La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

Rodolfo Kusch, el pensador de la América profunda

“Fue escondido en la historia argentina por el trazo simple de su escritura, porque nunca quiso acampar en la academia, sí escribió para una clase letrada que pueda vislumbrar otra forma diferente del convivir”, asegura el docente y psicólogo, José Tasat quien coordina investigaciones y congresos para recuperar su legado

Por Matías Gómez

Aciertos fundantes, la dimensión de la escucha, cosmovisiones hedientas, son algunas de las propuestas filosóficas de Rodolfo Kusch que en tiempos globalizados adquieren plena resonancia.

Hijo de inmigrantes alemanes, Kusch nació en 1922 en Buenos Aires y murió en 1979, dejando un inmenso material documental en su hogar, ubicado en Maimará, en la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, que en los últimos años logró preservar la Universidad Nacional Tres de Febrero, bajo la autorización y el cuidado de su viuda Elizabeth Lanata de Kusch.

Luego de egresar como profesor de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Kusch se convirtió en un apasionado antropólogo en el Noroeste argentino, Bolivia y Perú. Además, fue docente, académico, dramaturgo y seminarista.

José Tasat es Doctor en Educación y Licenciado en Psicología. Algunas de sus publicaciones son “El Hedor de América: Reflexiones interdisciplinaria a 50 años de la América Profunda de Rodolfo Kusch”,  “Pensar América: pensadores latinoamericanos en diálogo” , “Arte, estética, literatura y teatro en Rodolfo Kusch”, “Políticas culturales públicas, culturales locales y diversidad cultural”, “La educación negada: aportes desde un pensamiento americano” y “Pensar en Movimiento: aportes para la práctica docente”.

Además de su actividad docente en la Universidad Nacional Tres de Febrero, José Tasat es coordinador del Programa Pensamiento Americano, de las Jornadas el Pensamiento de Rodolfo Kusch 2012-2021, del 1º y 2º Congreso Internacional Interdisciplinar de Pensamiento Crítico, y de la Plataforma Educativa Pensar en Movimiento.

-¿Recuerda qué sintió la primera vez que descubrió a Kusch?

-Lo empecé a leer en las clases de Carlos Cullen en el doctorado de Educación en 2008. Recuerdo que me quedaba todas las noches leyendo sus párrafos, sus estructuras y capítulos. Para mí fue como una sorpresa, fue recobrar la energía de la juventud ante alguien que en forma descriptiva hablaba demasiadas cosas que me sucedían, como por ejemplo yo venía pensando de que en el aula se tramitaban cosas y la vida pasaba por afuera, algo de lo que él vislumbra ante la necesidad de aceptar lo mitológico que nos rodea como vida y cómo el ritual nos configura constantemente. Fue un asombro, una sorpresa, una fascinación leerlo.

-¿Qué textos nos recomendaría para comenzar con la lectura de su obra?

Para comenzar a leerlo conviene empezar por “Indios, porteños y dioses” que son tramos de los programas que tenía en Radio Nacional, posteriormente “Geocultura del hombre americano”, y después “América profunda”, su gran obra.

– En una conferencia virtual dijo que el pensamiento de Kusch nos convoca todavía porque no queremos asumir la construcción mitológica de nuestra vida, ¿es posible que algunos formatos artísticos, como por ejemplo los cómics, retomen esa construcción mitológica?

-Los cómics tienen la simpleza de convocar a otras escenas, a otros imaginarios, pero lo mitológico plantea cuál es la argumentación del sentido para vivir, por qué nos despertamos todos los días, cuál es la búsqueda en el lazo social y la configuración en un porvenir provechoso para todos. Entonces tanto en lo ancestral como ahora en lo moderno, siempre hay una conjugación posible de lo mitológico, siempre hay un sentido del sentir de vivir.

-¿Podría sintetizar la falacia de los tres principios contra los que polemiza Kusch?

El principio de identidad (A es igual A) es engañoso para él, ya que esto significaría por ejemplo que todos los pueblos, alumnos o ricos son iguales y no habría diferenciación.

El principio de no contradicción (A no puede ser B, B no puede ser A) significa que el docente no puede ser alumno, pero muchas veces los docentes son alumnos o los alumnos son docentes.

