Jesús Liberato Tobares-22-05-2022
Soy Jesús Liberato Tobares, nací en la localidad de San Martín, el 15 de octubre de 1929. Soy abogado, desempeñé mi labor en la justicia y allí me jubilé. Mi familia está compuesta por mi señora Olga Chávez, mi hija Miriam, que es arquitecta, Alberto es abogado, Néstor que es médico, nietos y bisnietos. Mi infancia transcurrió en San Martín, un pueblo muy pequeño, una infancia muy feliz, mi padre me daba bastante libertad. En ese tiempo se trabajaba en las minas con un movimiento incesante de gente.
Durante mi adolescencia mi padre me encomendaba funciones muy importantes, explotaba minas en la zona y yo era quien recibía el mineral que se extraía y me encargaba de pagarle al administrador, un tal Juan Bazanelli, un italiano bondadoso que nunca se aprovechó de mi juventud e inexperiencia. Recuerdo que mi padre explotaba una mina de wólfram en Cerro Horqueta, y hasta allí me trasladaba a caballo, que no era lo más adecuado por el terreno, al volver le pedí una mula a mi padre para poder hacer la tarea y un tío tenía una muy mansita. Mi padre se la pidió prestada para mí, fue tan placentero el andar que no quise devolverla.
Al tiempo mi padre me la reclamó, pero yo afirmé desconocer su paradero, yo le había pedido a la gente que trabajaba con mi padre que la guardara en diferentes lugares para dificultar su ubicación. Mi padre advirtió la maniobra e insistió a mi tío para que se la vendiese, a lo que mi tío accedió porque yo era su regalón.
Luego mi padre también fue comprador y vendedor de hacienda, debíamos sacar los animales a pastar no muy cerca y yo iba con los hombres de campo, me crie entre gente criolla, intachables desde lo moral y muy cariñosos conmigo, gente sin escuela pero verdaderos sabios de la vida, muy sufridos y con gran experiencia.
Temprano me fui de mi pueblo, ingresé con dieciséis años al Correo como mensajero, me trasladaron a Concarán de telegrafista, allí encontré muchas personas valiosas: Polo Godoy Rojo, Dora Ochoa de Masramon, Atilio Jorge Jofré, Dora Aute de Jofré, ellos me brindaron su amistad.
Me fui a La Plata a estudiar derecho, ingresé a la justicia y permanecí en varios cargos durante veinte años, también aporté diez años como docente. Fui Juez, Camarista, y Ministro del Superior Tribunal de Justicia, donde ejercí la presidencia durante dos periodos. Desde joven he leído temas que describían la realidad: «Mis montañas» de Joaquín B. González me deslumbró, fue atrapante. A mí me quedó su influencia. Siempre lo he admirado, ha sido uno de mis mentores. En materia de poesía, sin dudas Pablo Neruda es uno de mis preferidos. En el país siempre he admirado al poeta José Pedroni.
Recientemente fuimos a Perú en un viaje de estudio, me interesa profundizar sobre vocablos y topónimos de raíz incaica, como parte de mi investigación sobre nuestra lengua. Poder encontrarme con gente tan solidaria y tan culta en Perú lo siento como un privilegio. Nunca tuve plata, la riqueza efectiva radica en estas cosas para uno y sus familiares, para los nietos y los bisnietos (ahora tengo dos bisnietas), van a poder pensar que el abuelo nunca tuvo apetencias materiales, pero sí espirituales.
A pesar de la vejez y los inconvenientes de salud, de mi marcapasos, nunca me conformé con lo poco que sé. Entiendo que un historiador, un investigador debe hacer trabajo de campo: descubrir lugares, hablar con la gente, sentir lo que ellos sienten. Todavía hay muchos aspectos que deben ser investigados.
Tengo alrededor de veintisiete libros escritos, sobre historia y folclore. Hay dos obras fundamentales en materia de investigación folclórica: «Folclore Sanluiseño» y «Folclore Puntano». También escribí sobre diversos temas como la tonada cuyana, las postas y diligencias de San Luis, el cuchillo, las pircas que tanto he admirado, todo realizado mediante investigación de campo.
La Puntanidad es una pasión, siento que estoy profundamente ligado a un rincón nativo, nunca voy a sentirme hombre total donde no sea mi pueblo, mi terruño. Supongo que nació cuando vi por primera vez la luz, sentimientos que uno no sabe porqué, ni cuando, seguramente viendo el paisaje, si uno no está unido al paisaje deja de ser hombre total, realizar una vida sin estar unido al paisaje y al medio, es imposible.
El tiempo y su medio son muy importantes, yo tuve la suerte de vivir en un medio serrano, pero que tiene características muy relacionadas a la pampa. Recuerdo al Diario La Opinión, allí escribía un poeta pampeano Juan Ricardo Nervi, que vivía frente a la pensión donde me alojaba, con él entablé una relación, y un día me insistió que publicara mis versos sobre los mineros, relacionado al conocimiento que yo tenía sobre los mineros que trabajaban con mi padre en el Cerro Horqueta.
Él escribió un artículo que decía ¨Tobares en ropa de trabajo¨, fue la primera vez que vi mi nombre en un diario, yo tendría dieciocho años y a partir de ese momento comencé a publicar en La Opinión y me hice conocer, de este medio tengo ese recuerdo muy grato, y un gran agradecimiento porque acogió en sus páginas mis versos tan torpes, tan rústicos, tan serranos, pero con un sentido telúrico evidente, por eso digo que si el hombre está unido a su tierra puede realizar cosas importantes.
Siempre pensé en la unidad familiar, tuve una familia que jamás me ha dado disgustos. Ellos han llenado mis sueños. Cada etapa vivida ha sido muy feliz, soy un hombre afortunado. Si me dieran a elegir una nueva vida sin mi familia y a cambio tener todo lo que desee, volvería a elegir la familia que tengo.
Una atrapante y bella historia de vida