Por Alejandra Etcheverry

Hay un espacio en la aldea pintado con hojas de oro,
que cuenta de la cultura, la nuestra y la de los otros.

Un espacio que se abre, cada semana a la gente,
y que abraza a los que leen cada idea transparente.

De unas manos sabedoras, que plantaron nuestra historia,
nacieron letras de cuentos para rescatar memorias.

Y con la prensa en papeles y olor a tinta mojada,
hace diez años camina por las calles asoleadas.

Son estas páginas vivas que acurrucas en tus manos,
estas letras que se vuelan como notas en un piano.

Hoy los que lo hacen posible festejan un cumpleaños,
de esta periódica entrega, de este amado semanario.


Somos boca de este pueblo y acompañamos sus pasos.




(*) Quiero agradecer a la familia de este hermoso semanario que me acogió entre sus miembros. Es grato poder hacer lo que nos gusta y tener la alegría de que te brinden un lugar donde compartirlo. Juntar pluma y pincel para que vuelen en este espacio de fusión, sobre unas páginas que resguardan la cultura y sus expresiones. ¡Mil gracias a cada uno y cada una de los que lo hacen posible!