El principio del tercero excluido significa que las cosas no pueden ser y no ser al mismo tiempo, pero Kusch plantea una diferencia, porque aunque nosotros creamos que la montaña es montaña para muchos pueblos es el Apu (divinidad), un vínculo, el abuelo.

Con el primer principio perdemos la diferencia, en el segundo el tiempo y en el tercero la imaginación. Esos tres rasgos lo único que nos conducen es a entender que los conceptos son universales, abstractos y absolutos, cuando en realidad el sentido de la sabiduría práctica es emotiva, intuitiva y localizada.

-¿Por qué la modernidad no ha podido seducir a los sectores ancestrales?

-Los sectores ancestrales, los pueblos por oralidad y memoria conservan una fuerza que no tiene la modernidad. Él lo dice claramente: la modernidad perdió su sentido, no tiene un suelo dónde pisar. Ese suelo simbólico del bienestar tecnológico, alejarse del dolor y de la muerte, pierde el centro de un sentido mitológico del vivir. Por eso los pueblos ancestrales y lo popular no fueron seducidos por la modernización y la mercantilización de la vida, porque tienen otros rasgos donde tramitar la vida de otra manera.

¿Cuál es el valor de lo ritual en la vida cotidiana?

-El rito es una configuración que podríamos definir como los rasgos obsesivos necesarios para configurar un estar siendo en la vida, desde tomar el mate, el ritual del saludo, las fiestas, celebraciones convocan a una forma de vivir.

-En esa misma conferencia asegura que el precio de desprenderse de la fe es permanecer en una encrucijada de ejercicio de poder, ¿podría profundizar un poco más en esta idea?

-Las formas del creer constituyen una posibilidad de enfrentar el futuro, sin embargo la insistencia del desprendimiento de la fe en la vida cotidiana lleva a una exacerbación del ejercicio del poder como ámbito de la relación de fuerza con otro, lo único que obtenemos son lógicas de confrontación de contradicciones, ideas, pero se pierde esa posibilidad de la creencia de otros destinos. Por eso la devoción y su institucionalidad es la convocatoria de sentirnos amparados ante la intemperie de vivir desolados en el mundo. La fe sería como un ropaje necesario para habitar en conjunto con otros, ante el advenimiento de un futuro incierto.

-¿Cuál es la diferencia entre los aciertos fundantes y las certezas?

-Kusch plantea que nosotros nos movemos por la lógica de la certeza, que está movida por la verdad, es decir por el mito de la ciencia que actualmente vivimos, porque la que da proceso de validación a la acción es la ciencia con hechos demostrables. El acierto fundante, en cambio, es la diferencia por la cual nosotros acertamos en forma lúdica, intuitiva o emotiva hacia uno de los lugares donde creemos que está dado el sentido. Por eso para nosotros es importante cristalizar el conocimiento, en cambio para los pueblos ancestrales el acierto es una sabiduría para tramitar las cuestiones que obedecen a la cosmovisión o cosmogonía.

-¿En qué consisten las ideologías pulcras y las cosmovisiones hedientas?

Las ideologías pulcras son las que determinan de una forma cierta para ser hombres occidentales modernos, dentro del marco de la institucionalidad, lo esperable y expectable. Las cosmovisiones hedientas son las formas de cosmovisiones de sentido que generan lo popular, lo campesino, y está en las luchas de las mujeres. Es todo aquello que se niega a aceptar una única manera de ser en el mundo, porque las ciencias sociales no son otra cosa que tramitar las formas de la diferencia.

– ¿A qué se refería con la dimensión de la escucha y cómo habilitarla en diferentes ámbitos?

-Es una forma que establece Kusch durante su trabajo etnográfico y que es la posibilidad de escuchar a los informantes claves, actores principales tanto del ámbito popular como ancestral y, luego de esa escucha, enunciar las palabras que enuncia el otro para establecer cómo en una oración o rasgo está toda la condición de una cultura. Por ejemplo: él dice una cholita le dice a la otra en el tren: ´el pollo está logrado´. ¿Qué significa esa oración, cómo saben que en el ámbito de la naturaleza las cosas se logran en vez de crecer al infinito, a diferencia de nosotros que somos seres finitos que piensan en el infinito?

