UN SILLÓN PARDO
Por Eugenia Paone (*)
Un hombre delgado se hunde en su sillón pardo, su camisa parda se hunde, su mirada tras los anteojos pardos se hunden, sus pómulos filosos en su rostro se hunden, su perfume pardo se leuda en sus manos y en su labor de panadero. El televisor siempre encendido sintoniza algún partido de fútbol o la misa de la catedral vecina. Su presencia se confunde con los lugares que habita, como si permaneciera inmóvil, como si siempre estuviera ahí, como si se atascara en un pensamiento, como si no quisiera la molestia, unas palabras directas me cuentan que se ha ido, que sus tesoros se desvanecen junto con él, no estoy segura de qué sucede ahora, no es que a mi corta edad no entienda la muerte, pero nunca experimenté el vacío, la casa vacía, el sillón vacío, el patio vacío, la ascendencia vacía. Dormido en su último lugar pardo al que no me animo a mirar, deambulo tras espaldas y piernas de una puerta a otra. El silencio intenso se eleva por sobre las ideas en mi cabeza a pocos centímetros del suelo, el vacío ya empezó a comerse el lugar. En el patio canto sólo para mí un murmullo de Angelus, quizás así el vacío no me alcance.

Pintura de Edgar Degas (Francia, 1869).
(*) A veces soy espiral, a veces fuego, a veces el agua que viene y va en los dos jarrones de La Templanza, a veces río, a veces artista, a veces demasiado realista, a veces la baldía mirada externa, a veces ermitañamente la propia, a veces azul, otras violeta a veces soy, a secas.
Muy buen texto, Euge!
Hermoso texto, Eugenia! Preciosa biografía! Me encanta
Muy buena voz la de la escritora