Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

Comer mucho, comer poco

Por José Villegas

Doña Blanca Nelly A. de Núñez, viuda de Urbano Joaquín, publicaba allá por 2006 un folleto con textos inéditos de su marido (1968), referidos a los 100 años de vida del Municipio de la ciudad de San Luis: “La Municipalidad y aquel San Luis de 1868”.

Urbano nos detalla en forma de crónica, sucesos, disposiciones institucionales (las primeras ordenanzas) y hasta algunos gastos poco útiles para las paupérrimas  arcas del Municipio. Así, nos describe el asunto de la comida en aquellos días y nos cuenta que comía la gente, o mejor dicho, que comían algunos:

“… sin que suene a irreverencia, nos apoyaremos en la cuenta de lo gastado para atender al obispo de Cuyo, Fray Wenceslao Achával, quien permaneció en esta ciudad casi todo el mes de noviembre, no se sabe si a instancias del gobernador Lucero y Sosa o por culpa de los indios que amagaban por el camino del Desaguadero. Pero veamos la sabrosa cuenta. Como siempre empieza con papas: 30 kilos. Adelante y sin hacer números: café, azúcar, chocolate, harina, grasa, gallinas, huevos, un chanchito, dos pavos, cinco frascos de vino, aceite, leche, pan, cebollas, queso, más gallinas, más huevos, panales, bizcochuelos, dulce, arroz, carne, fideos, arvejas, naranjas, sal, ají y pimienta, vinagre, tocino, canela, pollos, nueces, rábanos, zanahorias, lechuga, porotos, beterabas, una lengua, sardinas, pichones, cabrito, charqui de zapallo, un par de riñones, una panza, maíz, medio frasco de anís, berros, pimientos, vino tinto, miel, yerba, aceitunas, una fuente de pastel y…sigue. Para lavarse, jabón de olor. Y una botella de agua florida”

Núñez además nos ilustra con algunos precios y nombres de abastecedores en la aldea: “por esos días con un peso se compraban alrededor de 15 kilos de carne. El abasto de la ciudad demandaba unas 20 vacas o novillos por semana. Los principales abastecedores eran don Tomás Reirramos, don Fernando Moreno y don Rosario Blanco. Por 9 pesos se conseguía una docena de botellas de cerveza importada que se bebía en el distinguido Hotel de la Unión de don Amador Lucero”.

Fr. José Wenceslao Achaval, obispo de San Juan de Cuyo.