Para habilitar esta dimensión en diferentes ámbitos deberíamos tener un dispositivo o predisposición de amplitud donde nuestras seguridades de lo que nosotros tenemos como cierto, no abandonarlo, pero sí estar atentos a las posibilidades de la enunciación del otro.

¿En qué consiste el “estar siendo” que propuso Kusch y por qué señaló que tenemos miedo a pensar lo nuestro?

-La humanidad en su pura acción configuró lazos sociales donde la subjetividad, el Ser es explicación del dominio y uso de la naturaleza, sus leyes y sus propiedades. Y en su historicismo de conservación de poder, se olvidó de ESTAR. El estar es una morada en un paisaje donde desde ahí mirar el sol, pero con un Ser o ente que se explica a sí mismo como ente pierde la dimensión del habitar en un paisaje enajenado por su propia acción de dominación.

Muchos pueblos ancestrales amparan la vida desde el Estar y en la fórmula moderna no se puede Ser sin Estar, esa es la ilusión de occidente querer ser sin estar, sin darse cuenta que lo importante es estar siendo.

El miedo es constitutivo del ser humano, en su Estar, la conjugación en el lazo con el otro es a través del miedo por un porvenir no provechoso, por eso el conjuro es la acción de muchos pueblos ancestrales que se reunían entes para tributar futuros venturosos, porque el mundo es un hervidero que va desde el maíz a la maleza.

-¿Kusch fue muy crítico con la clase media? ¿Y cuáles perspectivas de las que describió permanecen vigentes?

-Fue crítico, propositivo, inquieto en aceptar nuestra condición porque sin aceptarla es como estar enajenados o suspendidos en historias sin tiempo, sin lazos ni memoria, por eso critica a la clase media, por su ilusión con el progreso, la razón o la ciencia como única forma de explicación de la acción de la vida. Evidentemente eso continúa hoy en día en las diferentes formas cristalizadas por no querer oír a los hedientos que insisten, están presentes, que se enuncian dentro de otras formas culturales e irrumpen, no como una generación de confrontación, sino de lógica de convivencia.

-¿Por qué decía que había una fobia contra el indigenismo y que algunos sectores medios no querían asomarse a la calle para filosofar?

-La fobia al indigenismo por ciertas posturas sociales es ante el temor de aceptar la vida en toda su dimensión, todos somos indigentes ante la vida, sólo que el indigenismo nos da el lugar inicial y último de los escalones de la especie humana, y la negación, la fobia y el rechazo son reacciones de lo inexorable que es aceptar la vida nomás.

La filosofía es una acción con signos, símbolos o pensamiento puesto y refrendado por el pueblo, “detrás de todo Yo, siempre hay un nosotros”.  El pueblo nunca es homogéneo sabe vivir en sus diferencias; la dominación del poder es otra cosa, donde hace de la crueldad su estilo y el pueblo resiste con inteligencia con el tiempo. El pueblo hace filosofía desde las universidades de la calle, de los cerros o desde los paisajes que habita. Para asumir y declamar, resiste y procura aceptar nuestra condición para desde ahí vislumbrar otros horizontes, más humanos, más auténticos menos colonial.

 -¿Por qué se lo considera un autor silenciado, proscripto de las academias y criticado tanto por la derecha como por la izquierda?

-Fue un pensador escondido en la historia por el trazo simple de su escritura, porque nunca quiso acampar en la academia, sí escribió para una clase letrada que pueda vislumbrar otra forma diferente del convivir. Fue apartado porque él optó por una de las posiciones y en el campo académico se opta supuestamente por la neutralidad y la objetividad que casi siempre estaba envuelta en paradigmas como del estructuralismo, el marxismo, lo sistémico como formas de narrar las acciones en las ciencias sociales, pero él aceptó otra forma que tiene que ver con lo que Ernesto Laclau posteriormente denominó la razón populista.

Kusch amparó a las cosmovisiones hedientas, no para confrontar sino por una lógica de convivencia, entre ese lazo porque tanto en la afirmación se conlleva lo negado como en lo negado está presente la afirmación, por eso el tema es darnos cuenta que en una misma moneda están las dos caras, son condición de posibilidad una de la otra.