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Memoria, verdad y justicia ¿Por qué?

Hace 46 años la Argentina pasaba por el sexto golpe de estado del siglo XX. Pero, esta vez, el ejercicio del terror y el sufrimiento de las víctimas obligan a no olvidar

Por Rocío Cabanes

¿Por qué memoria? 

Para recordar que un día perdimos la libertad, los derechos y garantías; para recordar que no existía justicia a la que recurrir cuando estábamos siendo vulnerados. 

Hace 46 años la Argentina pasaba por el sexto golpe de estado del siglo XX, pero este gobierno dictatorial fue diferente a los demás; esta vez a se produjo la desaparición forzada y sistemática de personas, la instalación y el funcionamiento de centros clandestinos de detención y tortura, la apropiación sistemática de menores, la censura y las prohibiciones en el ámbito cultural, educativo y político. Pero, por sobre todo se sistematizó el ejercicio del terror, como forma de disciplinamiento de toda la sociedad. 

Cuando digo toda la sociedad me refiero a su conjunto, la abordó entera. Desde  los niños que tuvieron que ver cómo se llevaban a su tío, padre o hermana en la oscuridad de la noche, de su propia casa. Y como a todos esos estudiantes que vieron por última vez a su profesor salir del aula y no volver a entrar más. 

En estos tiempos el día a día era un acto de supervivencia, porque nuestros pensamientos y convicciones podían ser peligrosos.

Cuando pienso en la tan repetida frase: “Nunca más” yo espero una Argentina en donde nunca más padres y profesores alienten a sus hijos y alumnos a ponerse un velo en los ojos, a no pensar, a no luchar y a no hacer uso de sus libertades asociativas, de culto y a seguir sus convicciones; yo espero que todos estos actos ya no se consideren sospechosos.

¿Por qué verdad?

Porque la historia nos recuerda de dónde venimos, pero también nos sirve de enseñanza hacia dónde ir. La dictadura pretendió borrar el nombre de sus víctimas, sin embargo las consecuencias de esos años de terror continúan en el presente, vivos en cada uno de nosotros.

Para que nunca más una madre tenga que recorrer todas las comisarías de una ciudad, con una foto, cada vez más desteñida de su hijo.  

Para que nunca más una mujer tenga que resignarse a no ver más a su hija o hijo, porque la única respuesta que ha recibido es que no está porque: «es una incógnita, un desaparecido, no tiene entidad, no está«.  

Para que nunca más, la única esperanza que la mantenga en pie sea el posible encuentro con su nieto. 

El recuerdo de lo sucedido hace que nos pongamos en el lugar del otro y me pasa que al empatizar con esas mujeres, que salían cada día a reclamar por sus hijos y nietos, siento una gran admiración de la resiliencia para pararse, colocarse un pañuelo blanco en la cabeza y salir a buscar, sola, sin más arma ni esperanza que la necesidad de abrazar a ese hijx una vez más.

Jura Jorge Videla tras haber derrocado a Isabel Perón en 1976. Inició
la dictadura por la que desaparecieron miles de argentinos.

Por eso la verdad, siempre, para tener presente y para que nunca más Marcela, Ignacio y Evelin* tarden tantos años en conocer su  historia, esa que le robaron.

¿Por qué justicia? 

 Justicia porque el mismo gobierno que censuró y borró del mapa, a más de 30.000 personas,  fue él mismo que envió a más de 23.000 chicos y chicas a una Guerra. 

En honor a  todos esos chicos sin preparación que fueron enviados a la guerra, con frío, desprotegidos y hambrientos, bajo la bandera de “salvar la patria”, a esas mujeres que se encargaron de cuidarlos, alimentarlos con lo mínimo a su alcance, y apoyarlos constantemente, cuando en  Argentina la democracia había sido ultrajada. 

 A los asesinados, a los exiliados, a toda una generación de personas que vivió bajo el terrorismo de estado. En honor también a cada una de esas ideas, teorías y creencias, que se tuvieron que mantener bajo llave porque un puñado de personas habían decidido que eran peligrosas y debían aniquilarse.

El proceso de justicia sobre estos crímenes busca reconstruir la historia, llegar a la verdad y lograr una democracia firme y fuerte.

La justicia es innegociable, por todo eso y más, ni olvido ni perdono.



(*)

  • Marcela Solsona, fue secuestrada el 21 de mayo de 1977. Es la nieta recuperada n° 129. En 2019 se realizó el análisis en el Banco Nacional de Datos Genéticos.
  • Ignacio Montoya Carlotto, recuperó su identidad en el 2014. Se trata del nieto N° 114.
  • Evelin Bauer, nacida en cautiverio en 1977, es la nieta recuperada n° 89, quién conoció su origen en 2008.