confundidos o pretenciosos sino retratos con finales abiertos.

Jorge Sallenave nació el 10 de febrero de 1944. Se recibió de abogado, escribano y procurador en la Universidad de Buenos Aires. Trabajó como guionista de historietas, radio, televisión y fue columnista de diarios. Publicó sus historietas en Editorial Columba, Dante Quinterno y otras. Hizo programas en Radio Rivadavia, Radio El Mundo y Radio Excelsior.

Aunque a la ciencia ficción (en novelas y cuentos) le dedicó más de la mitad de su cosecha creativa, también incursionó en teatro, poesía y proyectos jurídicos, profesión que ejerció durante más de veinte años. Sus obras más elogiadas son La Quinta y El Club de las Acacias.

Por administrar el hotel de su padre, Francisco, durante años Jorge percibió de primera mano los contrastes de las figuras públicas y sus intimidades puertas adentro en el hotel. “Prefiero no recordar algunas situaciones porque hubo casos muy excepcionales”, dice aunque cada tanto repasa algunas curiosidades que están tamizadas mediante su pluma magistral.

“Y ahora imaginate cómo administrar un hotel durante la pandemia. Hay un millón de historias. Mi padre manejaba todo solo. Es más, cuando estaban construyendo el cuarto piso y aún con una enfermedad se subía para darles órdenes a los obreros”, recuerda.

Legados familiares

A su lado, asiente Eduardo, su hijo quien colaboró para esta nueva obra. “Su propuesta para este libro surgió hace cuatro años porque él también estuvo de cadete acá. Escribe muy bien pero todavía no publica”, comenta Jorge.

“Escribo desde el disfrute personal y para compartirlo con la familia o como catarsis”, se defiende Eduardo, publicista radicado en Buenos Aires hace más de tres décadas y comerciante de antigüedades.

Su padre en cambio tiene una mirada más obsesiva de esta pasión que cultiva desde los 14 años. “Disfruto cuando el libro está terminado pero en el mientras tanto es un trabajo”, confiesa Sallenave que escribe a mano, durante seis y ocho horas diarias aproximadamente y, se considera como un crítico tenaz de sus borradores. De hecho, ha triturado setecientas páginas de una novela y “El Club de las Acacias” le demandó veinte años de escritura (y tachaduras). Aun así, esa persistente tarea de refinamiento previo es lo que le da economía y profundidad a su expresión.

“Aunque dice que es un mal escritor, es uno de los más leídos en la provincia porque la gente se identifica mucho, hay una gran conexión”, señala su hijo. “Apenas vuelvo para San Luis, él me comparte sus obras. Es muy bueno que todavía se mantenga con esta actividad creativa y mental”, apunta.

“Mi hijo ya me está hinchando para que saque la segunda parte porque hay más historias y anécdotas para contar”, se queja Jorge con una sonrisa mientras fuma. Durante la pandemia Sallenave publicó y reeditó seis libros. Ahora prepara un texto inédito con tintes románticos para su red social.

“Conferencia en la noche”, óleo del pintor Edward Hopper (1949).

“La Quinta surgió de un desafío que le propuse para escribir cuentos de terror, misterio, suspenso y fantasía en nuestra casa familiar. Esa fue la primera propuesta. Y después en otros textos cuando él me mandaba las copias para que le diera mi opinión.  Ahora, esta fue la primera vez que estuve más involucrado en el proceso sobre una idea que se la venía planteando hace muchos años, porque hay muchas historias en este hotel”, indica Eduardo. 

“De chico lo veía escribir como un hobbie y con el tiempo me fui dando cuenta que la escritura era su gran amor. Mis abuelos fueron los creadores de este hotel y mi papá siguió con este negocio familiar”, expresa con orgullo.

La Quinta, una novela exquisita

Publicada en 1993, causó gran impacto en el ámbito literario provincial por la prosa y los mundos imaginarios que habilitó el autor en esta ficción que inicia con el inolvidable Horacio Spunter, un escritor que busca en la tranquilidad de una quinta, ubicada en las afueras de la ciudad, algo de concentración para crear. Desde entonces, esta trama con misterio, distorsiones, intrigas, fugas, suspenso, nos lleva por los límites entre la vida y la muerte. 

Jorge les dedicó esta obra a su papá y a su hijo.  “A Francisco S. que no dudó en preparar el suelo y plantar nogales: ´Si tanto sorprende la vida, cuánto más ha de sorprender la muerte´. A Eduardo S. por mostrarme La Quinta: ´Distinto era el caso del hombre que lo sostenía. Él tenía alma, estaba vivo y convencido de que en sus brazos cargaba al Redentor´ (De la novela “El Club de las Acacias”)”.

Desde el 12 de diciembre de 2021, La Opinión y La Voz del Sud estarán publicando semanalmente la novela “La Quinta”. De esta manera los lectores podrán recibirla, disfrutarla y coleccionarla con ilustraciones. Al finalizar la historia, en el sitio web www.laopinionsl.com.ar se agruparán todas las salidas en un PDF que quedará disponible para descarga gratuita.

Finales abiertos

Al momento de captar una historia, Jorge no sólo intenta conocerla personalmente sino que prefiere a quienes se ponen de pie o luchan ante destinos adversos y sin reconocimiento, es decir antihéroes, porque tal como señaló en una entrevista anterior para este semanario cultural, “ellos logran cubrirse de un manto real”.

En los 26 relatos de “Historias pasajeras” vemos a personajes tironeados por pasiones, azares, asuntos pendientes que no conocemos a fondo, sin embargo hay dos protagonistas que tienen un trato similar. Por un lado, el propietario que se mantiene escéptico, no frío, pero distante. Acompaña en algunos funerales o da consejos pero no se involucra, modula cierta distancia. Por otro lado, el gerente, que solo se comunica con los residentes de mayor experiencia. Ambos se sienten fuera de época aunque se esmeran en el servicio y la cordialidad. 

“No me siento identificado con estos personajes. El propietario es un tipo soltero que no tiene dónde desparramar su amistad. Traté de buscar personajes que no tuvieran que ver conmigo, esa despersonalización fue intencional”, aclara el autor.

Otra característica de este libro breve es que los personajes no niegan las malas noticias sino que enfrentan la realidad, cueste lo que cueste. Es como si en los últimos textos de Sallenave asomara un estoico.

“No creo que sea tan estoico porque me voy moviendo permanentemente, cambio libro a libro”, niega con amabilidad, el autor de 76 años mientras levanta un vaso de coca cola fresca. 

En toda su vasta trayectoria, solo una vez Jorge incursionó en la poesía al publicar “Irregular e ingenuo”, un libro hoy agotado y que permanece enmarcado junto con el resto de las obras en su escritorio que, según cuenta, ha tenido que ampliar hacia otra habitación porque su biblioteca crece a la par de su inagotable curiosidad. Sin dudas, hay poesía y filosofía en abundancia entre las prosas de este maestro que ha sabido ganarse el corazón de los lectores puntanos o saciar nuestra sed por un arte a la medida de nuestros sueños serranos.

“Habitación en Nueva York”, óleo del pintor Edward Hopper (1932).