El nacimiento de Ucrania
Rusia y Ucrania tienen una historia común, que llevó a ambas naciones a una coexistencia difícil. La historia de un Estado y su correlato con la guerra actual
Por Guillermo Genini
La Aldea Contemporánea
En la justificación que recientemente ha realizado Vladimir Putin de su invasión a Ucrania, el líder ruso afirmó que este país forma parte de la Historia de Rusia y que su creación como Estado moderno era fruto de una “concesión” propia de la Rusia bolchevique. Si bien por muchos años se consideró a rusos y ucranianos como parte de una misma nación, a poco de revisar el proceso histórico sobre el nacimiento de Ucrania como un Estado separado de Rusia cabe señalar sus diferencias que demuestran una coexistencia difícil y poco conocida.
Según Putin, Ucrania se creó como Estado dentro del caótico proceso de nacimiento y consolidación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hacia 1922 gracias a las decisiones que tomaron Vladimir Lenin y sus camaradas, separando tierras y población que históricamente habían pertenecido a Rusia para establecer la República Socialista Soviética de Ucrania, un nuevo Estado con capital en Kiev, que sería miembro fundador de la URSS. Sin embargo, esta afirmación oculta la existencia de antecedentes identitarios propios que diferencian a los ucranianos de los rusos, entre los cuales se destacan elementos lingüísticos, históricos y políticos que vale la pena revisar.
La Rus de Kiev
La diferenciación entre rusos y ucranianos se hunde en el lejano pasado medieval del Rus de Kiev, endeble organización política de los eslavos recientemente cristianizados y que forma la base de la identidad histórica común de Rusia, Ucrania y Bielorrusia.
Entre los múltiples principados que lo componían pueden encontrarse los antecedentes de la actual Ucrania como Galitziay Volynia. Estos territorios fueron conquistados por los mongoles en el siglo XIII pero a diferencia de los principados rusos ubicados más al norte, el dominio de los mongoles fue relativamente breve y pronto los territorios ubicados en la cercanía del Río Dnieper cayeron bajo la influencia de reinos europeos como Lituania y Polonia.
Esta dominación comenzó a marcar una diferencia entre los futuros rusos y ucranianos, pues mientras los primeros permanecieron bajo algún tipo de subordinación de los mongoles asiáticos hasta el siglo XV, los segundos se vincularon más profundamente con la cultura e historia de la Europa del este.
El actual territorio de Ucrania, poblado por diversos grupos eslavos como los rutenos, también conocidos como ucranianos antiguos, polacos, judíos y cosacos, tenía una identidad lingüística propia que fue diferenciándose lentamente en su habla de los rusos, pese a utilizar ambos el alfabeto cirílico.
Al comienzo de la Modernidad, Polonia se hizo con el dominio del territorio ucraniano, lo que significó una fuerte presión sobre la población para que abrazase el cristianismo romano por sobre el rito ortodoxo durante el siglo XVI. Esto originó una situación particular pues mientras la mayoría de la población actual de Ucrania es cristiano-ortodoxa, una importante minoría mantiene un vínculo con la Santa Sede de Roma mediante la Iglesia Greco-católica.
El Estado ucraniano y sus antecedentes
En el siglo XVII en identidad con los grupos cosacos comenzó a utilizarse el término “ucraniano” como etnómino en lugar de ruteno, imponiéndose poco a poco como nombre del pueblo y territorio ucraniano. Los cosacos eran un pueblo guerrero que habitaba en las cercanías del Río Don que sirvieron a otomanos, rusos y polacos.
Fortalecidos como fuerza militar se sublevaron contra Polonia en 1648 formando el que se considera el primer antecedente del Estado ucraniano, el Sich de Zaporozhia que con ayuda de los zares de Rusia logró ser reconocido como territorio independiente en 1654.
A fines del siglo XVII Rusia comenzó a dominar a los territorios cosacos al oriente del Río Dnieper conocidos como Ucrania Oriental o del Margen Izquierdo, mientras que los del Margen Derecho mantuvieron dificultosamente su independencia de polacos y rusos hasta que finalmente este Hetmanato Cosaco que ocupaba gran parte de la actual Ucrania cayó bajo dominio de los zares en 1764.
Desde entonces se inició una constante política de rusificación de la población ucraniana que consistió principalmente en la pérdida de su autonomía política y en la eliminación del idioma ucraniano del sistema administrativo y educacional. Sin embargo, el oeste de Ucrania fue dominado a fines del siglo XVIII por los Habsburgo que integraron a su imperio multinacional un importante porcentaje de la población de habla ucraniana y gracias a sus políticas más tolerantes ese idioma pudo mantenerse en forma escrita y oral.
La intelectualidad ucraniana jugó un rol trascendental en el nacimiento del nacionalismo ucraniano durante el siglo XIX. Poetas, escritores e historiadores como Iván Kotliarevski, Taras Shevchenko y Nikolay Kostomarov fueron capaces de rescatar y actualizar la lengua ucraniana que seguía siendo hablada por la población campesina pero que era reprimida por los círculos académicos y literarios dominados por Rusia.
Impulsados por el romanticismo y las revoluciones liberales europeas, comenzaron a formarse agrupaciones secretas como la Hermandad de los Santos Cirilo y Metodio que buscaban primero reformas y mayor autonomía dentro del régimen zarista, y luego derivaron en la demanda de la independencia de Ucrania del Imperio Ruso. Pese a que sus miembros fueron perseguidos y arrestados, las aspiraciones independentistas y el renacimiento cultural de los ucranianos continuó vigente a comienzos del siglo XX e incluso fue incentivado por el Imperio Austrohúngaro como una forma de debilitar a su rival ruso.
Siguiendo las ideas de Kostomarov que impulsaba un sistema político pan-eslavo y federalizado, el movimiento nacional ucraniano vivió un súbito crecimiento durante la Primera Guerra Mundial donde tropas ucranianas combatían tanto bajo bandera rusa como austrohúngara.
Cuando se produjo la Revolución de Febrero de 1917 que derrocó al Zar Nicolás II, las distintas agrupaciones políticas del nacionalismo ucraniano se organizaron rápidamente en torno a la Rada Central, que pronto se convirtió en un proto-parlamento que reclamó la autonomía frente a las autoridades del Gobierno Provisional de San Petersburgo y se arrogó la representación política del pueblo ucraniano.
La República de Ucrania
La Rada Central se formó en Kiev por una coalición de diversas fuerzas políticas nacionalistas y fue presidida por el historiador Myjailo Hrushevsky. Hacia junio de 1917 intentó organizar un gobierno autónomo basado en premisas políticas conocidas como “universales” dentro fuertes presiones internas, encabezadas por los bolcheviques, y externas pues tanto Alemania como Austria-Hungría querían sacar provecho de esta división surgida en Rusia.
Cuando Lenin y los bolcheviques tomaron el poder en la Revolución de Octubre de 1917, la Rada Central intentó lograr un acuerdo por medio de un pacto de federación entre Ucrania y Rusia. Pero los revolucionarios rechazaron la propuesta e intentaron evitar la separación de Ucrania por la fuerza.
Ante la ruptura con los bolcheviques, la Rada Central organizó fuerzas militares para defender un territorio aún indefinido y solicitó ayuda a los imperios alemán y austrohúngaro. Con su protección se proclamó primero la autonomía de la República Popular Ucraniana el 20 de noviembre de 1917 y finalmente su independencia el 22 de enero de 1918. Por su parte los bolcheviques que dominaban partes orientales de Ucrania, desconocieron la legitimidad de la Rada, organizaron en la ciudad de Járkov un congreso propio y proclamaron la creación de la República Popular Soviética de Ucrania, el 24 de diciembre de 1917.
Tras alcanzar la paz por separado que puso fin a la Primera Guerra Mundial en el frente oriental por medio de los acuerdos de Brest-Litovsk en febrero de 1918, la República Popular Ucraniana se vio sacudida por feroces enfrentamientos entre tropas soviéticas, monárquicas, anarquistas y nacionalistas que combatían en múltiples frentes. Estos provocaron una enorme destrucción material y el sufrimiento, la muerte y el desplazamiento forzado de gran parte de la población ucraniana.
A ello se le sumó una persistente inestabilidad política interna, la pérdida del apoyo europeo por la disolución de los imperios alemán y austrohúngaro, y el enfrentamiento con los nacionalistas polacos que desde enero de 1919 luchaban por su propia independencia y disputaron vastos territorios con población de habla ucraniana.
Todo ello contribuyó a debilitar a la República Popular Ucraniana frente a los bolcheviques de Ucrania que, con apoyo militar enviado desde Moscú, a finales de 1919 lograron ocupar Kiev. Los campesinos ucranianos cansados de largos años de guerra, abusos y sacrificios poco a poco se plegaron a los soviéticos seducidos por su propaganda igualitaria y antiterrateniente.
Pese a que la República Popular Ucraniana logró organizarse como una república federal independiente de Rusia con una constitución propia sancionada en abril de 1918, no consiguió el apoyo y el reconocimiento internacional suficiente para sobrevivir. Primero sufrió un golpe de Estado dirigido por el General monárquico Pavló Skoropadski y posteriormente fue derrotada por las tropas polacas y de los soviéticos ucranianos que contaba con el apoyo ruso.
En 1920 el Ejército Rojo dominó la mayor parte de su territorio derrotando a los independentistas ucranianos y en él se formó la República Socialista Soviética de Ucrania, que finalmente en 1922 se unió con sus similares de Rusia y Bielorrusia para constituir la URSS.
Tal como señala el historiador Guido Hausmann, la actual Ucrania no fue una invención de Lenin y el gobierno soviético sino el producto de un complejo y acelerado proceso histórico iniciado en 1917 signado por la vorágine de la guerra que tuvo en la República Popular Ucraniana un protagonista central.
Excelente reseña, que venga la segunda parte por favor para terminar de armar este andamiaje tan complejo de Rusia/Ucrania.